No es la primera vez que ocurre y es una práctica habitual en los teatros públicos cuando estos son dirigidos por artistas en lugar de gestores.

Desde su nombramiento como director artístico del Teatro de la Zarzuela, en septiembre de 2015, el INAEM indica que ha adquirido derechos de propiedad intelectual a Daniel Bianco como director escenógrafo “en otras dos nuevas producciones” programadas por él mismo: Benamor (en 2021), gracias a la que cobró 20.000 euros; y Gatita blanca / Enseñanza libre (en mayo de 2016), 18.000 euros. Y esto es así a pesar de que la ley de propiedad intelectual ni siquiera reconoce expresamente a los escenógrafos como generadores de derechos de autor. No obstante, el INAEM sí los está reconociendo en el Teatro de la Zarzuela y está remunerando a su propio director adquiriendo derechos de explotación como pago de sus trabajos como escenógrafo, al margen de su salario como director del teatro.

El INAEM explica a este periódico que el pago por la cesión de estos derechos de propiedad intelectual “se decide en el marco de la programación artística de la unidad por parte de su director artístico”. Es decir, el propio Bianco. “Para cada dirección artística de las unidades del INAEM existe (además del contrato de alta dirección) un acuerdo marco en donde se estipula un importe máximo para la adquisición onerosa de los derechos de propiedad intelectual por cada producción o creación artística”, añade el INAEM. Según la adjudicación, el INAEM retendrá estos derechos durante 20 años, un tiempo mucho más extenso del que suele ser habitual en otros teatros.

Sin embargo, hay más montajes en los que Daniel Bianco (Buenos Aires, 1958) ha cobrado un ingreso extraordinario a su salario, cuya cantidad es cercana a los 75.000 euros anuales, tal y como indica el sindicato UGT a este periódico. En estos ocho años de dirección de la Zarzuela, Bianco se ha beneficiado de otras cuatro obras más, programadas por él mismo en la Zarzuela: Don Gil de Alcalá (en 2022); El caserío (2019), por la que recibió 9.000 euros; Katiuska (2018), 7.000 euros; y El cantor de México (2017), gracias a la que recibió 18.000 euros.

“Estos títulos son reposiciones de espectáculos procedentes de otros centros de producción que se programan en el Teatro de la Zarzuela, por lo tanto no son encargos de diseño de nueva escenografía”, advierten desde el INAEM. No son novedad pero el INAEM adquiere los derechos de autor de los diseños de escenografías por cada uno de los montajes como inversión para no tener que pagarlos de nuevo en futuras reposiciones, algo habitual en la zarzuela pero no tanto en otro tipo de escenarios.

El INAEM aclara a este periódico que Daniel Bianco no ha incumplido su contrato al crear las escenografías de varios espectáculos dirigidos por otros y que él mismo ha programado para el Teatro de la Zarzuela. El INAEM tampoco ve conflicto de intereses en la maniobra. De hecho, apuntan que es una cláusula de la que disfrutan los directores de todas las unidades de producción del organismo del Ministerio de Cultura.

Bianco es un escenógrafo de reconocida trayectoria internacional, que llegó a la institución en octubre de 2015, nombrado por Montserrat Iglesias, directora del INAEM entre 2014 y 2018. Durante la gestión de Bianco la ocupación se ha elevado al 93%, ha logrado duplicar el número de abonados y ha rebajado la media de edad del público en casi 10 años. Después de agotar los cinco primeros años de contrato, el INAEM prorrogó otros tres más a Bianco, que será sustituido por Isamay Benavente, la primera mujer en dirigir la institución en 167 años de historia. Y, sobre todo, será una gestora de lo público, no una artista.

“Estoy amparado por mi contrato. Trato de favor sería si contratara a mi hermano. Además he hecho nuevos montajes y reposiciones para guardar el equilibrio económico”, contesta Daniel Bianco a elDiario.es, que en diciembre inaugurará en La Scala con una escenografía. “He hecho gratis, sin cobrar, más de 50 encuentros entre bambalinas. No he cobrado conferencias”, cuenta Bianco.

La construcción de la escenografía de Trato de favor será la segunda más cara bajo el mandato de Bianco en el Teatro de la Zarzuela: costará 224.000 euros. La más cara es Benamor, donde Bianco gastó 280.000 euros en la construcción de su escenografía. En el resto de producciones de estos ocho años es difícil encontrar un montaje cuya inversión en escenografía supere los 140.000 euros.

La escenografía de Trato de favor recrea el interior de una cárcel, inspirada en la Modelo de Barcelona, cuyo último acto se transforma en un apoteósico escenario de Eurovisión. El libreto lo firma Boris Izaguirre y la interpretarán Ainhoa Arteta y Nancy Fabiola Herrera. La música de la obra es de Lucas Vidal y de la dirección de escena se encargará Emilio Sagi.

El vínculo profesional entre Bianco y Emilio Sagi se remonta a varias décadas, varias instituciones y unas 30 producciones. Desde el Teatro de la Zarzuela, Bianco encarga una creación a Sagi y este le encarga la escenografía. “Esto es una práctica habitual desde hace decenios”, indican los trabajadores consultados por este periódico, que prefieren no dar su nombre.

“El director del teatro, ya sea Emilio Sagi, Luis Olmos o Daniel Bianco, utiliza su cargo público para hacer carrera, en beneficio propio. Hay que preguntarse cómo repercute esta práctica en la calidad del teatro público. ¿Contrataría un director de escena o escenógrafo, ejerciendo su cargo de director del teatro, a alguien que sea escenógrafo o director de escena y al que reconozca superior en calidad a sí mismo? Hay decenas de casos escandalosos, todos legales, que demuestran una indecente falta de ética y desprecio a lo público”, explican los trabajadores del Teatro de la Zarzuela.

Desde UGT aseguran que los derechos de propiedad intelectual “no deben ser una artimaña” para que estos cargos de alta dirección de la administración pública perciban un ingreso extra por parte del Ministerio de Cultura y Deporte. “El INAEM debe cumplir la ley de contrataciones del Estado en todos sus términos y por lo tanto se deben licitar públicamente todos los suministros y servicios que se requieran para su actividad escénica”, informan desde el sindicato a elDiario.es.

“¿Qué debería ser un teatro público? ¿Debería tener gestores que no fueran artistas? Yo mismo me respondo: sí. Ahora ha ganado la dirección del Teatro de la Zarzuela una gestora. Yo me considero muy buen gestor, pero creo que los artistas deben desaparecer de la gestión”, reflexiona Bianco. En el caso de los museos públicos hace mucho tiempo que los artistas desaparecieron de las direcciones para dejar paso a los gestores culturales. Tampoco los conservadores de los museos públicos cobran un salario extraordinario por investigar para las exposiciones temporales.

El propio Bianco señala a este periódico que su caso no es excepcional, que “esto les sucede a todos los directores de las unidades del INAEM”. Es cierto, no es el único artista que participa en las producciones de la institución pública que dirige. El dramaturgo Alfredo Sanzol es el director del Centro Dramático Nacional y ha cobrado 27.500 euros por los derechos de propiedad intelectual de la dirección de escena del montaje Fundamentalmente fantasías para la resistencia, una comedia con trasfondo geopolítico en cartel en estos momentos. Sanzol disfruta de un salario anual similar al de Bianco.

Pero la cuenta de beneficios de Sanzol en este montaje crece gracias a los derechos de autor de la obra que él mismo ha escrito, por la que el INAEM le ha ingresado otros 12.000 euros. A finales de 2021 recibió otros 27.500 euros por los derechos de propiedad intelectual sobre la dirección de escena del montaje El golem, escrita por Juan Mayorga. En 2020, fueron 27.500 por el montaje El bar que se tragó a todos los españoles y otros 27.500 por Macbeth. Esta práctica conlleva el beneficio de los colaboradores habituales de los directores de los centros. Como el caso Bianco-Sagi, Sanzol acude a Alejandro Andújar, escenógrafo de su confianza desde 2007, cuando trabajaban en la sala Cuarta Pared (Madrid). Andújar diseña las escenografías pero también el vestuario de los montajes del director del CDN. Y entre 2020 y 2021 amasó contratos por valor de al menos 50.000 euros. Este periódico ha tratado de contrastar estos datos con el propio director del CDN, que ha declinado responder a las preguntas.

Los artistas escénicos a los que la ley sí les reconoce su calidad de autores son los dramaturgos, los escenógrafos y los coreógrafos, los cuales sí pueden darse de alta en Sgae y recibir un porcentaje de la taquilla. A finales de 2022 el INAEM adquirió los derechos coreográficos de la obra Passengers Within, del coreógrafo Joaquín de Luz (Madrid, 1976), director del Centro Nacional de Danza (CND), que programó la obra en el centro público. El responsable del CND desde 2019 cobró 32.400 euros por este montaje. Joaquín de Luz negoció con el INAEM uno de los salarios más altos de todas las direcciones, con 90.000 euros anuales.

En 2021 el INAEM compró por 10.890 euros los derechos de autor de la coreografía Arriaga, que Joaquín de Luz montó, un precio similar al pagado a Ricardo Amarante en 2020 por la coreografía Love, fear, loss:14.500 euros. Chevi Muraday recibirá 18.000 euros por la creación del ballet Corea Lasciva. Pero el mayor reconocimiento económico a favor de Joaquín de Luz fue la versión que montó del clásico Giselle, por la que el INAEM le abonó 49.200 euros en 2020. Aquel montaje no fue de los más económicos, porque además de los 18.000 euros de la escenografía a favor de Ana Garay, el INAEM pagó 75.000 euros a Silvia Martínez Peñas por una obra audiovisual incluida en el montaje.

Rubén Olmo (Sevilla, 1980), bailarín y coreógrafo, es director del Ballet Nacional de España desde 2019. Recibió del INAEM 28.552 euros por los derechos de autor de la coreografía de la obra Estampas flamencas, estrenada en abril de 2021 en el Teatro de la Maestranza de Sevilla. En 2020, obtuvo 14.129 euros por Jauleña y 11.000 euros por Invocación bolera.

Desde las asociaciones profesionales de las artes escénicas advierten la fuerte caída de las remuneraciones en la escenografía: entre un tercio y la mitad de lo que se pagaba hace cinco años. Una profesión de autónomos que adelantan su trabajo durante el periodo de ensayo y producción y que luego han de esperar entre un mes y dos para cobrar unas facturas que suelen ser por caché –o caché más un porcentaje de derechos de autor– y que oscilan entre los 5.000 euros para las producciones teatrales más modestas o los hasta 30.000 euros de los grandes y complejos montajes de ópera.

Lluís Homar (Barcelona, 1957), actor y director, es desde marzo de 2019 director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y acaba de recibir del INAEM 5.000 euros por los derechos de la adaptación de la obra La discreta enamorada, escrita en 1604 por Lope de Vega. Hace unos meses Homar también ingresó 20.000 euros por los derechos de propiedad intelectual de la dirección de escena de la obra Adolfo Marsillach soy yo. Y 30.000 euros por los derechos de la puesta en escena de Lo fingido verdadero. Son ingresos que Homar suma a su salario de director del centro que programa.

En 2021, obtuvo 14.000 euros por la propiedad intelectual de la codirección de escena de Caravaggio, Vermeer, Velázquez, junto con Xavier Albertí, también beneficiado con otros tantos contratos públicos. Ese mismo año Homar recibió otros 18.000 euros por la codirección de escena de la obra Antonio y Cleopatra. En 2020, 25.000 euros por los derechos del montaje La comedia de las maravillas, sainete de Ramón de la Cruz.

En 2019 montó una función de San Juan de la Cruz en el Auditorio del Museo del Prado, y el INAEM le abonó 19.800 euros por la propiedad intelectual de la puesta en escena. Ese mismo año Helena Pimenta cobró menos por su puesta en escena de La vida es sueño, 17.600 euros.

Para el empresario Enrique Salaberría, fundador y presidente del Grupo Smedia, estas relaciones de intereses y privilegios no pueden sostenerse. “Me parece un disparate cómo se usa el dinero público. Es muy triste y nos estamos cargando la creación”, añade el propietario de más de 3.000 butacas repartidas entre el Teatro EDP Gran Vía, Teatro Alcázar, Teatro Infanta y Teatro Fígaro. El empresario no esconde su malestar con las prácticas de “compadreo” en el teatro público e incluso usa el término “corrupción”. No encuentra justificación a que el director de un centro se contrate a sí mismo para montar, por ejemplo, una escenografía. “Hay un sector profesional muy amplio que se dedica a ello”, sostiene Salaberría.

Desde UGT se indica a elDiario que se reservan “tomar las medidas oportunas administrativas y penales”. Exigen al director general del INAEM, Joan Francesc Marco, “que facilite a la opinión pública los contratos laborales suscritos con los directores artísticos del organismo y cláusulas en relación con sus derechos de autor y copias de los expedientes administrativos de los pagos correspondientes por este concepto”.

“No debe existir la excepcionalidad cultural en relación con el cumplimiento de las leyes con independencia de la relación contractual de los directores artísticos con el organismo, sus cláusulas y el cumplimiento del plan artístico por el que fue elegido”, añaden desde UGT. Por último, el sindicato quiere llamar la atención sobre “el contraste de la diligencia y resolución de abono de retribuciones y pagos por derechos de autor que realiza el INAEM a los directores artísticos frente al resto de problemas que tiene la plantilla del organismo”. El año pasado, la dramaturga Carolina África denunció públicamente el retraso en los pagos del INAEM por montajes en el Centro Dramático Nacional.