Sobre el papel, el perfil académico de Andrés Gutiérrez le convierte en el director dispuesto a darle la vuelta al museo para abrirle las puertas al siglo XXI. Este periódico ha tratado de conocer los planes del nuevo responsable, pero desde el Ministerio de Cultura han preferido posponer las explicaciones del futuro museo que Gutiérrez pueda tener en mente. Lo que sabemos de su trayectoria puede orientar sus acciones. Ha formado parte de los equipos del Museo Nacional del Prado y del Museo del Ejército, fue nombrado subdirector general adjunto de Museos Estatales en la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Cultura en 2008 y lo fue hasta 2010, cuando se incorporó al Museo de América. Conoce a la perfección las carencias de la institución que le tocará dirigir por libre designación.
En un reportaje reciente sobre la descolonización y reparación de los museos españoles, publicado por este periódico, el nuevo director del Museo de América apuntaba su visión sobre el proceso de descolonización de los museos, que desvela sus posibles intenciones: “La descolonización implica revisar la manera de pensar esos objetos. Se trata de incentivar un cambio en el modo de entender las colecciones y sus contextos, de afrontar su estudio, su exhibición, de revalorizar el papel de los colectivos invisibilizados, de entender la función en su contexto original de producción y esto implica aprender de los otros, trabajar de forma más empática”, sostenía Andrés Gutiérrez Usillos.
Para Gutiérrez, la descolonización de los museos existe “nos guste o no”. “Es imparable, porque forma parte de un proceso contemporáneo necesario”, añadía entonces. Además indicaba el miedo que causa en la sociedad española más conservadora el anuncio de la creación de una comisión ministerial por la descolonización, a finales del pasado octubre. Semanas después del anuncio, el ministro de Cultura, Miquel Iceta, en comisión de Cultura del Congreso de los Diputados anuló cualquier posibilidad de revisión museística con una pregunta retórica que marcará su paso por la cartera: “¿Cómo se descoloniza un museo?”.
El conservador y nuevo director del Museo de América está alineado con Fernando Sáez, director del Museo Nacional de Antropología, en el tratamiento de los restos humanos. El Museo de América conserva dos momias que apelan a comunidades vivas y herederos: “¿Qué hacemos con estos restos humanos?”, se preguntaba Gutiérrez en este periódico. Gutiérrez era favorable a la creación de la comisión que debía revisar los museos y que el Ministerio de Cultura frenó. “Que para ello se cree una comisión, como para tratar cualquier tema importante, no me provoca ningún miedo. Al contrario. ¿Si niego el problema, o no lo quiero ver, el problema deja de existir?”, se preguntó el conservador.
A lo largo de estos años Gutiérrez no ha escondido sus reclamaciones sobre la necesidad de revisar las colecciones del Museo de América desde cero, para entenderlas desde nuestros días. Tampoco ha escondido su decepción con las clasificaciones que mantiene el museo, basadas en “estereotipos”. “Si la mujer no ha tenido presencia en los museos imagina la mujer trans”, explicaba en 2017 el nuevo director, doctor en Geografía e Historia, especialidad en Antropología Americana por la Universidad Complutense de Madrid y, sobre todo, profesional en el cuerpo facultativo de conservadores de museos desde el año 1999.
Aquel año, 2017, montó el que ha sido hasta el momento su gran hito expositivo: Trans*. Diversidad de identidades y Roles de Género, en el Museo de América, con el que molestó a los grupos tránsfobos que se quejaron por escrito a la entonces directora. Fue una de las narraciones más interesantes de la temporada expositiva, que mostró cómo la presencia de personas transexuales es universal y habitual en las representaciones antropológicas y artísticas desde 500 años antes de nuestra era. “Nuestra sociedad no quiere hablar de esto”, explicaba Andrés Gutiérrez entonces a este periodista para comentar cómo varios socios de los Amigos del Museo de América se dieron de baja tras la inauguración de Trans*.
La pretensión del comisario y actual director fue “mostrar con naturalidad” cómo hemos convivido todos desde hace siglos. Era una realidad que no podía negarse y para demostrarlo rastreó las huellas transexuales hasta el mundo prehispánico, donde se vivió sin conflicto la figura humana con atributos de ambos géneros o géneros alterados por elección. “Hasta la llegada de los españoles y la cultura católica”, afirmó en ese momento Gutiérrez. “En el siglo XVI los españoles se escandalizaban con estas personas que estaban integradas en sus sociedades y terminaron desplazadas y marginadas. La mayor persecución cristiana fue contra los hombres, a los que no se les permitió ser mujeres. Con las mujeres que se transformaron en hombres hubo algo más de tolerancia, siempre y cuando no tuvieran relaciones sexuales”, explicaba uno de los científicos más preparados del cuerpo facultativo de conservadores para afrontar los nuevos retos del museo del futuro.