La sentencia no solo declara probado que fue él quien llevo las obras hasta la sala de subastas, sino que eran falsas. En el caso de las de Chillida, por ejemplo, en base a informes firmados por uno de los hijos del artista. En el caso de las del andaluz José Guerrero, entre otras pruebas, con un certificado del director del Centro Guerrero de Granada. Todos los informes concluyen que las 15 obras "son plagios y resultan falsificadas".
El acusado trabajaba como diseñador gráfico, tenía conocimientos y obra propia y se dedicaba a intermediar para la subasta de obras de arte y por eso, dice el tribunal, "no se trata de un hecho fortuito o aislado" o no fue su "buena fe" la que le llevó a aceptar sin darse cuenta hasta 15 obras falsificadas. Conocía "la no originalidad de las obras", dicen los jueces, y "a pesar de ello ofertaba las obras falsificadas". Esta no era la primera vez, recuerda la sentencia, en que era investigado por intentar vender una obra falsa de Eduardo Chillida.
Los jueces no tienen pruebas suficientes, eso sí, para declarar probado que fuera él personalmente el que falsificara las obras de arte pero le consideran responsable del engaño.
El resultado es una condena, todavía recurrible, de cuatro años de cárcel: dos años y tres meses por un delito continuado contra la propiedad intelectual y un año y nueve meses más por estafa. Esta condena también incluye una multa de 4.860 euros y la obligación de indemnizar a los afectados, entre ellos los herederos del artista andaluz José Guerrero o los titulares de los derechos de autor de la obra de Chillida.