Yumi Yun de comunicación del Centro Cultural Coreano nos cuenta: "La K es de Corea, nosotros solemos poner K en las cosas de nuestro país como K-Cine, los K-Dramas o la K-Beauty. El K-Pop no tiene un género musical específico, es un amplio abanico que abarca el techno, pop, dance, electrónica, hip hop, rap, rock o R&B. Lo que tienen en común son las coreografías muy trabajadas y que los fans se aprenden y repiten (lo llaman dance cover), las súper producciones de videoclips, y el vestuario y el maquillaje muy estudiado y llamativo". Yumi Yun asegura que el boom empezó primero en Asia y llegó a España en 2012 con PSY y su baile de caballo en el Gangnam Style (el primero en conseguir superar los 1.000 millones de visitas en YouTube). Puede que el interés empezara por los seguidores adeptos al anime o al manga y a la cultura japonesa pero, las redes sociales y las comunidades fandom han hecho que el K-Pop sea número 1 tanto en los 40 Principales como en el Billboard estadounidense: convirtiéndose en mainstream internacional.
Andrea G. Rodríguez es analista de la web de geopolítica El Orden Mundial, considera que el auge del K-Pop no es solo un fenómeno cultural y social, sino que tiene un claro trasfondo político: "Tras la guerra de Corea, que terminó con la firma del armisticio con el Norte en 1953, la producción artística se controlaba desde el Estado. Se intentaban controlar tanto el contenido (letra y guion), como el formato. Es curioso, pero la música que inspiraba baile y movimiento estaba mal considerada en Corea. Era individualista y poco correcta". Andrea apunta que con la liberalización política llegó también la liberalización del arte: "Este punto de partida lo podemos poner en 1992, cuando el grupo surcoreano Seo Taiji & Boys comenzó a arrasar con ritmos de hip hop y bailes inspirados en el streetdance, algo que se vio muy mal al principio, pero que poco a poco demostró ser un fenómeno de masas".
El K-Pop es uno de los contenidos culturales más importantes de la Ola Coreana (Hallyu). El Hallyu es el termino con el que se conoce a la expansión de contenidos culturales de Corea del Sur. Andrea G. Rodríguez nos cuenta sobre el soft power: "El poder blando es la capacidad de los países de persuadir a otros para que hagan lo que el primero quiere evitando el uso de medios violentos y coercitivos. Un ejemplo de soft power es el uso de la cultura para, por ejemplo, mejorar la imagen de un país. El K-pop es una de las claves. Tras la crisis de 1997 (que recordemos afectó gravemente a los tigres asiáticos, entre ellos Corea del Sur), el gobierno empezó a exportar su música al exterior para atraer inversión extranjera. A día de hoy la popularidad del K-pop es responsable de miles de millones en turismo, cirugías estéticas y de la popularidad de la cosmética y moda coreanas. También es curioso apuntar que las melodías pegadizas del K-pop se utilizan como diplomacia y arma arrojadiza, símbolo de progreso y libertad contra Corea del Norte".
El K-Pop actual es heredero de ese momento rompedor de fusión de estilos que conforman la música mainstream. DBSK, Girls Generation, Super Junior, Sunny Hill, EXO, Mamamoo, GOT7, Twice, Stray Kids e Itzy son algunas de las bandas de lo que llaman Idols. Yumi Yun nos cuenta: "En Corea decimos grupos ídolos porque fueron creados a través de procesos selectivos y de formación a conciencia por las discográficas. Estas buscan talento, los reclutan muy jovencitos y los entrenan durante años para cantar y bailar. Luego algunos chicos y chicas van pasando los procesos selectivos y debutan en una banda, otros muchos se quedan por el camino". Los grupos los suelen formar múltiples miembros (ocho, nueve, diez) y cada uno de ellos maneja un rol: el rapero, el bailarín, el compositor, el jovencito o el líder. Esto se justifica por cómo desarrollando personalidades los fans pueden sentirse atraídos hacia unos u otros. Las bandas son productos pensados y creados específicamente por la industria, y esta lleva años con las miras de ofrecer un producto internacional.
Las discográficas crean a los Idols y los lanzan con un envoltorio atrayente, colorido y muy competitivo. Sara García está detrás de la cuenta en redes sociales K-Pop Spain (@Spain_Kpop_), con más de 32 mil seguidores que siguen la información sobre noticias de nuevos lanzamientos, videoclips, fotos de revistas y los teasers. Sara lleva siete años estudiando coreano y el K-Pop es su pasión: "No hay una edad concreta para que las discográficas recluten a futuros artistas de las bandas, por ejemplo, Jihyo de TWICE fue a los 8 años por JYP Entertainment, pero Sana y Momo del mismo grupo fueron reclutadas a los 16 años. Lo normal suele ser entre los 12-18 años. Las empresas durante años les dan clases de baile, de canto, de coreano (si son extranjeros) y otros idiomas como inglés, chino o japonés. En algunas les forman para hablar en público. Son muy exigentes y ponen el listón alto".
Las discográficas tienen fama de hacerles firmar contratos draconianos, de exigirles y presionarles desde que son muy jóvenes, de explotar a los artistas y beneficiarse económicamente en detrimento a los Idols. Las cuatro integrantes de Blackpink cuentan en el documental de Netflix titulado Light Up the Sky que sus cinco o seis años como aprendices fueron muy duros: separadas de sus familias, daban tres o cuatro horas de baile al día, más dos o tres horas de canto, unas 14 horas de trabajo diario. Tenían un día libre cada 14 días y estaban constantemente siendo evaluadas para su posible expulsión. Vivían en un Operación Triunfo constante, pero sin ser televisado, desde los 16 años. La presión y la gestión compleja de la fama es tal, que las discográficas tienen importantes departamentos de psicólogos, además se han visto obligadas a mejorar las condiciones laborales de los artistas. Las alarmas empezaron a saltar con la noticia del suicidio en 2017 del famoso y exitoso cantante de 27 años Kim Jong-hyun que dejó incluso una nota: "Estoy roto por dentro".
Julia Rodríguez, doctoranda por la UMA en Comunicación, está haciendo la tesis sobre el K-Pop: "El K-Pop es espectáculo, música, comunidad... en este último punto es donde veo yo una de las diferencias más grandes con el resto de industrias musicales: el fandom en el K-Pop. Las fanbase se mueve para que su grupo crezca. Hace cantidad de acciones y actividades, por ejemplo, felicitan a sus idols comprando emplazamientos publicitarios, o votan en todas las plataformas posibles para que suban en las clasificaciones. Cuando estuve en Corea del Sur, el metro estaba plagado con carteles pagados por los seguidores". De hecho, cuando el cantante de BTS Jung Kook cumplió años la ARMY (como se hacen llamar los seguidores del grupo) compraron espacios publicitarios en la céntrica plaza de Callao de Madrid para que en la enorme pantalla se proyectara el video-felicitación.
En España se estima que hay aproximadamente de 30 a 50 mil seguidores muy activos. Yumi Yun calcula que más de 1.000 personas estarían estudiando en escuelas el idioma coreano arrastrados por la ola K-Pop y K-Dramas (series de televisión). "Desde el Centro Cultural Coreano cada año realizamos el concurso K-Pop en España tanto en la categoría del baile como de canto. Para este certámen, participaron más de 500 personas y seleccionamos 10 grupos. Todos son españoles que cantan en coreano y bailan como un idol profesional. El año pasado el grupo ganador de la categoría de baile fue THE BRATZ, compuesto por 4 chicas. Fueron invitadas a Corea para participar del K-Pop World Festival celebrado en octubre en Changwon, Corea, para competir con otros ganadores de todo el mundo". THE BRATZ no ganó, pero cumplió el sueño de su vida: visitar Corea del Sur y bailar imitando a sus ídolos.