Tito Pérez surca los mares de la cotidianidad. La rutina, los trabajos domésticos y la familia son ejes que marcan la exposición en cada una de las piezas expuestas. “Lo que es el día a día, el cuidado y las labores domésticas están presentes. Me nutro de ese material”, explica. Incide en que la huella, la herencia y la memoria están vinculado a lo familiar, pero puntualiza que “esta exposición sí que tiene un vínculo más literal con esos temas”. Empezó a trabajar en la idea unos meses antes de la pandemia, pero esta última hizo que la casa se convirtiera en su universo. “El arte está en como quieras ver tú las cosas y el hogar era el material del que me podía nutrir”, agrega.
La exposición de Pérez cuenta con referencias a la gran escritora feminista Virginia Woolf y a dos de sus libros: Una habitación propia y Matar al ángel del hogar: “Es importante que el feminismo sea un tema sobre el que podamos debatir”, dice. Sobre la elección de la autora, el artista aclara que la eligió porque “tiene una obra icónica para el feminismo” y “reivindicaba ese espacio privado para que una mujer escritora pudiera crear”. El creador apela a que con su trabajo solo pretende “generar una reflexión” y que sus proyectos son “terapéuticos” y suponen una manera de “responder a preguntas propias”. En la exposición juega un papel importante la figura de la mujer. Por ejemplo, incluye elementos como una servilleta de su madre y una camisa de su mujer, ambas bañadas de cera porque cree que "la acera y la casa son como campos eléctricos". También pensó en el propio diseño de la exposición: “A pesar de ser una sala no diseñada para exposiciones, el espacio y la arquitectura dialogan bien”. Cabe destacar, que la Residencia de Señoritas fue la primera institución española que impulsó la educación superior de las mujeres.
Entre las piezas que componen la exposición encontramos algunos objetos de nuestro día: el jabón, la cera, ropa de cama o prendas de vestir. La gama de colores la fija en los blancos, el propio artista explica a elDiario.es: “Los blancos tienen que ver con la ropa de la casa: toallas, sábanas que incluso hemos utilizado”. Lo ha hecho de esta manera, porque su objetivo era “pintar un paisaje doméstico”. Asegura que le gusta que las cosas “tengan un sentido” y todo “esté premeditado”.
Otra de las piezas más llamativas son los 366 dibujos que están pegados a una de las paredes. “Realizarlos fue como una obligación diaria”, dice. Además, advierte que abandonó por completo su conocimiento de dibujante que adquirió en la arquitectura y asegura que “los dibujó de otra manera”. Confiesa que realizó algunos con la mano izquierda, otros con la derecha, unos con los ojos cerrados o la luz apagada porque quería “aceptar el error”. Los dibujos están encerados con la intención de conservar y encerrar. “La cera es un material que está vinculado a la casa y quería darle importancia escultórica”, puntualiza.
Las comisarias de la muestra, Lola Iglesias y Beatriz Pérez, consideran que “trabajar sobre la noción de lo cotidiano como lo hace Tito Pérez Mora puede llegar a ser más rompedor que pegarse a las TIC o al propio internet”. “Actos como abrir las sábanas para el descanso, poner un mantel o cortar el pan pueden salvaguardarnos como sociedad o individuos”, sentencian.