La Francia que propone Le Pen: más cerca de Orbán y de Putin, más lejos de la UE y la OTAN

Tres jefes de Gobierno socialistas, Pedro Sánchez, António Costa y Olaf Scholz, publicaron este jueves una tribuna en Le Monde pidiendo al pueblo francés que, en nombre de Europa, no voten a la extrema derecha. Se trata de un llamamiento casi sin precedentes, que demuestra hasta qué punto algunas capitales europeas están preocupadas por el resultado de las elecciones presidenciales francesas de este domingo.

"La segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas no es, para nosotros, una elección como las demás. La decisión a la que se enfrenta el pueblo francés es crucial para Francia y para todos nosotros en Europa", escriben.

"Una elección entre un candidato democrático, que cree que Francia es más fuerte en una Unión Europea fuerte y autónoma, y una candidata de extrema derecha, que se pone abiertamente del lado de los que atacan nuestra libertad y nuestra democracia, valores fundamentales que vienen directamente de la Ilustración francesa".

En general, los líderes comunitarios suelen evitar este tipo de declaraciones antes de unas elecciones nacionales, para que los líderes de la UE no puedan ser acusados de injerencia en la vida democrática de otro Estado miembro. Además, de una forma u otra, tienen que relacionarse con el ganador. Pero Marine Le Pen, a la que las encuestas hace una semana situaban a cinco puntos del actual presidente –hoy estaría a 14, según Ipsos–, defiende un proyecto que inquieta en Bruselas, Madrid y Berlín.

Si uno de los motores de la UE –y su única potencia nuclear– se une al bloque de líderes ultraconservadores, con países como Hungría y Polonia, podría asestar un golpe fatal a la unidad europea. "Las elecciones presidenciales son también un referéndum sobre Europa", dijo Macron en un discurso en Estrasburgo la semana pasada. "El momento es aún más grave, porque la guerra ha vuelto al corazón del continente desde la invasión de Ucrania por Rusia el 24 de febrero". Un conflicto que "es probable que dure, con el riesgo de desestabilizar la seguridad de la UE durante mucho tiempo".

El contexto ha cambiado mucho respecto a las elecciones de 2017. La candidata del entonces Frente Nacional hizo de la salida del euro uno de los ejes de su campaña. En aquel momento, la UE aún estaba debilitada por tres grandes crisis: la económica de la eurozona en 2010, la llamada "crisis de los refugiados" de 2015 y el Brexit de 2016.

Hoy, aún más que hace cinco años, los franceses siguen apoyando el proyecto europeo y la idea de un destino en solitario seduce solo a una minoría euroescéptica, tal vez, pero no eurófoba. Además, Macron cuenta en su haber con el plan de recuperación europeo de 750.000 millones de euros, financiados por una deuda común por primera vez en la historia de la UE, del que fue uno de los impulsores.

Le Pen ha entendido esa evolución y ha modificado su discurso en las formas, aunque no en el fondo. La candidata de Agrupación Nacional (AN) no ha abandonado sus planes para crear una alternativa a la Unión, que sigue siendo una parte fundamental en su programa, pero los ha suavizado.

Además, en 2022, las encuestas dicen que lo que preocupa a los votantes es el poder adquisitivo. No obstante, Europa estuvo omnipresente en el único debate del miércoles. Se nombró 125 veces, prácticamente el doble que en cualquier otro debate presidencial. "Usted es muy eurocéntrico", le dijo Le Pen al presidente. "Francia es una potencia mundial, no solo europea".

Unos días antes, Marine Le Pen había reunido a la prensa en los lujosos salones Hoche, en el oeste de la capital, para una rueda de prensa sobre su visión de la política internacional. Ambiente solemne, podio, puesta en escena para subrayar la credibilidad de sus propuestas en el campo diplomático. Sin embargo, la imagen que abrió los informativos esa noche fue la de su equipo de seguridad sacando a rastras a una activista que exhibía una foto de el presidente ruso Vladímir Putin y Le Pen estrechándose la mano.

Sus vínculos con Moscú se han convertido en uno de los grandes lastres de estas últimas semanas de campaña. "Depende usted del poder ruso y del señor Putin", le acusó Macron durante el debate, en referencia al crédito que el partido de Le Pen recibió de un banco ruso (First Czech Russian Bank) y que aún está reembolsando.

De hecho, en la rueda de prensa del 13 de abril, Le Pen solo mencionó a Rusia para defender el "diálogo bilateral" y no mencionó a Ucrania ni una sola vez. "En cuanto termine la guerra ruso-ucraniana", afirmó, abogará por "un acercamiento estratégico entre la OTAN y Rusia".

Le Pen reivindicó ese día una "tradición westfaliana" de las relaciones internacionales [en referencia al tratado de Westfalia de 1648 que puso fin a la guerra de los treinta años]. Un referente del siglo XVII para una candidata que no apoya el multilateralismo y que augura un alejamiento –o ruptura– con la UE, la OTAN y otras organizaciones como la OMC y la ONU, en caso de victoria.

"Una lectura atenta de su programa muestra que conduciría inevitablemente a una salida de la Unión Europea y del euro, la conferencia de prensa sobre política internacional que dio la presidenta de la AN el 13 de abril lo dejó más claro, ya que defiende una vuelta a los Estados-nación tal y como existían en el siglo XIX", analizó el diario Libération.

No obstante, el miércoles Le Pen insistió en que ya no quiere abandonar completamente la OTAN, simplemente salir de nuevo del mando integrado (el general De Gaulle sacó a Francia del mismo en 1966 y no se incorporó de nuevo hasta 2009). El rechazo a la OTAN es una herencia familiar: en 2007, Jean-Marie Le Pen ya abogaba por abandonar la alianza para reforzar los lazos con Moscú, "con vistas a desarrollar una 'esfera boreal' desde Brest (en Bretaña) hasta Vladivostok". Su hija ha hecho suya esta visión de Europa, al tiempo que ha estrechado los vínculos con los círculos de poder de Putin. Unas horas antes del debate presidencial, el opositor ruso Alexéi Navalny describía en un hilo de Twitter las relaciones que el citado banco ruso tiene con personas cercanas al presidente.

Además de su admiración reconocida –al menos hasta hace poco– por Putin, la Hungría de Viktor Orbán podría ser otro modelo en Europa para ella.

Le Pen, que ha alabado también medidas de Boris Johnson, tiene a Alemania como uno de los objetivos más habituales de sus críticas. "Alemania se impone como el contrario absoluto de la identidad estratégica francesa, basada en la independencia, la disuasión y un modelo de ejército completo", dijo en su conferencia de prensa, citando "diferencias estratégicas irreconciliables" con Berlín, después del anuncio de la adquisición de cazas estadounidenses.

En realidad su programa es contrario a la construcción europea tal y como existe hoy. Macron le acusa de "avanzar enmascarada" hacia la salida de la UE. En su programa, Le Pen habla de "una Alianza Europea de Naciones", que pretende sustituir gradualmente a la Unión. De entrada, si es elegida, ha declarado que retirará la bandera europea de todos los edificios oficiales del país.

Además, afirma que reducirá unilateralmente la contribución francesa al presupuesto comunitario. Quiere organizar un referéndum que inscriba "la superioridad del derecho constitucional sobre el derecho europeo" y también abandonar la política comunitaria de inmigración, anular la Política Agrícola Común (PAC) y el Pacto Verde Europeo y abandonar el mercado interior de la electricidad.

El concepto "preferencia nacional" que pretende inscribir en la Constitución francesa es incompatible con los tratados europeos, como lo es también el restablecimiento de las fronteras nacionales y el fin del espacio de libre circulación de Schengen. "Aplicar la 'prioridad nacional' a los nacionales de la UE también es contrario a la legislación comunitaria", resume Mediapart. "Negar el acceso al empleo o a la vivienda social es contrario a la Carta de Derechos Fundamentales de la UE. Sería una especie de 'Frexit’ de facto, que no estaría exento de consecuencias para Francia".

Aunque ya no lo defienda abiertamente, Le Pen apenas puede ocultar su fascinación con el Brexit. "Cuando Reino Unido salió de la UE, la clase política francesa habló de un repliegue nacionalista e insular, y predijo un cataclismo para los ingleses. Pero no ha sido el caso. Los británicos han pasado de la burocracia de Bruselas al ambicioso concepto de ‘Gran Bretaña global", ha dicho en las últimas semanas. "Cuanto más nos liberemos de los grilletes de Bruselas, más miraremos hacia el resto del mundo. Eso es lo que han entendido los británicos".