Hubo que esperar al fallecimiento del director de El verdugo o La escopeta nacional, cinco años después, para poder entrar en aquel santuario clandestino. El chalé de Somosaguas, con un extenso jardín y piscina y compuesto por varios módulos de vivienda, fue vendido por su viuda, María Jesús Manrique, y sus hijos José Luis y Fernando a finales de 2019. Un total de nada más y nada menos que 74 cajas salieron de aquel estudio, un legado que fue depositado entonces en la Filmoteca Española, un organismo que depende del Ministerio de Cultura. Pero ese archivo berlanguiano se halla todavía en una fase inicial de catalogación y digitalización porque, en buena medida, la pandemia retrasó esas tareas. Entretanto, tras unas negociaciones que duraron varios años, el Ministerio de Cultura alcanzó finalmente un acuerdo el pasado mes de diciembre con los hijos de Berlanga (la viuda falleció el verano pasado) para la compra de ese archivo por un valor de 375.000 euros.
A juicio de los responsables del Ministerio, se trata de “uno de los archivos más completos y complejos que ha recibido Filmoteca Española” y añaden que “podrá arrojar mucha luz sobre la vida cultural de España en el siglo pasado y sobre una de las figuras artísticas y culturales más relevantes”. En esta línea, Cultura ha destacado que el legado berlanguiano ofrece mucha información sobre sus procesos creativos, al igual que sobre sus numerosos enfrentamientos con la censura durante la dictadura franquista. El archivo de Luis García-Berlanga se suma así a otros legados recientes, bien comprados por Filmoteca o bien resultado de donaciones, de otros cineastas importantes como Basilio Martín Patino, Iván Zulueta, Félix Murcia y Cruz Delgado.
El storyboard de ¡Bienvenido, Mr. Marshall! y el de Calabuch. El plano de los decorados de Esa pareja feliz. Dossieres gráficos elaborados para buscar localizaciones para las películas. Diapositivas, negativos y fotografías positivadas, familiares y de rodajes, como esta que acompaña el artículo en la que Berlanga sonríe junto al actor francés Michel Piccoli, durante el rodaje de París-Tombuctú en 1999. Las notas del colegio. Los abonos del Valencia Club de Fútbol. Las felicitaciones de Navidad que recibía. La documentación de su paso por la División Azul. Dibujos realizados por el propio Berlanga: muchos son eróticos, otros son personajes, objetos o cómics a rotulador, a carboncillo o a acuarela. Y carteles, toda una gran colección, no solo de películas propias sino también ajenas. Todo eso forma parte del archivo pero también recortes de prensa, fotocopias de artículos con entrevistas o información de las películas y todo tipo de material promocional sobre estas.
Actualmente se está trabajando en la digitalización, catalogación y estudio del contenido de las 74 cajas en las instalaciones de la Filmoteca Nacional, en Madrid. Lo están llevando a cabo técnicos de la Fundación la Caixa ya que con parte de ese material se realizará una gran exposición en el centro CaixaForum València para 2024.
Mientras avanzan los trabajos de catalogación del inmenso archivo, las autoridades valencianas, con el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, a la cabeza, han reclamado el traslado del legado a Valencia. Puig ha confirmado a elDiario.es su intención de negociar ese traslado. “Estamos pendientes”, afirma, “de hablarlo con el Ministerio de Cultura y de encontrar una ubicación adecuada en Valencia con un planteamiento de un modelo moderno y claramente audiovisual”. El valenciano Luis García-Berlanga siempre estuvo muy ligado a su ciudad natal, aunque residió gran parte de su vida en Madrid, y su cine se halla profundamente influido por sus raíces y por “esa biología mediterránea” de la que hablaba con frecuencia el director. Por otra parte, Berlanga representa una figura incontestable para todos los sectores valencianos, un mito cultural comparable al pintor Joaquín Sorolla o al escritor Vicente Blasco Ibáñez. Por ello, tanto las instituciones (Generalitat, Ayuntamiento) como la sociedad civil se volcaron durante el año 2021, cuando se cumplió el centenario del nacimiento del cineasta, en una exitosa y popular conmemoración que abarcó exposiciones, congresos, proyecciones públicas y un sinfín de eventos. En cualquier caso, si la petición del traslado a Valencia prosperara, las autoridades valencianas se marcarían un buen tanto a pocos meses de las elecciones municipales y autonómicas de mayo.
Ahora bien, no parece que el Ministerio de Cultura y Deporte, que dirige Miquel Iceta, se muestre muy entusiasta a la hora de trasladar el archivo de Berlanga. A pesar de las buenas relaciones entre el ministro y el presidente de la Generalitat, un portavoz de Cultura se limita a dar una escueta respuesta: “La ubicación definitiva del legado de Berlanga no se ha decidido aún”. Algunas fuentes cercanas a la negociación opinan que el Ministerio, después de haber comprado el archivo, exigirá garantías de su buena conservación, de la accesibilidad para investigadores y público y de su instalación en un local adecuado. De hecho, la Filmoteca Valenciana no reúne ahora mismo las condiciones idóneas para alojar un archivo de esta importancia y características o para las posibilidades futuras de un museo dedicado a Berlanga.
El director del Institut Valencià de Cultura, Abel Guarinos, institución que ya acoge un museo virtual sobre Luis García Berlanga, afirma que recibirían con los brazos abiertos el legado berlanguiano, pero matiza que las negociaciones apenas se hallan en una fase inicial. Cabe recordar en este sentido los frecuentes choques entre Cultura y las comunidades autónomas a cuento del patrimonio cultural. En el caso valenciano el último desencuentro afectó a la Dama de Elche, uno de los monumentos íberos más relevantes del país, que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional. Así, el Ministerio rechazó el traslado de la simbólica figura a Elche el pasado año para celebrar el 125 aniversario de su descubrimiento alegando que tendría “consecuencias catastróficas” para el monumento. “Lo primero es la conservación de la Dama”, afirmó Cultura. No obstante, las autoridades valencianas apelan ahora al propósito expresado por el Gobierno de descentralizar sedes y organismos nacionales para evitar una excesiva concentración en Madrid.