Entre sus proyectos se encuentran proyectos dispares: grandes renovaciones de edificios públicos como la del Palais de Tokyo en París o el centro de exposiciones FRAC de Dunquerque. Conviven en su portofolio con otras que podrían considerarse menores, como la renovación de tres modestos edificios de alquiler social en Burdeos, que les valió el Premio Mies van der Rohe en 2019.
Su trabajo, según el fallo del jurado, entraña un fuerte "espíritu democrático" y ha conseguido "renovar" y "revitalizar" los legados de la arquitectura moderna. "Su trabajo responde a las emergencias climáticas y ecológicas de nuestro tiempo -subraya el fallo-, así como urgencias sociales, particularmente en el ámbito de vivienda urbana".
Para entender la filosofía de esta pareja de arquitectos hay que ir más allá de las imágenes de sus austeros edificios. El Premio Mies Van der Rohe reconoció en 2019 la genialidad de su renovación de tres modestos edificios de viviendas de alquiler público en el Grand Parc de Burdeos en 2017. El proyecto, convocado por la oficina de vivienda de la ciudad y una vez descartada su demolición, tenía por objeto mejorar el aislamiento de los edificios.
Los arquitectos construyeron una serie de terrazas en toda la fachada, recubiertas con un material transparente que, además de aislar el edificio, conseguía añadir una veinte metros cuadrados de espacio al aire libre por cada vivienda. Mataron dos pájaros de un tiro, eficiencia energética y habitabilidad, y no se pasaron ni un euro de lo presupuestado.
"La transformación es la oportunidad de hacer más y mejor con lo que ya existe. El derribo es una decisión fácil y de corto plazo. Es una pérdida de muchas cosas: una desperdicio de energía, desperdicio de material y desperdicio de historia. Además, tiene un impacto social muy negativo", asevera Lacaton en el comunicado del fallo.
Sus filosofía es todo una declaración de intenciones en un sector marcado por los ‘megaproyectos’ y los presupuestos desorbitados. Hay que viajar hasta África para encontrar el génesis de la doctrina arquitectónica de la pareja. Ambos se conocieron en los setenta cuando estudiaban arquitectura en Burdeos (Francia), pero al finalizar sus estudios, Vassal se fue a vivir a Nigeria para trabajar en urbanismo. "Nigeria es uno de los países más pobres del mundo pero su gente es tan generosa, hacen todo con muy pocos recursos. Realmente fue como una segunda escuela de arquitectura", recuerda Vassal.
Lacaton solía visitar a su actual marido, y, en una de esas estancias, hicieron el que sería su primer proyecto conjunto; una choza de paja, construida con ramas de arbustos, que estuvo en pie dos años. A partir de esta experiencia, se prometieron no demoler lo que podría ser renovado y apostar por hacer sostenible lo que ya existe.
Esa máxima se cumple en la renovación de las viviendas de alquiler social de Burdeos, y en proyectos similares de viviendas sociales que han realizado a durante más tres décadas de trayectora. "Hay una humildad en su enfoque, que respeta el objetivos de los diseñadores originales y las aspiraciones de los ocupantes actuales", defiende el jurado.
En 1993, el ayuntamiento de Burdeos le encargó renovar la plaza Leon Acoc de Burdeos, el objetivo era "embellecer" la plaza. Ambos estudiaron el lugar, hablaron con los vecinos, muchos de ellos jugaban a la petanca bajo los árboles del parque. Concluyeron, y así lo comunicaron al ayuntamiento, que no había mucho que hacer, todo estaba en su lugar, simplemente había que reemplazar la grava, tratar los arboles y modificar levemente el tráfico. No había nada que construir, solo otorgar un potencial a lo que ya existía.
Esta máxima de "mínima intervención" y "respetar el pasado", se repite en las renovaciones del Palais de Tokio, donde apostaron por dejar al descubierto las huellas del proceso de restauración con materiales en bruto; o el gran centro de exposiciones FRAC de (Dunquerque, Francia) donde en vez de modificar el edificio original, una imponente fábrica de barcos, crearon una replica por menos presupuesto.
Pero más importante que el presupuesto y el pragmatismo de sus propuestas para Lacaton y Vassal son las personas que habitan los edificios. Ambos creen que los edificios que se restauran o los que se crean de nueva planta solo son hermosos cuando la gente "se siente bien en ellos, cuando la luz interior es hermoso, el aire es agradable, y cuando hay un transición fácil entre interior y exterior". "Nuestro trabajo consiste en resolver limitaciones y problemas, y encontrar espacios que puedan generar usos, emociones y sentimientos", explica Vassal.
Entre sus obras más significativas se encuentran la Casa Latapie (1993), una de sus primeras viviendas privadas, la renovación de las viviendas sociales de la Tour Bois le Prêtre, and the École Nationale Supérieure d’Architecture de Nantes (Nantes, France 2009), la Casa Cap Ferret, las viviendas sociales Ourcq-Jaurès en Paris, y un edificio de oficinas y viviendas en Chêne-Bourg en Ginebra. Lacaton y Vassal compaginan la docencia con su trabajo como arquitectos en universidades de todo el mundo.
El estudio que fundaron ha recibido numerosas condecoraciones como el BDA Grand Prize (2020); el Global Award for Sustainable Architecture, la medalla Heinrich Tessenow (2016), la International Fellowship from the Royal Institute of British Architects, 2009, el Grand Prix National d’Architecture de Francia (2008) o el Premio Mies Van der Rohe de arquitectura contemporánea de la UE.
Anne Lacaton es la sexta mujer vez que recibe este premio convocado por la Fundación Hyatt. El Pritzker ha recaído en anteriores ediciones en arquitectos como Zaha Hadid, Norman Foster y Oscar Niemeyer, entre otros.
Celia Sierra