Sin embargo, la operación no ha sido recibida con agrado por una parte de la opinión pública valenciana.

El bien permanecía expuesto en el Museo de Bellas Artes de Valencia, donde los propietarios lo habían depositado de manera temporal en una situación de 'comodato'. Esta figura establece un contrato de préstamo entre las partes “para que se use de ella por cierto tiempo y se la devuelva”, tal y como define el Código Civil. La marcha de la pintura ha sido criticada en la prensa local y calificada de “expolio” o “robo” madrileño en las redes sociales, siendo comparada con la situación de la Dama de Elche, que permanece en el Museo Arqueológico Nacional y que el Ministerio de Cultura se negó a prestar a la localidad de Elche para celebrar los 125 años de su descubrimiento.

El historiador del arte y comisario independiente, Javier Pérez Rojas, fue el responsable del rescate, en el año 2015, de El sátiro. Fue con motivo de la exposición temporal titulada Antonio Fillol (1870-1930): Naturalismo radical y modernismo, que montó la Sala de Exposiciones del Ayuntamiento de Valencia. “Yo hice desenrollarlo”, asegura al otro lado del teléfono. La pintura supuso tal disgusto para Fillol, que la apartó en algún lugar de la casa familiar, en Castellón. “La expusimos con una puesta a punto provisional. No teníamos tiempo para restaurarla para la inauguración de la exposición y al acabar, el taller del Museo de Bellas Artes de Valencia se hizo cargo de ella. Hablamos con la familia, que decidió depositarla”, recuerda Pérez Rojas sobre aquellos días.

Ignacio Gómez Juan, bisnieto y portavoz de la familia propietaria del cuadro hasta hace unos días, asegura a este periódico que durante estos años ha recibido varias ofertas por el cuadro, pero ninguna del Museo de Bellas Artes de Valencia, que ha visto marchar un cuadro cada vez más importante en la sociedad actual. Con la salida de El sátiro, la sala dedicada a Fillol en el museo valenciano ha sido desmontada por completo mientras la dirección replantea el lugar de Fillol en el centro.

“Volveremos a replantear a Fillol en ausencia de El sátiro. La compra del Prado no la considero un movimiento centralista, sino un movimiento de la familia propietaria del cuadro. Ese es el peligro de los comodatos de las colecciones privadas. No soy partidario de ellos, porque revalorizan los cuadros en manos de particulares”, explica por teléfono el director del museo, Pablo González. La institución valenciana tiene en depósito más de 20 obras propiedad del Museo del Prado, entre ellas el extraordinario La gloria del pueblo, de Antonio Fillol. Pintó el lienzo con 25 años y fue galardonado con medalla de segunda en la Exposición Nacional de 1895, año de realización del cuadro y primera vez que concurría al certamen que una década después lo tacharía de “inmoral” por El sátiro.

Javier Pérez Roja escribió sobre el artista rechazado por los académicos de su época que “la existencia moderna que Fillol plasma conlleva una consideración política e ideológica. Casi un siglo después de su fallecimiento, Fillol es aplaudido por la sociedad que encuentra reflejo en los temas que trató y el punto de vista que aplicó. De hecho, Javier Barón, responsable de la pintura del siglo XIX en el Museo del Prado, tuvo que sacar de la oscuridad de los almacenes La bestia humana, probablemente la obra maestra de Fillol, para exponerla de manera permanente desde hace un año.

Tal y como ha podido saber este periódico, el Museo del Prado está valorando la posibilidad de alternar los dos cuadros monumentales de Fillol en sala. La pintura social del siglo XIX ha empezado a recuperar espacio hace un año, pero al parecer no tanto como para que se expongan a la vez La bestia humana y El sátiro. A pesar de ello, los especialistas indican que el reconocimiento de la institución madrileña potenciará la obra del artista valenciano.

“Siempre he defendido que al arte valenciano le interesa estar en el Prado. El Prado debe sacar brillo a las colecciones de artistas locales y reforzar su visibilidad. Así se subsanan vacíos. Lo justo es que se incluyan en la narración del Prado, como sucede con Juan de Juanes, el mejor pintor del Renacimiento español. No debe abandonar el Prado para venir a Valencia. Lo que hay que reclamar es el posicionamiento del arte valenciano a nivel nacional e internacional. Obviamente, la compra de El sátiro por el Prado es una buena noticia para Fillol. Para el Museo de Bellas Artes de Valencia no tanto. A pesar de todo, que El sátiro esté en el Prado beneficia a nuestro museo”, concluye Pablo González.

El director asegura que no tuvo oportunidad de hacer una oferta por El sátiro. “A mí no me ofrecieron la venta, la familia tenía más ilusión de colgarlo allí. Cuando me enteré ya estaba vendido y no había posibilidad de nada”, dice. “¿Expolio? ¡Cómo va a ser un expolio! Hace años que se trata la adquisición del cuadro, pero no se había resuelto. La compra del Museo del Prado refuerza la presencia de Antonio Fillol en la historia del arte español. Si Fillol levantara cabeza, no podría creer que El sátiro, su cuadro más polémico, estuviera en el Prado”, opina Javier Pérez Rojas. En la misma línea muestra su parecer el director del Museo de Bellas Artes de Valencia.

Pablo González adelanta a elDiario.es que está en negociaciones para adquirir otro cuadro monumental de Antonio Fillol. Hasta el momento, el Museo de Bellas Artes de Valencia mostraba cuatro obras del artista. En otoño incluirán en sala A la festa de les fadrines, una obra de Fillol incluida en la colección Lladró, compuesta por unas 70 piezas y adquirida en 2022 por la Generalitat Valenciana por 3,7 millones de euros.

El Museo del Prado tiene prestadas casi 3.500 obras a otras instituciones y administraciones repartidas por España. La dirección del museo creó hace unos meses una campaña “Prado Extendido”, con la intención de dar a conocer esta política de depósito. Las instituciones madrileñas son las más beneficiadas por estos préstamos (un total de 1.301 bienes) y la Comunitat Valenciana es la octava comunidad autónoma en piezas depositadas, con un total de 108. Podría darse el caso de que El sátiro se convirtiera en uno de estos depósitos.

Madrid fue en el año 2022 una comunidad autónoma privilegiada en la compra de obra de arte por parte del Ministerio de Cultura. Este periódico informó sobre la situación de desigualdad en las cuentas. Los museos madrileños recibieron el 91% del dinero para compras de arte. De la inversión de 6.620.286 euros destinados a estas adquisiciones, las instituciones culturales en Madrid sumaron 5.973.860 euros. Los museos no madrileños, menos de 650.000 euros. El Museo Nacional de Artes Decorativas, el del Prado y el Museo Reina Sofía fueron las instituciones públicas a las que más bienes artísticos compró la cartera de Miquel Iceta. Estas dos últimas, además, tienen una partida propia con el mismo fin.

Los dos años anteriores hubo menos dinero a repartir, pero fue un reparto menos centralista. A la desigualdad en la inversión no ayudó tampoco la desigualdad de la ubicación. “De los 16 museos estatales de gestión directa por parte del Ministerio de Cultura, ocho se sitúan en Madrid”, explicaron a este periódico entonces desde la Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes del Ministerio de Cultura. Sin embargo, 2022 fue el año de mayor presupuesto para ampliar las colecciones públicas y, a su vez, el año en que menos ha invertido el Estado en ampliar las colecciones públicas de los centros que no están alojados en Madrid.

En 2022 el Ministerio no aportó compras a ningún museo de Cataluña, País Vasco, Navarra, Aragón, Canarias o Asturias. Compró cinco bienes por 101.356 euros para el Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí de la Comunidad Valenciana. Las últimas obras que ingresaron en el Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC) por compra del Ministerio de Cultura datan de 2011. Entonces, hace 12 años, se depositaron un collage de Miró (en dación en pago de impuestos) dos pinturas de Anglada Camarasa y otra de Ramón Casas.

La desproporción en la inversión también se hizo notar con la celebración del siglo del fallecimiento de Joaquín Sorolla. El Ministerio de Cultura ha comprado entre 2022 y 2023 siete pinturas del valenciano. Todas para el Museo Sorolla de Madrid. La acuarela Tocando la guitarra (1887) costó 73.000 euros; el óleo Niña (1882), 18.267 euros; Niña cantora (1883), 48.803 euros; En la posada (1883), 50.000 euros; El oferente (1883), 142.000 euros; y La esclava y la paloma. Desnudo (1883) fue la pintura por la que más se pagó, 160.000 euros. Y en febrero de 2023, Toma de hábito, por 110.000 euros. En total, en poco más de un año, el Ministerio de Cultura de Miquel Iceta invirtió una cantidad superior a los 600.000 euros en compra de pinturas de Sorolla para el museo madrileño. Ni un euro para el Museo de Bellas Artes de Valencia, donde Joaquín Sorolla es el pintor de cabecera.

Tal y como informó en su día eldiario.es el Ministerio de Cultura no ayuda a incrementar la presencia del pintor local en las colecciones del centro valenciano desde 1984. Entonces el Estado compró Paisaje de Oriamendi (San Sebastián), pintado por Sorolla en 1912. Depositó la obra en Valencia. Pero casi cuatro décadas después, la Administración central no ha vuelto a realizar una adquisición para este museo, tal y como confirmaron desde la dirección del centro.