De Gloria Steinem pueden decirse muchas cosas: que fue una de las primeras periodistas feministas (y orgullosa de serlo) de la modernidad, que combinó su reporterismo y su escritura con un activismo que enriqueció sus textos con nuevos enfoques y aportaciones, o que es una de las leyendas vivas del feminismo, aunque el piropo suene un poco rimbombante.
Steinem (Ohio, 1934) escribió desde Nueva York para distintas publicaciones como Esquire o Cosmopolitan y cofundó New York Magazine. Su 'perspectiva de género' la llevó, al comienzo de su carrera, a trabajar en el Club Playboy de la ciudad para escribir sobre las condiciones laborales de las mujeres que allí trabajaban. Fue en el New York Magazine donde publicó en 1969 uno de sus artículos más emblemáticos, que contribuyó a impulsar su figura: "Después del poder negro, la liberación de las mujeres". En 1972 fundó, junto a otras periodista, la publicación Ms, la primera revista feminista, creada y dirigida por mujeres. Su primera tirada se agotó en apenas una semana, un reflejo de esa inquietud feminista que latía fuerte en la sociedad norteamericana de entonces.
La escritora, que interrumpió voluntariamente un embarazo en la clandestinidad cuando era joven, hizo periodismo de su aborto. Su testimonio fue uno de los primeros que sirvió para quebrar el silencio y la doble moral al respecto y obtuvo mucha repercusión. Más tarde, Steinem dedicó su libro 'Mi vida en la carretera' (publicado en España por Alpha Decay) al médico que le practicó aquel aborto. La dedicatoria reza así:
"Este libro está dedicado al doctor John Sharpe, médico londinense que en 1957, una década antes de que en Inglaterra fuese legal practicar abortos salvo en el supuesto de que la mujer corriera peligro, asumió el considerable riesgo de ayudar a una estadounidense de 22 años que iba camino de la India. Sin saber nada aparte de que la chica había roto un compromiso en su tierra para salir en busca de un destino incierto, le dijo: 'Tienes que prometerme dos cosas. Primero, que no le darás mi nombre a nadie. Segundo, que harás con tu vida lo que te apetezca'. Mi querido doctor Sharpe (...): lo he hecho lo mejor que he podido".
La legalización del aborto fue una de las banderas que Steinem agitó con fuerza. "Es nuestro Vietnam", dice su personaje en la serie Mrs America, de HBO, que narra la batalla del feminismo norteamericano en los años 70 para aprobar la Enmienda de Igualdad de Derechos en todo EEUU. En ese batalla Gloria Steinem es uno de los personajes principales, como líder pública pero también como estratega que hablaba con demócratas y republicanos para acercarlos a sus objetivos. Sus textos pero también sus discursos, sus apariciones públicas y sus frases audaces la convirtieron en una figura popular con gran poder de convocatoria.
El feminismo de la época no estaba exento de disputas y controversias. Desde la relación con el movimiento antirracista a la polémica sobre los derechos de las las mujeres lesbianas y su inclusión en el feminismo. Steinem ha abogado siempre por un feminismo incluyente y por lo que ahora llamaríamos 'interseccionalidad'. En una entrevista con elDiario.es en 2016 decía: "Las mujeres siempre han sido de segunda categoría pero es muchísimo peor para las mujeres de una casta inferior o de otra raza, por ejemplo en India o las mujeres afroamericanas". Sus ideas chocaron en ocasiones con las de otra grande del feminismo del momento, Betty Friedan, la autora de la 'La mística de la feminidad'. La altura de su pensamiento la coloca aún hoy entre lo más granado de la intelectualidad estadounidese.
Y no, Gloria Steinem no se libró de los ataques machistas, del paternalismo o de la condescendencia de sus propios compañeros de oficio, periodistas y escritores. El muy venerado Gay Talese trató de desmerecerla refiriéndose a ella como "la chica guapa de la temporada". Aunque una cosa está clara: su pelo largo y sus gafas de sol gruesas son para el feminismo lo que para la música es la boca con la lengua abierta de los Rolling Stone.
Todas (y todos) tenemos mucho que agradecer a Gloria (ahora la llamo por su nombre de pila, es algo que hacemos las fans), pero especialmente las periodistas y escritoras que tienen –tenemos– en ella un ejemplo vivo de compromiso intelectual, periodisítico, literario y feminista. Recuerdo varias conversaciones con colegas (hombres) de profesión que no sabían quién era Steinem. Quizá ahora, después de este reconocimiento, sepan quién es ella y, entonces, también comprendan mejor quiénes somos nosotras.