“Creo que la reedición de los primeros libros puede atraer a nuevos lectores”, explica el propio autor en conversación con este diario. “De hecho, en las presentaciones que estoy haciendo, lo que más se vende es el recopilatorio de los dos primeros libros. Del primero ya apenas había ejemplares en circulación”, cuenta. “Anamnesis” es actualmente un término médico que alude a la información que recaba un médico mediante las preguntas formuladas a su paciente; sin embargo, Valenzuela lo usa en su cómic con el valor original que le daba Platón.
“Significa el no olvido, y lo utilizaba para explicar el mito de la caverna. Conocer es recordar, y eso es justo lo que le pasa al personaje de Torrezno, que por primera vez se da cuenta de dónde está. Lo que sucede es que se habían ido acumulando tantos interrogantes que era imposible dar una solución final, total y coherente”, detalla el dibujante, que confiesa que tenía muy pensado ese momento de revelación desde hace años: “Lo que pasa es que ha ido cambiando —añade—, incluso en algún momento tenía pensado que fuera un homenaje al final de El increíble hombre menguante (1957). Pero, claro, luego la historia sigue, así que no podía acabar igual”.
Con una mezcla de aventura, humor y disquisiciones filosóficas, la saga de Torrezno se caracteriza por la complejidad que ha ido acumulando en sus once extensos volúmenes. Valenzuela ha desarrollado en profundidad el sistema de creencias y la organización política de las culturas del mundo del sótano, al que denomina “Micromundo”, pero no le preocupa que no sea coherente; de hecho, es parte del juego. “Para mí todo el asunto de la gnosis y el demiurgo creador son fundamentales para explicar lo que está pasando. Pero me gusta hacer digresiones sobre el asunto, jugar con el lector a través de un humor cultural, más o menos pedantesco. Tomarnos un poco el pelo a él y a mí”, comenta, “pero no es una fachada ni un adorno: es tan importante o más que la acción, que creo que ha quedado un poco atrás en los libros más recientes. Me divierte meter todos esos guiños. ¿Lleva a alguna parte? No, pero al mismo tiempo es fundamental. La gracia es ver si le sacamos punta a algo, y ver a dónde pueden ir las cosas con la historia”.
La tentación de ver en Las aventuras del Capitán Torrezno una alegoría o una sátira de nuestro mundo real siempre está ahí, aunque el autor niega tener presente esa intención. Si bien reconoce que, a veces, pueden encontrarse elementos metafóricos. “No es una alegoría, igual que tampoco es una parodia de nada, que me parece un género bastante menor, y con poco recorrido”, afirma. “Sería un poco empobrecedor que fuera una simple parábola swiftiana, pero además es que ni siquiera Los viajes de Gulliver (1726) es solo eso; no tengo la más mínima duda de que Jonathan Swift se lo pasó muy bien haciéndolo, y quería que la gente se divirtiera con las aventuras de su personaje”, cuenta.
Y esta postura tiene que ver con la posición que Santiago Valenzuela adopta sobre el valor de la cultura y las ficciones: “Yo no soy nada amigo de ese afán por prestigiar a base de perifollos teóricos y de dobles significados. Creo que las cosas se tienen que defender ellas solas, y demostrar por ellas mismas si son simples o complejas. No hace falta ningún pretexto culterano. Se puede hacer la narración más simbólica del mundo y que sea un bodrio y, en el fondo, muy simplona. Si la alegoría sirve para dar una visión muy estereotipada de las cosas, suele ser así”. Y pone un ejemplo para reforzar su postura: “Recuerdo que, cuando Plaza elíptica ganó el Premio Nacional, alguien, que no había leído el resto de los libros, quiso ver en él una metáfora de la guerra de Irak… lo cual me parece una visión muy pobre”.
La amalgama de creencias y versiones del origen del mundo que se encuentra en las páginas de Anamnesis tiene que ver con la fascinación del autor por el mito y lo desconocido: “Si yo fuera historiador, me fascinarían las épocas oscuras, esa zona en sombra donde no se sabe qué ha pasado. Por ejemplo, que pasara un siglo y medio más o menos desde los hechos históricos de la predicación de Jesús de Nazaret y la redacción de los Evangelios. ¿Qué pasó en medio?”. Valenzuela, contrario a la tendencia de crear mundos totalmente coherentes y cerrados, propia de la space opera moderna, prefiere mostrar “las costuras” de su mundo. “Está relacionado con el nuestro, pero es además una especie de broma o de retruécano, de absurdo que ha nacido de la nada”, asegura.
La reflexión del autor, cuando se le pregunta si no es en el fondo igual de absurdo el sistema de creencias de nuestro propio mundo, es clara: “El mito es una especie de atajo para contar cosas complejas de una forma sencilla, que es lo que quiere todo el mundo. Ante cualquier eventualidad, no tener que pensar. Esa esa la panacea. La gente no quiere pensar en cosas que desconoce”.
Han pasado 25 años desde que Santiago Valenzuela comenzara a trabajar en su monumental saga, y unos 30 desde la primera aparición de Torrezno en un fanzine. Pero su historia está lejos de terminar: el autor sostiene que en el próximo volumen finalizará el primer ciclo, pero todavía quedan otros dos. “La segunda parte sucederá en el Macromundo, aunque relacionado con el Micromundo, y por último habrá un tercer ciclo que sucederá en otro lugar distinto, con un tono más de ciencia ficción, arqueologías extrañas, otras razas, animales fantásticos… El tipo de ciencia ficción que a mí me gusta”, explica. Sin embargo, las energías no son las mismas que cuando comenzó con su gran proyecto. “Van pasando los años y yo ya no soy un chaval. Las cosas que hace 25 años me parecían asumibles ahora me hacen dudar. Al principio prácticamente sacaba un libro al año, y ahora ya cuesta más, estoy más cansado”, se sincera, si bien también reconoce que con la nueva entrega, en la que ya está trabajando, está consiguiendo “disfrutar del proceso”.
Pero Valenzuela no renuncia a su plan; al contrario, afirma que “sigue siendo el mismo. lo que ha cambiado son las posibilidades de realización". "¿Hasta dónde puedo llegar? Lo que no puedo plantearme es hacer 12 libros de cada uno de los dos ciclos que me restan. Tendré que negociar conmigo mismo y contemporizar, ver hasta dónde puedo llegar”, reflexiona.
La serie, que nunca ha sido un superventas, siempre ha tenido un público fiel, quizás porque resulta inclasificable en el panorama actual. “En la introducción del recopilatorio, Iván Galiano dice que Las aventuras del Capitán Torrezno es demasiado clásica para los modernos y demasiado moderna para los clásicos y, en parte, creo que tiene razón”, desarrolla Valenzuela. “Hay gente en el mundo del tebeo que sigue como si en los últimos 30 años no hubiese pasado nada, y solo les gustan los autores que leyeron en los 80. Y, en cambio, hay un público joven al que le gusta más un tipo de novela gráfica más apegada a la actualidad y a lo social, que es una tendencia por la que yo no voy en absoluto”, añade el dibujante.
Aunque confía en el efecto positivo de las reediciones, el autor es consciente de las dificultades. “Yo llevo muchos años en esto, y no soy optimista. Pero vamos a ver qué pasa, porque la verdad es que no me veo publicando los libros por mi cuenta o en la red”, dice. “A lo mejor tengo que terminar con un vídeo en YouTube de cinco horas en el que cuente toda la historia”, bromea. Pero, por el momento, sus seguidores y el sector del cómic español pueden celebrar la continuidad de una serie única, de un autor firmemente comprometido con su creación.