El camión de la basura se detiene en un cruce cada 100 metros. Alonso salta del contenedor y empieza a tocar una campana por toda la calle. Decenas de vecinos salen de sus casas para tirar sus bolsas de desechos. El joven las recibe, las abre y las vuelca en el depósito del camión. Su compañero, Mario, separa con las manos los restos de comida, plástico y papel. Sin guantes.
El rudimentario, pero funcional, sistema público de recogida de residuos en Ciudad de México se ha vuelto ahora en un peligro para los recolectores y la propagación del coronavirus. La capital suma unos 2.000 casos confirmados, una cuarta parte del total en el país, y es el estado con mayor índice de infectados, más de 20 por cada 100.000 habitantes, cuadruplicando el promedio nacional.
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