Todo parecía ir sobre ruedas. Los líderes de Estados Unidos y China habían simbolizado un acercamiento de posturas en noviembre, cuando se dieron la mano durante la cumbre del G20 en Bali, y habían logrado rebajar la tensión que ha caracterizado la última década. “Nuestras dos naciones comparten la responsabilidad de gestionar sus diferencias, debemos evitar que la competición se convierta en algo parecido al conflicto", dijo entonces Joe Biden, en su primer encuentro con Xi Jinping desde que llegó a la Casa Blanca.
Las conversaciones sobre asuntos globales, como el clima, llevaban congeladas desde agosto, cuando la entonces presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, decidió visitar Taiwán.
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