El 25 de enero se cumplieron nueve años desde que la gente de Egipto tomara las calles para reclamar pan, justicia y dignidad. Hoy, el país es gobernado con mano de hierro por el general Abdelfatah Al Sisi, que accedió al poder en 2013 mediante un golpe de Estado que supuso el retorno del statu quo que la población había luchado por derrocar. Para mantenerse en el poder, el régimen egipcio ha articulado su mandato en torno a dos estrategias: represión interna y búsqueda de legitimidad exterior.
Según la Comisión Egipcia de Derechos y Libertades, que visitó Madrid el pasado 28 de enero para recabar apoyo a la defensa de los derechos humanos en el país, hay alrededor de 150.000 presos políticos dispersos en 60 cárceles.