Londres y Bruselas se preparan para la

Londres y Bruselas se preparan para la guerra de las salchichas, según el concepto acuñado por la prensa británica. ¿Por qué? Porque Reino Unido pretende prorrogar unilateralmente los seis meses de gracia para las carnes refrigeradas, entre ellas las salchichas, que llegan a Irlanda del Norte desde Gran Bretaña, a partir del 1 de julio. Pero eso contraviene los acuerdos del Brexit.

Este miércoles se han vuelto a reunir en Londres el vicepresidente de la Comisión Europea Maros Sefcovic con el negociador británico, David Frost, después de pedir al Reino Unido que dejara de tomar medidas unilaterales para retrasar los controles de productos que entran en Irlanda del Norte procedentes de Gran Bretaña, como parte del protocolo fijado en el acuerdo del Brexit.

Frost, a la salida de la reunión, ha afirmado: "No hay avances, pero tampoco retrocesos". Según la BBC, cuando se le preguntó si el Reino Unido ampliaría unilateralmente el periodo de gracia de seis meses para las carnes refrigeradas (incluidas las salchichas) comercializadas en Irlanda del Norte y provenientes de Gran Bretaña, Frost respondió que se están considerando "todas las opciones, la UE está interpretando el Protocolo de una manera extremadamente purista y la necesidad de soluciones es muy urgente".

¿Y qué puede hacer la UE? Además de la vía judicial, que ya está abierta y puede llegar a Luxemburgo en otoño, aplicar aranceles a productos británicos en la UE, por ejemplo. "No tendremos problemas en responder, pacta sunt servanda", ha dicho Sefcovic tras la reunión. Una expresión que también ha usado el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, este miércoles por la mañana en Estrasburgo en el pleno del Parlamento Europeo. "Nos estamos quedando sin paciencia, no queremos ir a los arbitrajes ni las respuestas comerciales. Podemos arreglarlo en un par de semanas y que no sean necesarios los controles. Pero a veces prevalece la ideología sobre lo que necesita la gente de Irlanda del Norte. Es muy difícil para nosotros entenderlo. Espero que encontremos una solución por el bien de las personas de Irlanda del Norte".

Es decir, puede haber suspensión de la cooperación en algunas áreas, revisión de cuotas y aranceles... Según Sefcovic, si el Reino Unido suscribiera un acuerdo tipo Suiza sobre controles de mercancías en Irlanda del Norte, el 80% de los problemas en la frontera se resolverían. Pero el Reino Unido lo ha descartado por temor a que pueda quedar encerrado en las reglas de la UE.

"Creemos firmemente en el Estado de Derecho y en el principio de pacta sunt servanda", ha dicho Charles Michel en la Eurocámara, "que establece que cuando se han alcanzado acuerdos, estos deben ser implementados de buena fe. Deseamos ser un socio leal y comprometido con una relación positiva, fructífera y constructiva con el Reino Unido. Pero también estamos dispuestos a utilizar los diversos medios a nuestra disposición para proteger nuestros intereses, garantizar la integridad del mercado interior, asegurar que se respeten los acuerdos y también proteger, por supuesto, el Acuerdo del Viernes Santo. Y reafirmamos nuestra solidaridad con Irlanda".

El primer ministro británico, Boris Johnson, ha respaldado este miércoles en el Parlamento británico a su negociador con un juego de palabras: "Es el Frost más grande desde el Gran Invierno [frost, en inglés] de 1709".

Según un comunicado difundido por el Gobierno británico, "el Reino Unido seguirá trabajando activamente para encontrar soluciones. Si no se pueden encontrar soluciones, el Gobierno, por supuesto, seguirá considerando todas las opciones disponibles para salvaguardar la paz, la prosperidad y la estabilidad en Irlanda del Norte".

De acuerdo con el protocolo de Irlanda del Norte pactado entre la UE y Reino Unido dentro de los acuerdos del Brexit, la frontera comercial queda situada en el mar de Irlanda para evitar que los controles se hagan en la frontera terrestre entre la provincia británica y la República de Irlanda: no puede haber una frontera dura entre esos territorios para así no dañar el proceso de paz y contravenir los Acuerdos de Viernes Santo. Así, de facto, la frontera se establece entre la isla de Irlanda y la de Gran Bretaña, en tanto que Irlanda del Norte ha quedado en el mercado único europeo, por lo que las reglas aduaneras para las mercancías de Gran Bretaña (Inglaterra, Gales y Escocia) se hacen en los puertos norirlandeses.

En un artículo publicado este martes en The Daily Telegraph, Sefcovic ya advertía de que la UE no dudará a la hora de "reaccionar rápido, firme y decidida para asegurar que Reino Unido cumple con sus obligaciones legales internacionales".

Esta advertencia responde a la decisión unilateral británica a principios de año de postergar la aplicación de las fases hasta al menos el próximo octubre, lo que llevó a la UE a iniciar medidas legales. La próxima fase de los controles afecta a los productos cárnicos en frío, como salchichas, que empezarán en julio.

En respuesta al artículo de Sefcovic, el responsable británico de Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales, Charles Eustice, dijo en Sky que las dos partes tenían la intención de hacer funcionar el protocolo: "Eso incluye reconocer que Irlanda del Norte es una parte integral del Reino Unido. Lo que realmente necesitamos es que la UE respete esa parte del protocolo y aplique medidas sensatas para retirar medidas como la prohibición sin sentido de vender salchichas o trozos de pollo empanados a Irlanda del Norte".

A finales de abril, el Parlamento Europeo ratificaba el acuerdo comercial y de cooperación, que en realidad lleva en vigor desde el 1 de enero pasado de forma provisional. Y en estos seis meses se han ido produciendo picos de tensión entre las dos partes, que ahora han tomado forma de guerra de las salchichas por las violaciones del llamado protocolo de Irlanda del Norte. Previamente ya hubo grandes tensiones por los suministros de vacunas contra la COVID-19 y hasta el pleno reconocimiento diplomático de la UE en Londres, cosa que terminó por resolverse.

La Comisión Europea envió a mediados de marzo una carta al Gobierno británico en lo que supuso supone una "notificación formal por infringir las disposiciones sustantivas del Protocolo sobre Irlanda e Irlanda del Norte, así como la obligación de buena fe en virtud del Acuerdo de Retirada del Brexit".

Esta notificación marcaba el comienzo de un proceso formal de infracción contra el Reino Unido. "Es la segunda vez en el espacio de seis meses que el Gobierno del Reino Unido está dispuesto a violar el derecho internacional", dice el Ejecutivo comunitario. Si esta vez tenía que ver con prorrogar unilateralmente la moratoria de controles aduaneros en el mar de Irlanda, la primera tuvo que ver con el proyecto de ley de Mercado Interior, que también reescribía el acuerdo del Brexit.

Ahora no se aplican plenamente las normas habituales de la Unión Europea sobre aduanas y productos en la frontera del mar de Irlanda, tras la prórroga unilateral por parte de Londres de los periodos de gracia acordados.

Tras una reunión entre Londres y Bruselas a mediados de abril, Downing Street explicaba: "Las intensas discusiones sobre el Protocolo de Irlanda han comenzado a aclarar las cuestiones pendientes, pero quedan por resolver una serie de cuestiones difíciles, y es importante seguir debatiéndolas". Es decir, los problemas siguen pendientes, y por eso la UE se dirige a la Justicia europea, cosa que ya hizo la anterior vez, con el proyecto de ley de Mercado Interior de Boris Johnson que también reescribía el acuerdo del Brexit y que terminó retirando.

En última instancia, la UE podría suspender sus obligaciones en virtud del Acuerdo de Retirada (con la excepción de la parte del acuerdo sobre derechos de los ciudadanos) o del Acuerdo de Comercio y Cooperación, como, por ejemplo, imponer aranceles a las importaciones de bienes del Reino Unido.

La paradoja es que, precisamente, los problemas que están surgiendo con Irlanda tienen que ver con Boris Johnson. Es decir, el Brexit de Theresa May era menos duro, por lo que Irlanda del Norte y Gran Bretaña permanecían en la unión aduanera de la UE, se evitaba así la frontera en el mar de Irlanda y sólo había que buscar una solución tecnológica para hacer que el paso entre las dos irlandas fuera invisible para respetar el Acuerdo de Viernes Santo.

Pero Boris Johnson y los suyos tumbaron a la ex primera ministra Theresa May con la promesa de un Brexit más duro. Y un Brexit más duro compatible con los Acuerdos de Viernes Santo traslada la frontera entre las dos irlandas al mar del Norte, es decir, entre Irlanda del Norte y Gran Bretaña. Lo que dispara la ira de los unionistas y trae al presente pesadillas de los años 80 y 90 enterradas en la memoria de todo el mundo.

La situación en Irlanda del Norte ha ido empeorando hasta el punto de que el Gobierno ha anunciado la suspensión temporal de los controles físicos a productos de origen animal que llegan al territorio británico desde el resto del Reino Unido, ante la proliferación de amenazas de grupos paramilitares unionistas. En los puertos de Belfast y Larne se han encontrado pintadas en las que se señalaba a los empleados como posibles "objetivos" y tras haber visto a personas apuntando matrículas de vehículos de los mismos. 

Esos controles son los que quiere mantener suspendidos durante más tiempo Reino Unido: el Gobierno de Johnson pidió por escrito a la Comisión Europea una ampliación de los periodos de gracia del Brexit hasta 2023 sobre los controles al comercio entre Irlanda del Norte y el resto de Reino Unido para adaptarse a la nueva situación.

Pero las tensiones y la violencia se han intensificado en las últimas semanas en el territorio, y los sindicalistas británicos afirman que el acuerdo que el gobierno británico y la UE acordaron equivale a la creación de una frontera entre Irlanda del Norte y el resto del Reino Unido. Los políticos unionistas están exigiendo al gobierno. romper los acuerdos de Irlanda del Norte en el acuerdo Brexit,

La sensibilidad del estatus de Irlanda del Norte también se vio en septiembre cuando el Parlamento del Reino Unido consideró una legislación que habría otorgado al Gobierno del primer ministro Boris Johnson el poder de anular parte del acuerdo de retirada del Brexit relacionado con Irlanda del Norte