El también productor musical ya había publicado varios poemarios como Herido diario (2015), El mundo es un gato jugando con Australia (2019) y Amoratado (2022). Además de contar con siete discos en el mercado. Pero este es su debut en la novela. Un libro muy tierno que funciona como un canto a los polos que no saben gestionar que se atraen, a las almas heridas, a los que persisten pese a la precariedad, a las responsabilidades heredadas no queridas y a las meteduras de pata.
Rayden se ancla a la cotidianidad, a un Madrid que acoge hasta cuando parece estar demasiado lleno y a la naturalidad para componer un relato en el que cada capítulo está introducido por el fragmento de canciones de diferentes artistas. Entre ellas, Desconocidos de Carmen Boza, Valiente de Vetusta Morla, A dónde ir de Viva Suecia y Sixtinain de Guitarricadelafuente. Con ella dota de bandas sonoras particulares a cada episodio, que combina dos narradores diferentes: Sáhara y Ciro. La primera es una joven que ayuda a su exigente madre en la floristería que regenta en el barrio de Malasaña. El segundo cubre a un repartidor de comida con el que chocó para ayudarle económicamente, suplantando su identidad.
Dos vidas distintas que transcurren en paralelo, como tantas otras, ahogadas por la presión imperante de ir a contrarreloj, de cumplir con las expectativas, de ser capaces de disfrutar como se pueda por el camino; y de darse tiempo para sentir, de vez en cuando, algo distinto a la traicionera y perversa satisfacción que genera producir. Rayden da espacio a los encuentros por casualidad, a la torpeza y a las cicatrices. Y lo hace, además de combinando dos relatos en primera persona distintos; mezclando distintos formatos. Hay poesía, hay prosa, hay transcripciones de conversaciones por WhatsApp y anotaciones sobre las calles por las que circula el mensajero con su bicicleta; que confieren a la novela un ritmo que traduce en palabras el que se siente al recorrer las calles de Madrid. Pero sin los empujones.
Aunque bueno, a la hora de definir lo que implica andar a según qué hora por según que zona de la ciudad, da en el clavo porque lo describe con ingeniosa ironía: "Malasaña a las 20:30 de la tarde en mayo es un holocausto zombi. Esta hora es la niña cantando con el micrófono dentro de los muros de Israel en Guerra Mundial Z. Malasaña a las 20:30 de la tarde en mayo es un Tetris incómodo de piernas enfrentadas en la mesa de un AVE entre extraños que aceptan su lugar, rodeados de carteles de conciertos arrancados".
"La sociedad nos exige que andemos del mismo modo sin pararnos a pensar que el único movimiento que clavamos como un equipo de natación sincronizada es el tropiezo", escribe el autor. Pero El acercamiento de la mujer cactus y el hombre globo no es un libro pesimista. Abraza el error porque no lo omite, ni tampoco lo sobredimensiona. Es consciente de que existe y no lo trata como una condena que, sí o sí, terminará cumpliendo; sino como una parte intrínseca de la vida de la que hay que aceptar, de la que hay que reírse y aprender sin fustigarse de más. O al menos intentarlo.
La novela resuena igualmente actual por cómo aborda problemas acuciantes como el creciente e insultante precio del alquiler y la precariedad laboral. Ciro describe así un piso en el que vive su amigo Nico junto a su pareja y sus dos hijas: "Dos habitaciones mal distribuidas en el entresuelo de cuarenta metros cuadrados. Un salón asfixiante con vistas a un patio interior para mostrarte que te falta una altura para estar a pie de calle". Y con un precio difícilmente permisible. Palabras que jamás aparecerían en un anuncio de Idealista pese a que las viviendas a las que hagan referencia bien podrían encajar en ellas.
En esta era en la que parece que "todo vale", relatos que se alejan de la idealización de los pisos por la que sí han apostado otras ficciones; se agradece comprobar que las hay que mantienen los pies en la tierra, representan y en cierto modo se implican. Lo aspiracional frustra, lo realista, al menos, acompaña.
El debut en la novela de Rayden llega tras su incursión en la primera edición del Bendorm Fest el año pasado, en la que optó a representar a España en Eurovisión con su tema Calle de la Llorería. Entre medias ha lanzado varios sencillos como Ser, estar, aparecer junto a Covi Quintana; En el cielo de la boca con Álvaro de Luna; y El lenguaje de los coleteros con Dani Fernández. El último fue lanzado el pasado viernes, en colaboración con Fran Perea: Me sale a cuenta.
Una canción que forma parte de Uno más uno son 20, álbum con el que el actor está celebrando el 20º aniversario de La chica de al lado acompañado de otros artistas como Ginebras, La Oreja de Van Gogh y Bely Basarte. Junto a ellos está rindiendo homenaje al que fuera su primer trabajo discográfico, que lanzó en 2003 de la mano de su éxito por la serie Los Serrano. De hecho, para el videoclip de este último single, ha contado con la participación de Verónica Sánchez, quien interpretara a su pareja en la ficción.
"No quiero andar tras de ti ni un día más / Calculando el interés que te dejo a fin de mes / No sale a cuenta y es mejor que cuides tu mitad / Quiero ser el portador de tus momentos de verdad", reza el estribillo. Al igual que ocurre en la novela, el amor es el tema central que sirve de motor, excusa y vínculo.
La forma en la que las vidas de los dos protagonistas terminan entrelazándose es poderosa porque ya no tienen una edad en la que lo que reluce es la ilusión por las primeras veces. Aquí las primeras se convierten en pocas o muchas que no siempre han importado lo que deberían, en las que el sexo se ha podido convertir en canalizador de otras cosas, en las que todavía queda mucho por vivir pero ya no hay hueco para la inocencia. "La adolescencia se mide en primeras veces. La madurez se define por viejas decepciones", reflexiona el personaje de Ciro.
Por eso los vínculos se convierten cada vez en algo más poderoso, o por lo menos diferente. La adolescencia es una bomba de etapa vital. Implica tomar conciencia de quién se es más allá de la obligación —según en qué caso muy temprana— de tener que tomar decisiones del calibre de qué carrera estudiar. Se comienza a entender la magnitud del lugar que cada persona ocupa en el mundo y asumir esa responsabilidad no es fácil. Según el contexto de cada cual, irá acompañado de releer traumas, celebraciones, experiencias y conexiones.
Por ello, sorpresas, desengaños y esfuerzos aparte; lo que emerge a partir de ahí tiene un sabor distinto. Ni mejor ni peor, nuevo. El libro lo refleja con dos personajes principales a los que da la voz para que el lector se adentre en sus pensamientos, se retrotraiga, empatice y sonría para sí mismo al verse reflejado en las situaciones que plantea, aunque no siempre sean cómodas.
Las ciudades están llenas de lugares que albergan encuentros inesperados. Están los bares, los portales, las plazas, los centros de salud, el autobús... Y, por qué no, un colegio electoral. Rayden emplaza ahí la reunión casual entre dos personas que están empezando a conocerse. Unas elecciones autonómicas se erigen como coyuntura para plantear debate político y generar conversación intergeneracional entre lo que implica votar.
"Es la jornada del patriotismo desechable. Del estand vacío en la sección de chorizos. De acudir a las mismas escuelas donde aprendimos valores para olvidar que votamos para acreditar mentiras. De niños cambiábamos el mundo en pequeñas charlas de papelera sacando punta infinita a nuestros lápices. Hoy, envejecidos, volvemos a las mismas aulas para tirar el futuro a una basura con forma de urna. Hoy es la jornada de las mentes cerradas. De los nombres tachados en el censo. Del robo escrutado", lamenta desencantado uno de los protagonistas al inicio de un día que concluirá con la victoria de Isabel Díaz Ayuso como presidenta. La política se torna en tema de conversación entre dos incipientes amantes, para los que saber si la otra persona mantendría relaciones sexuales con Ayuso funciona como baremo al que aferrarse.
Rayden vuelca así pensamientos en 344 inteligentes, efectivas y entretenidas páginas que, en esencia, relatan la historia de un amor que se esfuerza en evitar los obstáculos dispuestos a evitar que se apueste por algo que puede merecer la pena.