El subtexto, sin embargo, sigue siendo el mismo: revisar nuestra historia reciente para acercarnos a ella sin prejuicios y comprenderla mejor. Hablamos con Amenábar en una mesa redonda con otros medios. Nos atiende con retraso y después de haber realizado entrevistas ininterrumpidamente durante horas.
En el marco del festival, ha afirmado que con Mientras dure la guerra no quería molestar a ninguno de los bandos. Que no quería ofender a nadie.
Sí, en general no me gusta ofender a la gente.
¿Hay algo malo en que una película ofenda?
Digamos que me gusta que la película sea fiel al mensaje que quiero contar. De hecho, creo que es un asunto de libertad: me gusta expresarme. Una cosa es intentar no ofender y otra cosa es que alguien se ofenda. Pero desde luego he intentado no ofender y no cargar las tintas en aquello que pudiera generar duda o controversia, pero no afectaba al mensaje de la película.
¿Por ejemplo?
Hay una escena en la que se hablaba del número de muertos en Cáceres, dicho por el propio Franco. Y no hay unanimidad al respecto. Sabemos que fueron un montón de muertos pero eso queda para los libros de historia, en cualquier caso vamos a ver en la película que hay muertos en las cunetas.
La película empieza y acaba con una bandera llenando la pantalla. ¿Qué papel cree que juega ésta en el conflicto que tiene consigo misma?
Pues todo. La bandera nos representa. A mí me apetecía terminar la película con una bandera llenando la pantalla como pasa en las películas americanas. Eso que dices: "Qué americanada". En España sabemos la connotación que tiene la bandera.
Yo creo que fue quizás a partir del mundial de fútbol cuando todo el mundo empezó a reconciliarse con la bandera. Pero en principio se asociaba a la derecha, no nos engañemos. Y eso no pasa en otros países. Entonces... quería confrontar al público español con sus símbolos, que son los únicos que tenemos.
Sabemos que los colores fueron recuperados por el propio Franco pero ahora mismo es lo que tenemos, así que también quería ponernos frente a eso. A, por ejemplo, vernos cantar el himno sin letra -porque no nos hemos puesto de acuerdo ni con la letra- y a contemplar la bandera.
Hace unos meses la Plataforma Patriótica Millán Astray denunció que su película era una ofensa a la figura de este militar. La misma plataforma que amenazó a una librería por tener en su escaparate el libro España Salvaje, cuya portada es una foto de Millán Astray. ¿Cree que plataformas como esta se han aprovechado de un momento convulso para hacerse un hueco en el debate público y los medios?
Creo que hoy en día en los medios cualquier cosa tiene espacio con tal de conseguir un clic. Hoy mismo he visto un titular que si lees la entrevista completa... Lo que se ha convertido en un titular que ha generado un montón de controversia, si lees el contexto no es tal. Aunque igual es verdad que tendría que haber estado más fino.
Pero en el caso de la Plataforma Millán Astray... bueno, me encantaría que vieran la película y la juzgaran después de haberla visto. Mi sensación es que no la han visto. Con respecto a la repercusión que tienen, insisto, es la que vosotros les deis. Lo que comentábamos antes con respecto a que he intentado no ofender es así: yo he intentado no ofender a legionarios ni a los seguidores de Millán Astray pero sí quiero acercarme al alma de Millán Astray. Y hacer un retrato lo más fidedigno posible del personaje.
¿Y crees que les gustaría?
Pues igual... igual les sorprendería. No lo sé. Como de entrada han atacado la película sin haberla visto, más allá de las imágenes del tráiler...
Siempre es complicado retratar a un dictador. En Mientras dure la guerra, usted dota al personaje de Franco de un toque casi de comedia. ¿Por qué?
No estoy de acuerdo. Franco tenía vocecita y además te la podría reproducir porque llevo comiéndome a Franco durante meses y podría imitarlo. Franco tenía un modo de hablar muy particular y nosotros no queríamos renunciar a eso: como el Yo, Claudio de Robert Graves, que es tartamudo. Yo quería mostrar a un hombre de una tenacidad tremenda y que podía tener una frialdad enorme, jugar con todos esos elementos.
Es verdad que cuando ves a Franco al principio de la película, le ves con los nazis jugando al despiste, y te puedes pensar que va a ir por la comedia. Pero luego ves cómo el personaje va evolucionando y creo que de comedia tiene poco. Había una escena en la que Franco leía un discurso en inglés, que es real y se puede ver en YouTube. Y Santi Prego hizo una mimetización de Franco en ese momento. Y cuando testamos la película descubrimos que esa escena en particular no les gustaba a los espectadores de ningún signo, de izquierdas o de derechas. No les gustaba porque sentían que en esa escena nos estábamos riendo de Franco, a pesar de que no estábamos haciendo nada más que mostrar al Franco real.
Pero siempre hemos jugado con un Franco que tuviera sus limitaciones si quieres oratorias pero que fuera un personaje complejo. Otra cosa: yo tenía claro que iba a ser el antagonista. Mi héroe es Unamuno. El hecho de que Franco sea el 'malo de la película' no quiere decir que lo vaya a retratar como un ser odioso. Yo quería mostrar como lo peor puede anidar a veces en las mejores intenciones. Un señor que quería a su familia, trataba bien a sus hombres, y que encima quería salvar España. Amaba apasionadamente a su país, lo que pasa es que estaba dispuesto a cargarse a la mitad para conseguir la España que él quería.
En la película Unamuno acaba posicionándose a pesar de las represalias. Dice usted que no quiere ofender pero, ¿cree que la cultura tiene el deber moral de posicionarse políticamente?
Menos mal que no me tocó vivir los tiempos de Unamuno pero lo que hace Unamuno resulta muy emocionante y conmovedor. Porque no tenía nada que ganar más que su honra. Su honra como intelectual y como personaje que no se había callado en toda su vida y se había chupado seis años de exilio por enfrentarse a Primo de Rivera y al rey. Y que si se hubiera callado al final hubiera sido un gran borrón en su biografía. Creo que hizo lo que tenía que hacer. No sé si yo habría sido capaz de hacerlo en ese momento tan absolutamente inoportuno.
Pero ¿cree que, como hizo él, que la cultura tiene el deber de posicionarse políticamente cuando la situación lo requiere o tiene que quedarse al margen?
Dependería de en qué contexto. Pero te digo yo que sí: hay grandes películas políticas empezando por La lista de Schindler. ¿Qué sería de la historia del cine sin la Lista de Schindler? Y es una película que está contando...
Sí, sí, ¡Yo creo que para eso estamos! Somos comentaristas de nuestro tiempo. Hay creadores que viven más de su mundo interior y creadores que viven más de lo que ven alrededor. Esta película mía nace de discusiones, tertulias y ser un ciudadano de España, vivir en este país y preocuparme por él. Sí, claro que la cultura tiene que ser un reflejo de su entorno y tiene que aguantarlo y, por qué no, tiene que intentar cambiarlo.
En la película retrata una España enfrentada entre sí y muy polarizada políticamente. No se le escapan tampoco referencias a Catalunya o al País Vasco... ¿Hay una intención clara de hacer una alegoría sobre la situación política actual?
No he tenido que forzar mucho la máquina... cuando lees, cuando analizas lo que Unamuno dijo aquel día: se habló de Catalunya, del País Vasco, se habló de la 'antiEspaña'. Unamuno fue ponente y votó a favor del estatuto de Catalunya. El tema territorial estaba presente en el germen de la Guerra Civil y estaba presente en el personaje de Unamuno. Osea que no he tenido que forzar mucho la máquina.
Luego si analizas la situación ves a España en una especie de tumulto de sinergias de fuerzas y políticas extremas. También tenemos el Brexit y un presidente de los Estados Unidos que parece de todo menos sensato... tenemos un mundo que parece un hervidero y España está en ese hervidero. Y hay cosas, como que el repunte del fascismo es obvio, que me recuerdan a aquella época. Y sobre todo me da la sensación de que las estamos dejando entrar por la puerta casi sin darnos cuenta.
El tema de las dos Españas está muy presente en esta película como está muy presente en la sociedad actual, como comentábamos. ¿Quería hacer una película a favor de la reconciliación?
Sí. Yo siempre voy a apostar por ello... Lo comparo con una comunidad de vecinos. Somos una comunidad de vecinos gigantesca. Y en mi comunidad de vecinos, en la que por cierto casi siempre me toca ser presidente, pues puede haber problemas y obviamente no todos pensamos lo mismo. Pero bueno, tenemos una reunión y unos estatutos e intentamos llevarnos bien.
Así que se trata de asumir que en España, como en cualquier lado, para que existas tú tiene que haber otro enfrente de ti que piense distinto. La cuestión es: ¿vas a salir a la calle a escupirle a la cara o vas a intentar llevarte razonablemente bien? Yo creo que es bueno discutir y discutir de todo, pero como muestra esa discusión en la película, ¿por qué no seguimos caminando juntos? Porque al final estás en una atalaya de la que no te quieres mover, llegas a un punto irreconciliable y acabas como acabas.
Al hilo de esto también vivimos en un país que tiene una Ley de Memoria Histórica que no se cumple porque no se dedican recursos a ponerla en práctica. ¿Cree que es más importante ahora mismo la reconciliación o efectuar una reparación histórica?
Lo más importante sería que hubiese gobierno, eso sería lo más importante. Yo creo que... a ver, porque me estás metiendo aquí en harinas de mucho costal y a estas horas del día... pero yo creo que la Transición cerró en falso. Cerró un proceso traumático de una dictadura en falso y eso tiene sus cosas buenas y sus cosas malas.
Se aplicó esa especie de borrado o reseteado que supone que toda nuestra generación no hayamos visto nada más que muy por encima la Guerra Civil. Pero luego surgen de nuevo los problemas y hay gente que siente que tiene que ser resarcida. Se cerró en falso y se permitió que el país cambiara muy rápidamente. Esa España que yo viví en los ochenta. Eso es lo bueno y lo malo de una Transición que en su día se dijo modélica: que ahora nos encontramos con conflictos como el territorial, la bandera... Nuestros traumas...
Pero bueno, yo estoy a favor de la Ley de Memoria Histórica si es a lo que te refieres. Lo que está claro es que sigue habiendo heridas abiertas y siento repetirme pero la intención que ha planeado sobre la película ha sido la de que no nos queda otra que intentar convivir. Porque es verdad que somos una comunidad de vecinos y por cierto, en la mía nos llevamos bastante bien.