"Nuestro criterio de selección", aclara Bértolo en el prólogo, "valora la relevancia de ciertos libros según su capacidad para intervenir directamente no en la realidad histórica, sino en su relato, en la narración que subyace a modo de subjetividad colectiva en toda comunidad". Uno de los rasgos que llama la atención de esta lista de 55 apunta a la preponderancia de la novela frente a otros géneros como la poesía, el ensayo o el teatro que apenas están representados.
De hecho, obras como la pieza teatral Historia de una escalera, de Antonio Buero Vallejo; la poesía de Blanca Andreu; o el ensayo La búsqueda de interlocutor y otras búsquedas, de Carmen Martín Gaite; no dejan de ser excepciones en una selección con abrumadora presencia de la narrativa. "A la hora de construir", señala Bértolo a elDiario.es, "esa especie de narración global que nos envuelve y forja como entidad social creo que la ficción cumple un papel especialmente relevante. Por esa razón, quiero suponer, las novelas son mayoría". La lista de novelistas resulta amplia y variada, desde Pío Baroja a Camilo José Cela, desde Luis Martín Santos a Juan José Millás, de Juan Eduardo Zúñiga a Antonio Ferres, además de algunos ya citados. No obstante, llama la atención la escasa presencia de autores sobresalientes nacidos en la segunda mitad del siglo XX como Antonio Muñoz Molina, Javier Marías, Almudena Grandes, Marta Sanz o Ignacio Martínez de Pisón. "Una vez establecida la interlocución entre literatura e historia como criterio", afirma el autor, "la selección de estos sí, estos no, responde a la condición de aquellas obras a mi entender más significativas y convenientes al respecto".
¿Quiénes somos? no mantiene un orden cronológico por la fecha de aparición de los libros reseñados o por el año de nacimiento de los autores, sino por secuencias temáticas que, a juicio de Bértolo, "esbozan un mapa de la literatura española del siglo XX: España como problema, el mundo rural, proletariado y revolución, el feminismo, el poder de la Iglesia, la Guerra Civil y la posguerra, la resistencia antifranquista, Europa como destino, la cultura de la Transición y el fin del espejismo". "Intentamos situar y comentar", añade, "cada obra seleccionada según su representatividad y significación en esa conversación dialéctica con la narración histórica".
Desde un inequívoco enfoque de izquierdas y desde la consideración de la literatura como un servicio público, "un arte con vocación de intervenir en la esfera pública democrática", la selección en ¿Quiénes somos? reniega de la pretensión del canon literario, que Bértolo califica de "arrogante y delicuescente porque los criterios sobre la calidad literaria son históricos, ideológicos y dinámicos". Por ello, los textos elegidos se sitúan en una perspectiva que acerca más a lecturas que "nos hablan de sueldos, opresión laboral, esperanzas engañosas, ilusiones perdidas, matrimonios carcelarios, el amor como daño, la mezquindad como ideología, la desigualdad de oportunidades o los desclasamientos sociales o estéticos".
Destaca también en este original e interesante ensayo que solamente una minoría de los libros elegidos hayan sido escritos por mujeres, algunos muy emblemáticos como Tea rooms. Mujeres obreras, de Luisa Carnés. ¿Cómo se ha valorado esa supremacía masculina? "La menor presencia de obras de autoras", señala Bértolo, "me parece consecuencia del cómo se ha venido leyendo la literatura y la historia del siglo XX desde una mirada hegemónicamente masculina. He tratado en lo posible de salirme de ella, pero el desequilibrio sin duda permanece si bien he buscado que una de las series temáticas que el libro persigue sea justamente el de la condición femenina".
Con una decidida vocación pedagógica en estos 55 breves comentarios, el ensayo aspira al debate e ilustra sobre las constantes relaciones entre la literatura y los momentos históricos en los que se plasma, vasos comunicantes que Constantino Bértolo subraya de modo muy especial. "Al igual que el transcurrir histórico deja su huella en la literatura, también ésta, al actuar sobre los imaginarios colectivos, al introducirnos en ella –la literatura no deja de ser una experiencia compartida-, ejerce su influjo sobre ese relato histórico". Así explica el autor las narraciones históricas y literarias, más semejantes de lo que parece, a pesar de que las primeras descansan en la objetividad y las segundas en lo subjetivo.