Una historia que el cine ha contado durante décadas, la historia romántica platónica que caló dentro de millones de jóvenes que buscaban un príncipe azul. Querían ser Sissi, ponerse sus vestidos, vivir en sus palacios y tener un amor como el suyo. Gracias al feminismo ahora esa Sissi ya no es ejemplo a seguir, sino de relaciones tóxicas y del daño que ha hecho la ficción a la hora de trasladar al imaginario popular cómo deben ser las parejas y cómo deben comportarse las mujeres.
Solo hay que pasear por el museo de Sissi en Viena para darse cuenta de que la historia que nos contaron era un camelo. La exposición, llena de sus vasijas, muebles y cuadros, cuenta la historia de una joven que fue obligada a casarse y una infeliz a la que arrebataron sus ansias de libertad. Lo plasmaba en sus poemas, tristes, que ilustran todas las paredes del museo. Para escapar de esa rutina la propia Sissi se convirtió en una rebelde dentro de sus posibilidades. Eso es lo que muestra La emperatriz rebelde (Corsage), la película que rompe radicalmente la visión de Isabel de Baviera para ofrecernos una mirada moderna y feminista.
La responsable de esta mirada es Marie Kreutzer, directora austriaca que se mueve en el filo entre un biopic convencional y los arrebatos anacrónicos gracias al uso de la música y la actitud de su Sissi, una imponente Vicky Krieps que suena en las quinielas para los próximos Oscar gracias a su emperatriz empoderada que fuma heroína, se masturba o le busca una amante a su marido porque no quiere tener sexo. Una mujer marcada por el duelo de la muerte de una hija que ya no es la damisela salvada por el príncipe azul.
La actriz de El hilo invisible, que también tiene en cartelera Abrázame fuerte, es el centro alrededor del que orbita la película, y de hecho fue idea suya realizar esta irreverente biopic. Se lo contó a la directora hace años, en 2016, cuando ya habían coincidido en We used to be cool. Rodaban en Viena y Krieps lanzó la idea al aire. Su directora le dijo que eso era “totalmente cursi”. “No lo veía interesante para hacer una película. Me dijo que ya conocíamos las de Romy Schenider y que Sissi era algo para turistas, una tienda de souvenirs. Yo recordé cuando leí una biografía suya a los 15 años y tenía el recuerdo de que ella sentía una tristeza, que era un misterio detrás de un telón. Era demasiado joven para entenderla, pero sentía que había algo que no estaba bien, y eso me hizo interesarme por ella”, cuenta la actriz.
Ese interés volvió como un terremoto cuando la actriz tuvo a su segundo hijo. Sufrió la presión por “la imagen que debía tener como mujer, estar a la altura, ser bella, pero también ser inteligente aunque no demasiado, no ser un problema, ser amable, tener hijos pero ser sexy, ser divertida… así hasta el infinito”. “Eso hizo que me interesara todavía más y se lo sugerí de nuevo a Marie. Fue al archivo, empezó a investigar y a empezar pequeños actos de rebelión como no presentarse a comer en una comida formal. O fumar. Hacía cosas que no debía hacer”, explica Krieps que se muestra complacida con la traducción del título original (Corsage, que hace referencia al corsé que oprime a la protagonista) como La emperatriz rebelde: “fue ese elemento de rebelión lo que hizo que Marie se interesara por investigar y que finalmente me enviara el guion”.
Krieps cree que la historia es una herramienta para ver el presente y para ver cómo están ahora las mujeres, por eso le gusta que haya películas que cuentan la historia de mitos como Sissi o Marilyn desde otros puntos de vista, rompiendo lo que se ha contado de ellos en las historias oficiales. “Normalmente lo que descubres es que la realidad es completamente diferente a lo que te han mostrado. Marilyn era alguien similar a Sissi, alguien que sufría por no poder ser ella misma. Le daban pastillas para dormir, lo cual es una idea estúpida dárselas a una mujer solo porque estaba ‘triste’. Eran personas que estaba bien y que fueron destruidas por la sociedad. A las mujeres siempre se las ha reducido, en cierto, modo, a seres emocionales. Si tienes una crisis te llaman histérica”, añade.
La propia película es un acto de rebelión. La directora rompe con la fidelidad histórica, usa muebles o música que no corresponden a esa época. "Eso nos lleva a la reflexión de qué es realmente la historia, qué sé de la historia o quién soy yo para contarla”, dice la actriz, que cree también se produce la reflexión “sobre quién es esta mujer o sobre la definición misma de una mujer”. "¿Por qué ponemos esos roles a las mujeres como sociedad? ¿Por qué les decimos cómo tienen que comportarse las mujeres; como madres, como reinas, como putas, como santas? Todo eso son tonterías. Estamos en una ficción y lo que tenemos que hacer es romper todas esas convenciones”, zanja.
Ahora toca promocionar la película en EEUU de cara a los premios, una experiencia que ya vivió con El hilo invisible y que no fue del todo agradable, pero confiesa que si esta vez ocurre, iría a reírse y divertirse: “Era la primera vez que salía en la prensa, y a mí no me gusta que me miren, así que fue muy extraño. Luego me tomé un tiempo de descanso y volví a ser yo misma. Ahora soy yo misma e hice esta película que es muy personal para mí, así que ahora sí que lo disfrutaría”.