Los días 22, 23 y 24 de abril, Paul B. Preciado representa en el Centro de Cultura Contemporánea Conde Duque (Madrid) la lectura dramatizada del texto que no le permitieron completar en su totalidad en esa Escuela. Todas las entradas están agotadas desde hace cuatro meses.

elDiario.es ha sido uno de los cuatro medios invitados a desayunar con el creador y el elenco para hablar sobre el salto a las tablas del libro Yo soy el monstruo que os habla. Informe para una academia de psicoanalistas (Anagrama, 2020). "Dentro de mi propio trabajo, estoy intentando que la Filosofía desborde del marco académico más habitual", confiesa el autor.

La conservadora Escuela de la Causa Freudiana celebró un evento en el marco de la mujer en el psicoanálisis. A pesar de no estar de acuerdo con el título del encuentro, Preciado aceptó la invitación a la ponencia pero solo pudo llegar a completar una cuarta parte de su discurso. Cuando Paul B. señaló a la academia la disyuntiva ante la que esta se encontraba: validar el régimen patriarco-colonial o abrir un proceso de confrontación contra la necropolítica del patriarcado, comenzaron a ser más notorios los abucheos y silbidos.

Según recuerda Preciado, también contó con apoyo puesto que "en el gallinero había una gran cantidad de psicólogos y psicoanalistas mucho más jóvenes que se empezaron a levantar aplaudiendo". Acto inconcluso que dejó fragmentada la academia. En la red, no tardaron en compartirse partes de su ponencia, que se tradujeron al español, italiano e inglés. Para profundizar en el debate y exponer el texto íntegro y sin errores de traducción, el escritor decidió publicar lo que habría sido el discurso en su totalidad.

Hasta el momento, el último libro publicado por el escritor –autodenominado uranista– comienza poniéndose en la piel del simio Pedro el Rojo, protagonista del libro Informe para una academia, escrito por Franz Kafka en 1917. El simio fue enjaulado y aprendió a comunicarse con el lenguaje de los humanos. Este ser híbrido humano-animal tomó la palabra ante una academia de científicos para narrar su devenir desde que fue capturado. Como Pedro, Paul habló ante los académicos utilizando el lenguaje del patriarcado colonial, con el lenguaje de Freud y Lacan. Desde la jaula de "hombre trans", diagnosticado por el psicoanálisis como "enfermo mental" y "disfórico de género", afirmó: "Yo soy el monstruo que os habla. El monstruo que vosotros mismos habéis construido con vuestro discurso y vuestras prácticas clínicas. Yo soy el monstruo que se levanta del diván y toma la palabra".

La jaula política escogida por Paul B. Preciado es la de "cuerpo vivo de género no binario". Pensador reconocido por su apoyo a la "abolición de la diferencia sexual", como indicó a este medio en 2019, que ha llevado su "transición a un espectáculo público". La desbinarización que expone de manera empírica le convierte en un "archivo político viviente", lo que él denomina como "somateca". "Prefiero mi nueva condición de monstruo a las de mujer u hombre, porque esa condición es como un pie que avanza en el vacío y señala el camino a otro mundo", escribe. "Sé que he convertido mi cuerpo en una sala de exposición".

El espectáculo biopolítico de Preciado sale del libro. Se sube al escenario y enarbola tres apartados que invitan a la reflexión de la academia freudiana. El primero, el régimen de la diferencia sexual, sobre el que se articula toda la lógica psicoanalítica, es una epistemología política del cuerpo que es histórica y cambiante, no empírica. El segundo, ese binarismo con el que trabaja el psicoanálisis freudiano está en crisis desde los años cuarenta del siglo XX, tras la Segunda Guerra Mundial. Y el tercero y último, la diferencia sexual está mutando y generando una nueva epistemología así como nuevas prácticas de relación, de filiación y de identificación.

Preciado, a sus cincuenta años de edad, se considera "un abuelo" en el marco de lo trans. Por ello, la lectura dramatizada que representa no la realiza él solo. El texto Yo soy el monstruo que os habla ha mutado a ser un monólogo colectivo pues es leído por cuatro voces, aparte de la de su autor. Víctor Viruta, Andy Díaz, Bambi y Jessica Velarde son las personas que, desde el pasado lunes, están trabajando en la obra. "Hay una proximidad histórica de las personas que fuimos expulsadas del espacio público y que fuimos empujadas al espacio teatral", indica Preciado.

El elenco es subalterno y utiliza el lenguaje inclusivo. "Es importante poder hacer proyectos juntes", confiesa el creador. "Da igual que nos acabemos de conocer, entre personas trans creas piña inmediatamente, es muy fácil conectar", opina Andy Díaz. Bambi asegura que este trabajo está siendo "terapeútico". Viruta es un reconocido cantautor madrileño y Jessica Velarde aterrizó el domingo desde Bolivia, y es su primera vez en España. Verlarde además de ser actriz forma parte del colectivo Mujeres Creando. Este movimiento transfeminista y anarquista creado en 1992 en La Paz, tiene como a una de sus referentes a la activista y escritora María Galindo, autora que el pasado noviembre presentó en España su libro Feminismo bastardo (2021, Mujeres Creando), cuyo prólogo está firmado por Paul B. Preciado.

Paul B. Preciado señala la "mutación epistemológica" que está en curso y cuestiona cuál va a ser el rumbo de la academia occidental. Más allá de occidente, existen discursos como los de la activista boliviana María Galindo y el sociólogo puertoriqueño Ramón Grosfoguel que denuncian el epistemicidio. Concepto que señala la destrucción de todo conocimiento no binario ni colonial articulado por occidente y sufrido por la población latinoamericana y africana, entre otras.

El filósofo anuncia que su próximo libro será "una carta para las TERF". "Los grandes problemas de ese feminismo transfugo son el trabajo sexual y la transexualidad, como si realmente esos fueran los dos espacios contra los que el feminismo debe luchar. No la opresión patriarcal, no la agresión contra el cuerpo de las mujeres", denuncia.

Para Preciado se está viviendo una "revolución planetaria" la cual no solo es impulsada por el feminismo, sino también por el movimiento trans y por el trabajo sexual, "mujeres obreras para las cuales la fuerza de trabajo y el medio de reproducción es su propio cuerpo", aclara. "El problema que tienen las TERF, entre otras cosas, que hablan de genderismo queer y de cosas que no existen en absoluto, es que nunca han militado. Yo a estas señoras las conocí en el Instituto de la Mujer, cuando viví en Madrid con 17 años y quería estudiar feminismo, y ellas se dedicaban a analizar Hegel y Kant. Eran señoras que no salieron del Instituto de la Mujer. Nosotros pasamos veinte años haciendo una revolución", rememora Paul B. Preciado.