Rizoma tiene un proyecto de reforestación que da nombre a un premio que le será otorgado en Madrid durante el festival. El ecologismo es una de las causas con las que más comprometida está. ¿Cree que artistas como usted, con una notable proyección, deben apoyar este tipo de compromisos?
Sí, sin duda. Desde el momento en el que recibes el apoyo del público también adquieres una responsabilidad. Y es que además adoro la naturaleza. Hubo un momento en el que sumergirme en ella, tranquilizarme y disfrutar de los beneficios y la belleza de la Tierra me salvó la vida. Llevo un tiempo dedicándome a la apicultura. No es nada fácil criar abejas, no tenía ni idea de que fuese tan complejo, pero es muy importante participar activamente para preservar la especie. Y por el hecho de tener una voz pública puedo difundir estas cosas y darles importancia. En nuestra vida cotidiana trabajamos, cuidamos de la casa, de la familia, ganamos dinero para salir adelante, pero, salvo que sea algo que tengas muy asumido, no somos conscientes de cuán importante es la naturaleza.
Blondie fue uno de los primeros grupos con una mujer independiente y empoderada al frente. ¿Es consciente de su importancia como icono feminista?
Creo que sí, aunque no estoy segura de que en los comienzos fuese un papel que ejerciera de una manera consciente. Para ser sincera, no puedo decir que mi objetivo fuera representar a la parte femenina de la raza humana. Lo que pasa es que soy muy tozuda y quería hacer todo aquello que me proponía. Pero si con el tiempo esa actitud se ha convertido en un ejemplo para generaciones posteriores, me parece estupendo. Yo también podría darle ejemplos de personas que fueron importantes para mí. Todo vemos a alguien en público cuyo trabajo nos afecta emocional e intelectualmente. Es algo que viene dado con el hecho de ser artista y tener una exposición pública.
En Rizoma se proyectará una de las dos películas de Isabel Coixet en las que ha trabajado, Mi vida sin mí. Elegy es la otra. ¿Cómo recuerda la experiencia de rodar bajo sus órdenes?
Recuerdo con mucha nitidez la primera vez que nos vimos. Estaba haciendo la prueba para el papel en Mi vida sin mí. Había leído el guion y me sentía muy impresionada por la historia, el mensaje y lo audaz de aquella propuesta porque era hermosa y a la vez te rompía el corazón. Así que cuando fui a hacer la prueba estaba bastante nerviosa, nunca se me han dado bien las pruebas en los castings. Isabel fue muy directa. Dijo muy claramente lo que quería, lo que necesitaba, y me dio el papel. Entre nosotras se estableció una conexión instantánea. Yo confié en ella y ella en mí. Elegy resultó una experiencia agotadora. Tenía que permanecer muy triste durante horas y horas porque estaba cuidando de mi marido moribundo y ¡agh!... Pero jamás tuve un problema con Isabel. Sé que desde entonces ha dirigido muchas otras películas y soy consciente de que se ha convertido en toda una voz cinematográfica, que tiene un estilo que la identifica y que en España está considerada un icono.
¿De todos los papeles que ha interpretado, cuál es su favorito?
No sé... Creo que tengo predilección por los papeles más extremos. Por ejemplo, Velma von Tussle, la mujer horrible de Hairspray. Era muy agobiante, yo qué sé [se ríe]. Era una mujer espantosa. Y el otro que me encanta es el que hice en Videodrome [de David Cronenberg]. Fue un personaje muy interesante de encarnar porque siempre me gustaron las películas de ciencia ficción y fantasía.
¿Cuándo supo que también quería ser actriz?
De pequeña ya quería ser una estrella de cine [de repente en su pantalla se activa un efecto que hace caer purpurina, al verlo se ríe y saluda]. Siendo una niña ya estaba fascinada con la idea de actuar y cuando en el colegio había obras de teatro y recitales, yo quería participar en todos. Pero no tomé clases profesionales hasta mucho tiempo después. Creo que cada vez que te subes a un escenario para intentar contar una historia es mucho más fácil usar una voz ajena que la tuya. Creo que es una actividad que se complementa con mi faceta como cantante.
Aprovechando su visita a España promocionará su libro de memorias, De cara, publicado aquí hace tres años ¿Hay algo que se arrepienta de haber contado?
¡Esa es una pregunta terrible! [Ríe]. Intento no arrepentirme de nada. De lo que sí me di cuenta al escribir el libro es de lo estúpida que fui en algunos momentos. Cometí grandes errores. Pero la conclusión definitiva es que a la vez que vivo, aprendo.
¿Y se arrepiente de no haber contado algo entonces, algo que ahora sí añadiría?
Cuando te sientas a escribir no se te ocurre nada y dices, ¡dios mío...! Una vez me metí en la tarea de hacer el libro, disfruté mucho del proceso de escribirlo. La verdad es que aún queda material por desvelar porque son muchos años. Quería hacer un repaso valiente de lo que ha sido mi vida, pero hay muchas historias. Mi compañero en Blondie, Chris Stein está escribiendo su propio libro de memorias y el suyo sí que va a ser un libro gordo, muy grande. Él sí que va a contar muchas anécdotas. Y eso hace que yo me vaya acordando de cosas de las cuales me había olvidado.
¿Cuál es la mejor parte de envejecer?
Ayer fui a la librería y me compré un libro sobre cómo envejecer porque pensé, “vale, quizá todavía pueda aprender algo”. Envejecer a veces da mucho miedo. Luego pienso en la suerte de haber tenido grandes amigos que sacudieron el mundo, gente que ya no está con nosotros como Warhol, Basquiat, Stephen Sprouse... Estoy muy contenta de haber vivido todo eso. Todavía sigo teniendo muchas salidas creativas. He escrito algunas cosas para el libro de Chris. Tengo la interpretación, que me hace sentir muy viva. Blondie tiene listo un nuevo disco que espero guste mucho, en cuyas letras he trabajado más que nunca.
¿Cuál es el mejor cumplido que le han hecho?
Cuando alguien me dice que mi música ha hecho que su vida mejore o que les ayudó en algún momento muy complicado de su vida. Ese el mejor cumplido que alguien me ha podido hacer