Debido a su estrecha relación con la tecnología, el videojuego siempre se ha vanagloriado de sus portentosos avances. Pero, en la época del hiperrealismo visual y el virtuosismo mecánico, el título más vendido está formado por píxeles de trazo grueso, la dificultad no supone una barrera de entrada y, aunque permite alcanzar logros, esta no es su finalidad. Por qué, entonces, Minecraft llega a su decimoquinto aniversario triunfando como siempre.
Cada partida comienza en un mundo generado aleatoriamente, en el que el jugador dispone de libertad para craftear [crear] o explotar los recursos para sobrevivir en un universo repleto de sorpresas y peligros.
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