IÑAKI CANO
Desde que jugaba al fútbol (mal pero yo jugué) siempre hubo días que no entendí a los árbitros. Les veía muy metidos en lo que decía el reglamento pero nunca comprendí porqué no entendían el juego y tampoco a los jugadores. Después de ver cómo el señor Hernández Hernández expulsaba a Morata, me mantengo en lo mismo: los árbitros se saben el reglamente pero no entiende el fútbol.
Evidentemente estoy generalizando, pero no se puede expulsar a un futbolista del terreno de juego por encararse con un contrario sin haber una agresión. Y mucho menos se le puede privar a un profesional de saltar a un encuentro de máxima rivalidad por encararse sin insultar.
Álvaro Morata puede quedarse sin jugar contra el Real Madrid el sábado en el Metropolitano porque al árbitro le ha dado la real gana. Sí. Porque le ha salido de las narices y no porque el reglamento así lo indique. Un árbitro del nivel del señor Hernández Hernández no puede minimizar a un jugador por acercarse demasiado a la cabeza de otro. Y no puede expulsarle por los motivos que ha escrito en el acta: “Morata ha sido expulsado por doble amarilla al encararse con un contrario sin mediar amenazas ni insultos”.
Lo único que me gustaría es que el Comité Nacional de Árbitros tome las medidas oportunas con don Alejandro Hernández Hernández que, sin mediar insultos ni amenazas, merece pasar por la nevera y por un curso acelerado de entendimiento del juego.
Quiero que conste en acta que no estoy excusando el calentón de Morata, pero si por mirar, encararse o desafiar a un contrario sin insultos ni amenazas te quedas sin jugar un derbi, el arbitraje está fatal y el fútbol peor.