Hoy parece que cualquier gran empresa generadora de contenidos tiene su propia plataforma de VOD —vídeo bajo demanda—, o servicio OTT —televisión a través de internet—. Y con la llegada del nuevo agente competitivo, en España el espectador ya puede sentirse oficialmente saturado de oferta, pues deberá elegir entre Netflix, HBO, Amazon Prime Video, Filmin, Rakuten TV, Sky... y muy pronto Apple TV+.

Disney+ desembarca con un catálogo de más de 500 películas, 300 series y 25 Disney+ Originals exclusivos. Entre los que se encuentran las 30 temporadas de Los Simpson, con más de 600 episodios disponibles, The Mandalorian, todos los clásicos Disney y películas de Pixar y un puñado de series de Marvel y Star Wars que están por llegar. Entre la ingente cantidad de títulos, rescatamos seis películas memorables aunque alejadas del canon 'disneyniano' por distintas razones.

Davy Crockett, rey de la frontera (1955)

Davy Crockett, personaje arraigado de la mitología tejana, fue un político y militar popular durante la revolución de Texas, fallecido en la batalla de El Álamo en 1836. A los ejecutivos de Disney les pareció en los años 50 —con Eisenhower en la Casa Blanca—, que era buena idea realizar una trilogía de corte patriótico para televisión basada en el personaje.

Lo hicieron y el resultado resulta hoy interesantísimo, no solo por las inevitables implicaciones políticas de la cinta, sino también por su particular concepción de la épica, fruto del trabajo en la dirección de Norman Foster, que terminaría ganándose la vida en series de televisión como El avispón verde y el Batman de Adam West.

¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1988)

Durante años, Touchstone Pictures operó como una marca que amparaba títulos en apariencia desamparados. Bajo su ala nacieron, por ejemplo, Pesadilla antes de Navidad de Henry Selick, o Un, dos, tres... Splash de Ron Howard. Y también, por supuesto, la excesiva, demente e inclasificable ¿Quién engañó a Roger Rabbit? de Robert Zemeckis.

Se trata de una libérrima y genial reinterpretación de los códigos del cine negro, en una película que violentaba los límites de la animación tradicional, los mezclaba con acción real y los metía en una coctelera en la que cabían el slapstick, la buddy movie y la comedia romántica. El resultado es una maravilla que cumplió treinta años en 2018, y sigue tan engañosamente adorable como Baby Herman.

Willow (1988)

Willow es, por derecho propio, una de las películas que más culto han generado de los ochenta hasta nuestros días. Afortunada combinación de aventura de espada y brujería, con una desprejuiciada aproximación a la épica y la comedia, protagonizada por un memorable Warwick Davis.

Con argumento de George lucas, producida por Metro-Goldwyn-Mayer y Lucasfilm, —comprada por Disney en 2012—, en su momento fue vapuleada por la crítica casi de forma unánime. Pero hoy se puede descubrir como una rareza: lo que podría haber salido de la mitología tolkeniana si en lugar de viajar a una galaxia muy muy lejana, Lucas hubiese adaptado las aventuras de los hobbits en la Tierra Media.

Cariño, he encogido a los niños (1989)

La conjunción astral que confabuló la puesta de largo en la dirección de Joe Johnston, con uno de los papeles más memorables del sin par Rick Moranis, dieron como resultado uno de los títulos del entretenimiento familiar más míticos de los ochenta, aunque se estrenó en el 89.

Tuvo dos secuelas (Cariño, he agrandado al niño y Cariño, nos hemos encogido a nosotros mismos) y, de hecho, está en marcha otra nueva con el protagonista. Johnston repitió prodigio con la entretenidísima aunque malograda Rocketeer, aunque parece que esta no figura entre las películas que estarán en Disney+.

Solo en casa (1990)

Chris Columbus reinventó el slapstick clásico en cuento de navidad, y pertrechó uno de los éxitos más exagerados de la 20th Century Fox de principios de los noventa. Macaulay Culkin se convirtió en el rostro infantil de Norteamérica, y terminó siendo pasto de temas como el de Ladilla Rusa.

También es cierto que se trata de, tal vez, la traducción de los códigos del cine de home invasion más afortunada y generacional de los noventa, con permiso del Funny Games de Haneke. Disney compró Fox por el montante de 71.300 millones de dólares en 2019, y por ello. Tú podrás ver Solo en casa en Disney+ por mucho menos.

Doug, su primera película (1999)

Los nacidos en los noventa es fácil que recuerden a Doug: un entrañable adolescente que protagonizaba una serie de animación de Nickelodeon, muy blanca pero instructiva y eficaz. La ABC compró los derechos de emisión de la serie, una vez finalizada, que pasó a retransmitirse en Disney Channel. La casa del ratón le sacó suficiente partido.

Tan es así que en el 96 renació como Disney's Doug, con 65 episodios más, que culminaron en el 99 con el largometraje que nos ocupa. Con todo, Doug, su primera película es una inteligente adaptación de los supuestos de la serie, pasada por el filtro de  pandilla-resuelve-misterios propio de las narrativas heredadas de Scooby-doo.

Chicken Little (2005)

Una de las películas de animación de Disney más malogradas e injustamente olvidadas de su historia reciente. Se trata de la segunda película de animación 100% digital de Disney tras Dinosaurio, megalómano proyecto de animación hiperrealista que bien hizo acopio de razones para estrellarse.

Sin embargo, Chicken Little, desposeída del aire trascendente de su predecesora, resulta ser una encantadora reformulación moderna de la fabula de Pedro y el lobo. Impecablemente planteada, con un diseño de personajes más que memorable considerando la media del estudio, y un inteligente discurso sobre los chivoz expiatorios y la gestión colectiva de las situaciones de crisis que bien nos haría reflexionar hoy.