En una ciudad donde cada vez mueren más cines históricos para albergar sucursales o locales de empresas de lujo, que una nueva sala naciese en el cadáver de un banco parecía una broma de buen gusto. Ahora, la crisis sanitaria se ha llevado por delante una iniciativa que se había vuelto imprescindible para los vecinos de Santa María de la Cabeza. "No quiero decir que vamos a abrir en septiembre porque, si no ocurre, el desánimo puede cundir entre los trabajadores", explica Miguel Ángel.
"Yo estoy preparado mentalmente para lo que sea: abrir en junio o diciembre. Pero a nivel económico necesito respuestas. Me he empeñado y he pedido más créditos para poder aguantar este tiempo", reconoce este emprendedor en el paro. Miguel Ángel ha tenido que hacer un ERTE a sus cinco trabajadores y, aunque ha podido acogerse a la ayuda para autónomos y a créditos ICO para emprendedores, asegura que lo que más le preocupa es el pago del alquiler a La Caixa, propietaria de su local.
"Está claro que vamos a ser los últimos en abrir y mi supervivencia dependerá de si nos siguen ayudando. Si lo hacen, podremos salir de esta. Pero si no nos ayudan, me arruinaré", se lamenta."Todos los autónomos esperamos como agua de mayo que el Gobierno diga algo de los alquileres para las PYMES. Si mi casero me quiere seguir cobrando, no me quedará más remedio que abrir y maximizar el rendimiento", dice.
La previsible reducción de aforo que se impondrá a las salas tras el levantamiento del estado de alarma es "un drama" para un nuevo exhibidor, pero Miguel Ángel se niega a perder la esperanza. "Yo soy un optimista y pienso que la gente se tendrá que repartir. Es decir, la concentración de público antes estaba los viernes y los sábados. La ocupación de cualquier sala entre semana era del 25%. Si nos dejan cubrir solo el 50% del aforo porque es un metro lo que hay que respetar, mi esperanza está en que la gente venga al cine en horarios en los que antes no iban", confía.
Las medidas de seguridad que aplicará serán el metro de distancia recomendado por el Ministerio de Sanidad y protocolos de higiene. Sin embargo, él y otros exhibidores están luchando por que se considere a miembros del mismo núcleo familiar como un solo individuo para aprovechar el espacio de las butacas: "Si ya viven juntos, no tiene sentido separarlos en el cine".
Por otra parte, Miguel Ángel Pérez no descarta alquilar sus dos salas a foros, cursos y otras iniciativas que necesiten un espacio más amplio que sus antiguas aulas. "Habrá gente que no pueda congregar a 20 o 30 personas donde antes, y en ese sentido yo sí tengo un espacio aprovechable", adelanta el ideólogo.
En cuanto a las ayudas destinadas al sector que el Ministerio de Cultura anunció la semana pasada, Pérez las describe como "papel mojado hasta que no haya medidas concretas". "La voluntad es buena, pero mi única valoración es que como no nos den ayudas ya, nos vamos a la mierda", espeta. Miguel Ángel está al frente también de la distribuidora de películas independientes Surtsey Films, cuya perspectiva no es más halagüeña que la de las salas.
"La distribuidora va fatal. Justo el día 14 iba a estrenar Todo pasa en Tel Aviv, en la que invertí entre 40.000 y 50.000 euros y cuyos pósteres están aún en los kioscos de Madrid. A partir de eso me quedé colgado y las consecuencias serán peores. Gasté mucho y no he recaudado nada, así que en cuanto abra pondré la película en cartel pero sin publicidad, porque ya lo agoté todo", revela.
Miguel Ángel sí espera que las ayudas que anuncia el Gobierno sean generosas para la exhibición y la distribución, ya que "se suele ayudar más a producción, y no creo que se cancelen los rodajes, pero los demás estamos vendidos". "Si vamos a perder todos, que sea por igual y que no ganen los de siempre", refiere este exhibidor. Una reivindicación de la que se hicieron eco algunos profesionales del sector después de que Netflix inyectase un millón de euros a sus producciones en España.
Al sugerir un posible estreno de las películas de Surtsey Films en las plataformas de vídeo bajo demanda, como la mencionada, Miguel Ángel se niega en rotundo. "No me gustan y no estoy de acuerdo con su forma de negocio. Considero que ir al cine es un acto social y cultural, y que eso se debe mantener", afirma. Prefiere la vía tradicional, aunque requiera de más tiempo y dinero. Al fin y al cabo, "yo no hice este cine para rentabilizarlo en un mes. Tardaré más de lo previsto, pero lo haré" porque "los cines Embajadores eran, son y serán un proyecto ilusionante".