Cuenta la leyenda que el acueducto de Segovia lo construyó el diablo en una noche de lluvia. Después de una jornada interminable, una aguadora le ofreció su alma a cambio de que le llevase el líquido a la puerta de su casa. Al amanecer, cuando venció el plazo acordado, tan solo faltaba por poner la última piedra, así que la chiquilla, pese a su arriesgada apuesta, logró salvar su alma y, de paso, levantar el acueducto. Ahora Segovia, desde este primer domingo de nueva normalidad, busca el milagro que permita remontar los efectos de la endemoniada COVID-19.
Hoy ha sido el primer día en que Millán Gómez ha salido a tocar el acordeón a una de las calles aledañas a la Plaza Mayor de Segovia.