Pero nada interrumpe aquel momento de nirvana acústico. El compositor vuelve a sonreír al mismo tiempo que sube el sonido de los violines para más tarde elevar el de los violonchelos. "Eso fue delicioso", celebra el director ante una inusual orquesta: sus integrantes apenas superan la veintena. 

59 jóvenes de diferentes países se han reunido esta semana en Madrid, junto a maestros de las orquestas más importantes del mundo, para preparar una gira de conciertos que les llevará a Oviedo o al Festival Internacional de Música Clásica de Canarias. Se trata del proyecto Encuentros, esta edición apadrinado por el arquitecto Frank Gehry, que nació en 2018 de la mano de la Fundación Dudamel para inspirar a una nueva generación de artistas a través de talleres y clases magistrales. 

"La intención es brindarles un espacio de encuentro para la interacción a través del aprendizaje musical y humanista. Esa es la razón de este proyecto", explica a elDiario.es Dudamel, director de la Ópera de París, de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles y de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela. Los alumnos, un conjunto heterogéneo y paritario, tienen así la oportunidad de coincidir bajo un mismo techo para transformarse de forma colectiva mediante la música.

Son jóvenes como Andreas, de 22 años, que en el momento del ensayo fue responsable de un solo de violín que hubo que repetir hasta que ya, en la tercera ocasión, acabó sonando de forma armónica y en sincronía tanto con las notas precedentes como con las siguientes. "De venir de nada, de no ir a ningún concierto, he pasado a estar con Dudamel y tocar en El Prado", reconoce emocionado. Tuvo la casualidad de coincidir en este proyecto con Estefanía, compatriota boliviana y formada junto a él en la Iberacademy de Colombia, una trayectoria que da buena muestra de lo multicultural de este encuentro. "De hecho, una vez me preguntaron por cómo representaba mi cultura a través de la música, y la respuesta es que precisamente la música es capaz de romper todas las barreras culturales porque en sí misma ya es una cultura", cuenta la violonchelista. 

Junto a Andreas y Estefanía está Skylar, procedente de EEUU y encargado de tocar el contrabajo. Coincide con sus compañeros en que esta es "una gran experiencia porque conoces a mucha gente y haces nuevos amigos, algunos de ellos con los que probablemente tendremos contacto el resto de nuestras vidas". Destacan también las dificultades por la pandemia del coronavirus, que ha tenido consecuencias tanto sociales como profesionales al provocar que algunos lleven más de un año sin poder tocar en una orquesta.

"Las complicaciones con la pandemia han hecho este encuentro incluso más importante, porque su significado es alimentar el alma tras todos estos meses en los que hemos estado pasándolo tan mal", destaca la actriz María Valverde, que también colabora con esta iniciativa y aclara el método para seleccionar a los estudiantes. "Pertenecen a distintos conservatorios de diferentes países y han tenido que enfrentarse a audiciones en sus respectivas orquestas para llegar a este encuentro", apostilla.

"Esa primera nota es como tener la boca abierta y que se nos caiga la baba", explica Dudamel a los alumnos, a modo de indicación. Lo siguiente es una melodía que suena justo como eso, como un susurro que sugiere de forma alegre pero delicada. Una invitación a disfrutar de un instante. "Perdón, ya sé que soy un dolor", lamenta el compositor ante sus aprendices, que no comparten esa perspectiva. 

"Es muy bonito, porque Gustavo se ha preocupado de traer profesores de alto nivel, concertinos de las mejores orquestas del mundo, como la de Viena, la de Los Ángeles o la Simón Bolívar, y eso nos está aportando una visión de cómo es ser profesionales dentro de una orquesta", afirma Jorge, uno de los dos jóvenes músicos españoles que participan en este encuentro tras formarse en el ORCAM. A pesar de tener solo 22 años, su formación no ha sido precisamente corta. "Llevo desde pequeño. Son 4 años de grado elemental, 6 de profesional, 4 de superior y justo ahora acabo de terminar", enumera.

Pero aunque los jóvenes músicos agradecen este tipo de oportunidades, ya que como declara Andreas es "una bofetada de inspiración", el futuro es algo más incierto. "Uno realmente no sabe lo que puede pasar, Pueden surgir oportunidades como esta, que te hacen crecer tanto en tantos sentidos y en tan poco tiempo, pero es impredecible" responde Estefanía.

Al menos en nuestro país, el modelo español de orquestas de financiación pública ha permitido a parte del sector sobrevivir a la crisis del coronavirus, a diferencia de lo que ocurrió en otros países como Reino Unido o Estados Unidos, donde instituciones como la MET de Nueva York tomaron la decisión de cancelar toda actividad y sueldo hasta septiembre de 2021. El problema es cuando se pone el ojo (o el oído) en algo más que en las grandes bandas u orquestas sinfónicas, donde logra entrar una minoría. Los freelance o los profesionales de "clase media", que encontraban en los grupos de cámara o la docencia una forma de ganarse la vida, no están pasando precisamente por su mejor momento. 

Por eso, según Dudamel, "es muy importante que la cultura no se deje a un lado, porque en todas las crisis siempre es lo que se queda rezagado". "Hay que concebir la cultura como un elemento fundamental y no solo de entretenimiento, sino de riqueza integral para el ser humano", reivindica el director.