“Meterte en la piel de una mujer que ha sido tan valiente, tan fuerte, tan perseverante, con tanta fe, con un talento tan especial y particular te hace darte cuenta de la grandeza que tenía como artista, y persona”, afirma. Anna-Mae Bullock –nombre verdadero de Turner–, falleció este miércoles a los 83 años a causa de una enfermedad, en su casa de Suiza en la que residía desde los años 90 y cuya nacionalidad había adquirido.

“Tina posibilitó que muchas mujeres dentro de la música tengan un concepto artístico que parta de su fortaleza. Fue capaz de presentar algo que estuviera fuera de lo habitual. Ha sido y será ejemplo para mujer mujeres y personas de cómo defender lo particular y lo diferente”, reivindica.

Nacida en Madrid en una familia de ascendencia guineana, Jones comenzó su carrera como cantante con veinte años en el grupo de rap de unos amigos, llamado Subsuelo. De sus grabaciones y conciertos se puso en contacto con una persona que estaba un coro amateur. A partir de ahí formó parte del coro Gospel Factory durante quince años, además de trabajar como cantante de estudio y corista de figuras como Raphael, Pitingo, Beatriz Luengo y Melendi. También ha colaborado con formaciones de soul, jazz, reggae y afro como Morodo, Okoumé Lions y Carlo Coupé.

Tiene su propio proyecto de soul, Astrid Jones & The Blue Flaps, y a la interpretación llegó gracias a Juan Diego Botto y Sergio Peris Mencheta, con quienes encarnó la obra Un trozo invisible de este mundo en 2014. Aquiles y Pentesilea y Tratos son otras de las funciones en las que ha trabajado. Pero fue una amiga quien la convenció en 2019 para que se presentara a las pruebas de Tina, pese a que hasta entonces no había participado en ningún musical. Fue seleccionada, y pasó encarnar a la protagonista junto a Kery Sankoh, además de ejercer de cover de Zelma Bullock, madre de Turner.

La actriz explica que encarnar a Turner fue para ella “un viajazo” por todo lo que implicó el profundo proceso de documentación que llevaron a cabo antes de hacer la obra. Conocer y empaparse de su biografía le permitió entender el complejo contexto en el que creció y se desarrolló como persona y artista. Y, desde ahí, comprender “la calidad de humana de alguien que consiguió romper muchísimas barreras en una época en la que ser una mujer negra, y además de más de cuarenta años cuando comenzó su carera en solitario; era bastante complicado”.

Jones pone así en valor “todo lo que tuvo de pasar” antes de labrar y alcanzar una carrera “llena de reconocimientos”. Dentro de ese 'todo' estuvo pertenecer a una familia desestructurada. “La fuerza y fe que tenía en que podría conseguir lo que soñaba fue lo que le llevó a poder hacer todo lo que hizo. Junto a su capacidad de supervivencia y superación tan grande”, suma. Dentro de este proceso, considera que el momento en el que Tina empezó a practicar la religión budista fue un “punto de inflexión muy grande”: “Le dio las herramientas para poder tener esa carrera”.

El musical fue dirigido por Phyllida Lloyd y escrito por Katori Hall, ganadora de un premio Olivier. Jones recuerda que la dramaturga, que procedía de la misma zona que Turner les habló de lo que ella misma había experimentado al visitar la zona en la que la 'reina del rock' se crio: “Decía que no había absolutamente nada y se hacía la pregunta de cómo era posible que alguien que viniera de donde no había nada hubiera sido capaz de construir una carrera de sus características. Con su identidad artística, y que hubiera sido capaz de sostenerla en circunstancias totalmente adversas en su primera etapa con Ike Turner”.

Y no solo eso. Sino que después de separarse de él y tener que empezar de cero, “volvió a hacer lo mismo: cantar rock, a su manera, sacando adelante el concepto musical y la carrera que ella quería. Construyó su propio destino. Esa convicción fue lo que le llevó a hacer algo tan grande”. De hecho, celebra cómo pese a que se retiró con más de setenta años, la gente “la esperaba y quería”. Incluida ella, que el pasado mes de enero se despidió del personaje que encarnó en el Teatro Coliseum –que ahora copa el musical de Aladdín– durante dos temporadas. "Sé que llevará un tiempo ser consciente de todo lo que nos hemos llevado al transitar por este camino retador", publicó entonces en su cuenta de Instagram.

Jones fue una de las tantísimas personas que creció influenciada por la música de Tina. De ahí a que interpretarla fuera un reto para ella. Eso sí, reconoce que lo que más le costó fue adaptarse al "puro fuego" que era Tina, siendo ella una persona "muy tranquila". “Encarnar a una persona con ese nivel de energía era una responsabilidad muy grande”, asegura.

También por el amplísimo registro vocal que tenía la 'reina del rock'. “Cantaba de una forma muy particular. Era única. Se había esforzado por diferenciarse del resto de cantantes de aquella época. Encontró su propia manera, con un ese desgarro y colocación de la voz tan particulares. Era totalmente reconocible. No se parecía a nada”, ensalza Jones. “Sus cualidades vocales, físicas e interpretativas eran muy exigentes y tenía que estar a la altura. Eso supuso mucho trabajo y preparación, al tiempo que darme cuenta la grandeza de alguien que consiguió tanto incluso a pesar de una violencia doméstica bastante desgarradora”.

“Haberme podido meter en su piel me ha hecho valorar aún más lo que significó y la grandeza que aportó”, concluye su alter ego. En otras palabras, en este caso pronunciadas y entonadas por la propia Turner tantísimas veces: “Simply the best”.