El historiador y experto en cómic Gerardo Vilches (Madrid, 1980) acaba de publicar un ensayo en la editorial Marcial Pons, La satírica transición. Revistas de humor político en España (1975-1982), donde repasa la poco estudiada trayectoria de esos medios en el marco de aquellos años de cambio. El autor reconoce que "fue una paradoja que revistas de humor que conquistaron la libertad desaparecieran con la democracia". A juicio de Vilches, la falta de suficientes lectores y el desencanto político tras los primeros compases democráticos, junto con crisis empresariales, fueron las principales razones que explican sus cierres: Hermano Lobo en 1976; Por Favor, en 1978; o El Papus, en 1985.
"De hecho", agrega Vilches, "la única revista que sobrevivió fue El Jueves, que era la más costumbrista y con un estilo de crítica social más que política. Además, El Jueves supo renovarse bien y adaptarse a los nuevos tiempos de normalidad democrática. En cualquier caso, conviene destacar que la instauración de la democracia se llevó también por delante a cabeceras tan prestigiosas en la oposición al franquismo como Triunfo o Cuadernos para el Diálogo. Asimismo, el periodo de la transición quemó etapas de forma muy rápida y, además, periódicos de información general que aparecieron entonces, sobre todo El País, ocuparon parte del espacio progresista".
Este experto en la evolución del cómic y la historieta, que ha escrito este libro a partir de su tesis doctoral, rechaza que la sátira política haya desaparecido de los medios de comunicación y mantiene que hoy se canaliza a través de las redes sociales, del humor gráfico en los diarios o de programas de televisión como El Intermedio. Ahora bien, Vilches admite que el público lector de revistas de humor no deja de ser minoritario y recuerda que pocas publicaciones, con la excepción de Mongolia ("humor ácrata y de ruptura de tabúes, muy en la tradición de El Papus"), han surgido en los últimos tiempos.
No está de acuerdo este profesor de la Universidad Europea con aquellos que defienden que se alcanzaron mayores cotas de libertad creativa durante la Transición que en la actualidad. "Por supuesto que asistimos ahora", explica Vilches, "a una deriva conservadora y ultra de ataques a la libertad de expresión. Buena muestra de ello serían las condenas a varios raperos. Sin embargo, cabe recordar que las revistas satíricas de la transición sufrieron constantes sanciones, multas, cierres y procesos judiciales. Sin ir más lejos, el dibujante José Luis Martín fue sometido a juicio por su personaje de Dios en El Jueves. De todas maneras, el asunto de la llamada corrección política representa un tema muy complejo y todo hay que situarlo en su contexto. Las sensibilidades sociales han cambiado mucho y hoy en día las redes sociales abarcan a públicos muy diversos con mensajes sin contexto".
Una de las sorpresas de este ensayo histórico se refiere a la escasa crítica que suscitaba la figura del rey Juan Carlos en aquellas revistas tan radicales e irreverentes, por otra parte. Junto con el Ejército, la figura del monarca fue muy poco cuestionada. "Mi opinión", señala el autor, que ha entrevistado a varios dibujantes y periodistas de aquellos medios, "es que Juan Carlos se movía en aquella época entre bambalinas y no formaba parte de la primera línea de la actualidad política. Por otra parte, resulta verosímil que existiera un cierto acuerdo no escrito en la prensa de no atacar al rey por el papel que podía jugar de freno al golpismo".
En las conclusiones de su interesante libro, que incluye algunas ilustraciones y dibujos de aquellas revistas satíricas, Gerardo Vilches no se muestra partidario ni de alabar ni de demonizar la Transición. Ni fue modélica ni tampoco fue rechazable. "Tanto desde la prensa de los años ochenta, como desde la historiografía de la época se criticaron muchos aspectos. Pero aquel periodo tuvo conflictos, pactos, consensos… Hubo un poco de todo y, en realidad, se hizo lo que se pudo. ¿Que hubo déficits democráticos? Por supuesto. Pero someter la Transición a un juicio sumarísimo, me parece algo maniqueo".
Del mismo modo hay que considerar con perspectiva histórica la aplastante hegemonía masculina en las revistas de humor de los años setenta y ochenta. Salvo contadas excepciones como la dibujante Nuria Pompeia y las escritoras y periodistas Maruja Torres y Rosa Montero, que impulsaron enfoques feministas, el resto de las redacciones estaban integradas por hombres. "Está claro que aquellas revistas satíricas respondían a esquemas machistas como toda la prensa de la época", señala Vilches.