No habían pasado ni diez días de la última visita del canciller Olaf Scholz a China, en la que el jefe del Gobierno alemán trató de limar asperezas con el régimen de Xi Jinping, y Alemania ya tenía que lidiar con malas noticias vinculadas a Pekín. En concreto, el supuesto espionaje de tres alemanes que estaban vinculados a los servicios secretos del Ministerio de Seguridad del Estado de China. En Pekín rechazan las acusaciones de espionaje que llegan de Alemania, pero la ministra del Interior de Scholz, la también socialdemócrata Nancy Faeser, se ha referido al caso como un “gran éxito” de la lucha contra el espionaje.
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