“Criticar el sistema o las rayadas internas son formas de normalizar que se hable de otros temas y hacer música nueva. No tienes que limitarte a pensar que algo no va a ser comercial o que no va a salir una buena canción para hablar de otros asuntos”, responde en videollamada con elDiario.es al preguntarle sobre las motivaciones de su álbum. “Quería aprovechar la oportunidad para hacer algo que me represente y me apetezca. Es mi carta de presentación como que puedo hacer un trabajo currado. Quiero también dar más conciertos”, continúa.
Actuará en el festival Tavernes de la Valldigna en València el 29 de diciembre, en Sevilla el 19 de enero, Granada el 20 y Madrid el 27. Va con banda, integrada en su totalidad por mujeres: una guitarrista, una teclista, una corista, una dj y una batería. Su música es más bailable que una batalla de gallos y destaca también la portada dibujada por una amiga y el imaginario de su perro y ella que, por cierto, se sienta al su lado mientras conversa con este diario.
Aunque haya abandonado el mundo de la improvisación, Sara Socas se mantiene explícita y directa. Como a lo que acostumbraba en sus batallas, no tiene miedo en posicionarse y señalar el machismo y el conservadurismo. “A pastar Abascal, basta ya de fachas / que van de cachas, y son pura facha' / carcas de la banca sin cultura, que se les pone dura y ni una tanda duran con muchachas”, critica en la primera canción del álbum, Spanish, sobre el líder de Vox. “Su llegada al poder sería muy peligrosa para la cultura”, afirma sobre la ultraderecha, pero reflexiona: “Mucha gente también se daría cuenta de cómo son si gobernasen. No solo sus votantes, también los del PP que están próximos ideológicamente. Empezarían los recortes en derechos y libertades y las privatizaciones”.
Sara Socas es consciente de la importancia de tomar partido. El pasado 29 de octubre dio un concierto en Barcelona junto a artistas como Las Ninyas del Corro, Los Chikos del Maíz, Lia Kali o Valtònyc en solidaridad con el pueblo palestino, donde todo lo recaudado fue donado. “Hay que tener unos mínimos de humanidad y empatía y poner tu granito de arena”, comenta sobre su posicionamiento. No obstante, para ella, el rap ha perdido la visión de crítica social. “Hace tiempo que no se ve ese rap crítico, de denuncia y de contar historias. Como que solo se vacila, que también mola, pero echo en falta ese punto”.
También reprende la idealización que muchas veces se hace de venir de la calle y de los barrios de clase baja en la música urbana. “Mi amiga Erika dos Santos [también rapera], que es de [el barrio de Madrid] San Cristóbal de los Ángeles, sí es calle. Pero yo, que mis padres son maestros, ¿qué voy a decir?”, se cuestiona, y añade: “La gente repite que es de calle constantemente, pero no es solo fumar porros. Ser de clase baja es difícil y a veces veo una romantización de la calle y de la pobreza. Precisamente por eso incluso los fachas escuchan rap. Mola poder contar esa historia, pero tiene que haber una crítica también detrás”.
Y sobre contradicciones como esa, va todo su álbum, donde se moja en política. “Parece que se vota a lo menos malo. Si en la izquierda estamos divididos es porque conservar es fácil. Lo difícil es tratar de proponer algo alternativo”, opina sobre el momento de ahora y al preguntarle por propuestas políticas transformadoras. Al comentarle qué opina sobre la clásica cita de Slavoj Žižek de que “es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo”, ella dice que la solución está en “la imaginación”: “Tanto con el capitalismo como con el comunismo hubo gente detrás pensándolo. Tenemos que tener esa capacidad, porque parece que nos hemos resignado al sistema, estamos en una especie de zona de confort incómoda en la que no nos gusta estar, pero no intentamos cambiar”.
Sara Socas irrumpió como ninguna mujer lo había hecho en el mundo del freestyle. En su palmarés, fue ganadora de la Gold Battle BCN en 2021, Campeona de la Copa Federación en la Final Nacional de la Batalla de Maestros en 2021, semifinalista internacional de la Red Bull 2019 o Ganadora de la Girl Battle 2017. Todo esto la llevó a una fama exponencial. “De un día para otro, me reconocía la gente por la calle”, cuenta. Incluso fue invitada a programas como La Resistencia.
Aunque ella se hizo hueco en un mundo de hombres e incluso señaló el machismo imperante, esa comunidad, dice, la agotó. “Los seguidores de las batallas de gallos son muy tóxicos. Es un público más inmaduro que el del rap en general”. “Dejó de compensarme a nivel emocional. Sé que era muy importante crear ese espacio y estoy orgullosa de lo que he dicho en las batallas, pero cada vez que lo hacía cientos de tíos mamarrachos me saltaban a las redes en plan 'feminazi, eres malísima, muérete'... Y eso cansa”, explica sobre por qué dejó el mundo de la improvisación. En 2022, incluso dijo que estaba “hasta el coño”, después de que el público la abuchease tras ganar, ya que a su criterio tenía que ganar el otro rapero. “Había mucha presión por competir, estaba muy atrapada en mi personaje del rap agresivo. Quería rapear a mi manera, reivindicar y escribir con otro estilo”, censura.
Para ella, los artistas de El Quinto Escalón —una competición de freestyle que adquirió fama en Argentina—, como Duki, Neo Pistea o Ysy A, son referentes. “Fueron los que más lo pegaron en el free y luego supieron dar un salto a sus carreras musicales”, esclarece. También confiesa sentirse muy influenciada por Gata Cattana a la que, de una forma u otra, se parece por su implicación política a través de la música. “Ella tenía unas referencias brutales y nos ha servido a muchas como inspiración. Fue una pena que falleciese”. Y, sobre la escena de música urbana femenina, dice que ha cambiado: “Antes había rivalidad y ahora nos ayudamos unas a otras. Así es como estamos cambiando la escena, colaborando”.
La artista canaria asegura que toda la fama repentina hizo que “el síndrome del impostor se multiplicase por 20.000”. Si bien las críticas en las redes, donde tiene casi un millón de seguidores en Instagram, le afectaron, ahora dice sentirse “más preparada y madura”. Eso sí, “aún sigue habiendo un miedo a que sea un fracaso". "Le das más vueltas a cada cosa que subes y te preocupas si pierdes seguidores. Quiero despreocuparme más en ese sentido”, confiesa.
Para el futuro, asegura que seguirá en la línea de hacer su propia música. Dice que quiere ir a festivales en verano, pero preguntada por las polémicas y condiciones de estos, no titubea: “Molan por poder ver varios artistas en un día, pero hay malas condiciones para asistentes y artistas. Se pueden mejorar mucho”. “El problema es que parece que lo explotan hasta más no poder. Con el auge de la música urbana incluso parece que hay el mismo festival con el mismo cartel varias veces en verano, parecen casi una gira de los grupos”, confiesa entre risas. Y critica los precios, en ocasiones, abusivos: “Pagar un abono de ciento y pico euros para estar duchándote con una botellita de agua y oliendo a mono… A veces idealizamos cosas sin sentido, ¿no?”.
También se muestra precavida ante las condiciones de la actual industria musical. “A veces empiezas en un mamoneo de la vida de rockstar y puede ser muy peligroso. ¿En quién puedes confiar?”, se cuestiona. Al plantearle si echa en falta un sindicato potente que aglutine los intereses de artistas y trabajadores del sector responde con un rotundo “sí”. “Todos o casi todos los artistas que conozco están pasando o han pasado por un momento de mierda, incluso los que están pegadísimos. Hay que tener cuidado con todo este mundo y también con el fácil acceso a las drogas”. “Es fundamental rodearse de buena gente y que se dejen los egos fuera”, esclarece.