Tras veinticinco años de carrera, y conscientes de “cómo funciona al mundo”, conciben “poder parar” como “un privilegio”. El álbum lo compusieron durante su última gira, Cable a Tierra, dinámica que no habían seguido hasta ahora y que les ha permitido generar un trabajo discográfico sin “un paraguas conceptual alrededor”. “Hemos dejado que cada canción pidiera sus necesidades, como si cada una hubiera sido dueña de sí misma”, describen.
Lanzan el disco tras anunciar que se darán un descanso el año que viene, con el título Figurantes, ¿se sentían así o responde a un anhelo de querer sentirse de esa manera?
David García: Responde a cómo ha venido el disco y se ha ido grabando. Cómo unas canciones que a priori parecían secundarias y sin un papel principal, de repente se pueden convertir en protagonistas de la película de este nuevo disco. Mos hacía gracia ese juego, también como un guiño a nuestro público.
Los seis integrantes de la banda Vetusta Morla¿En qué punto del proceso tomaron la decisión de parar?
Jorge González: Lo cerramos en Bogotá pero llevábamos tiempo hablando que había que parar después de la gira. Al reunirte con tu manager, te dice una gran verdad: “Para parar hay que pensar que vas a parar y para volver hay que pensar que hay que volver”. Tiene cierta estrategia. A veces no somos conscientes del barco tan gigante en el que estamos. Hay que girar el timón, porque cuesta mucho. Lleva una energía que, a veces, aunque quieras tomar una decisión no puedes, porque va todo con una antelación increíble.
¿Les dio vértigo anunciarlo? ¿Temen que el público pueda olvidarse de la banda?
Guille Galván: Tal y como funciona el mundo, parar de lo que estés produciendo es un privilegio. No todo el mundo puede hacerlo. Cada uno lo habrá vivido a su manera, para mi lanzar el comunicado fue un alivio, me sentó como si me hubiera quitado un peso de encima. Era algo que necesitábamos hacer. El comunicado era largo, se explicaban muchas cosas, pero también ha habido un poco de teléfono escacharrado. Hemos visto titulares de todo tipo, leyendo cosas tenía la sensación de ser casi testigo de tu propio funeral. Nos estaban despidiendo y, que yo sepa, no estábamos diciendo que estemos muertos.
El desgaste no venía tanto por lo musical, sino por la sensación de llevar 25 años de carrera. No solo es tocar y hacer canciones, sino la sensación de tener que estar constantemente al servicio de cómo funcionan las cosas en la manera de comunicar la música, en el modus operandi de cómo funcionan las redes sociales. Que nos va muy bien, somos independientes, los dueños de nuestro propio sello. Nos merecemos agarrar bien el volante, decidir hacia dónde lo queremos llevar y si ahora toca parar en el arcén, echarse una siesta, comerse un bocata y ver cómo pasan los demás, hagámoslo porque era el sentimiento general. ¿Queremos seguir haciendo música? Sí. ¿Queremos seguir estando juntos? Sí. Pero para eso necesitamos tomar aire.
¿Queremos seguir haciendo música? Sí. ¿Queremos seguir estando juntos? Sí. Pero para eso necesitamos tomar aire
En el comunicado llamaban a la industria musical “picadora humana”, ¿en qué medida lo ha sido con la banda?
J.G.: Es complicado. Al sacar canciones, te expones. Tú pones un post diciendo: “Aquí está mi canción”. Y luego sale otro, el que sea. Con perspectiva te das cuenta de que a veces metemos a todos dentro del mismo cóctel, ya sea un Seat o un Ferrari. No porque uno sea más potente que otro, sino porque uno es para ir rápido y el otro para ir a trabajar. Trabajo mucho con gente joven que dice: “Es que Rosalía ha hecho esto...”. Y es como: “Ya, pero es que Rosalía tiene dos millones de seguidores y tú 2.000”. Aunque sea gente que está empezando, hay cierta comparación, ya no tuya, sobre a dónde ha llegado cada uno.
Nosotros tenemos la suerte de poder tomar decisiones como la de sacar este disco y no darle mucha más ornamentación. Hemos podido generar lo que llamamos los 'Valientes', la gente que recibe de primeras todo lo que vamos haciendo. No tenemos la necesidad del like o del seguidor. Pero es verdad que al final hay mucha gente a tu alrededor diciendo lo que hay que hacer, cómo hay que hacerlo, está el algoritmo… Y pierdes un poco la magia de decir: “Esta es mi canción, esto lo que he sentido, y aquí lo tienes”.
Nosotros tenemos la suerte de poder tomar decisiones como la de sacar este disco y no darle mucha más ornamentación
El panorama en el que empezaron hace 25 años era muy distinto, sin el algoritmo. ¿Cómo han vivido este cambio dentro de la industria?
D.G.: Nosotros sí que nos empezamos a aprovechar de todo esto que está sucediendo ahora con MySpace, en la que empezó a haber mucho movimiento. YouTube también estaba arrancando. La gente se mandó el videoclip de Otro día en el mundo de unos a otros, fue una de las primeras cosas virales que hicieron que el grupo empezara a salir adelante, y no porque hubiera un gran sello o una gran radio detrás. Ese crecimiento inicial fue a través del propio público. De alguna manera empezamos a participar de todo eso que ahora es lo habitual, lo estándar y lo que se busca; tanto en el mercado como en la industria.
J.G.: Hemos participado en la transformación tecnológica de la industria musical. Fuimos de las primeras bandas en tener web, desde 2004. Luego ha derivado hacia otro lado, las redes sociales. Y para las redes sociales una banda es mu poco sexy porque están pensadas para una persona. Hay otros códigos, la gente que hace que eso funcione y que se viraliza de otra manera, es más joven. Cuestiones de las que nosotros estamos más alejados.
G.G.: Lo guay de todo lo que tiene que ver con lo tecnológico es haber llegado al punto en el que estamos, habiendo creado una comunidad que nos permite tener más independencia todavía a la hora de comunicar e incluso de vender entradas y discos. El no dar todo tu público a una red social, sino aprovechar que tu público quiere verte a ti para ofrecer y estar en contacto con él directamente; es quizás el punto de independencia más grande que tenemos ahora y que mantenemos desde el principio.
Siempre hemos sido una banda independiente. Poder tomar decisiones o hacer cosas trabajando desde los márgenes, aunque luego se nos haya puesto el foco, nos haya ido muy bien en muchas cosas y hayamos sido un grupo masivo; intentamos que nuestra manera de pensar siempre sea viéndolo desde la trinchera y siendo dueños. La decisión de parar y haberlo comunicado así es muy difícil hacerla cuando estás en una autopista en medio de diez carriles y con ciertas guías muy marcadas.
A principios de mes acudieron a la Universidad Complutense de Madrid para apoyar la acampada de estudiantes contra la masacre de Gaza. ¿Cuánto de conectados o desconectados están con el mundo y qué importancia le dan?
G.G.: Hay que diferenciar lo que significas como banda y como ciudadano, donde también entra la individualidad de cada uno de nosotros. Como ciudadano, cada uno tiene la libertad de decir cuánto de abiertas tienes las antenas hacia lo que pasa alrededor. A veces te tienes que proteger más, pero como banda somos conscientes del foco que hay sobre nosotros y ciertas cosas que apoyamos como banda, es porque las compartimos.
Cuando hemos apoyado al pueblo saharaui, cuestiones de educación o de sanidad pública, o en este caso las protestas que está habiendo por el genocidio en Palestina; es algo que compartimos entre los seis. Nos sentimos cómodos dando un apoyo en concreto o pensamos que puede ser práctico. Independientemente de que luego te penalice o no como banda. No tiene que ver con el márquetin, sino con nuestro sentimiento de responsabilidad civil. Lo haríamos incluso si no estuviéramos en una banda de música. Igual que cuando vas a una manifestación por la sanidad pública o la sanidad. A lo mejor en otros proyectos colectivos es más difícil, en nuestro caso ya son muchos años, lo hablamos mucho y hay un compromiso de ciertas cosas que nos gusta mantener.
Cuando hemos apoyado al pueblo saharaui, cuestiones de educación, sanidad pública o las protestas por el genocidio en Palestina; es porque nos sentimos cómodos haciéndolo, independientemente de que nos penalice o no como banda. No tiene que ver con el márquetin, sino con nuestro sentimiento de responsabilidad civil
¿Sienten que desde fuera no se les deja que exista esa separación entre músico y ciudadano? De cara a que por ser artistas y figuras públicas se les exija apoyar causas.
J.G.: No hemos apoyado todo lo que nos ha llegado.
D.G.: Una de las cosas que me cuestiono es hasta qué punto, como grupo de música, tenemos que implicarnos en dar nuestra opinión concreta sobre algunos asuntos que quizás es mejor dejarlos en la índole individual. Aunque a veces hay cosas que tenemos claras como grupo y hemos dado la cara.
¿Han tenido miedo de que la ola de censura tras los pactos de PP Vox en las últimas elecciones municipales les pudiera llegar a afectar?
D.G.: No lo he pensado nunca.
J.G.: Si no nos dejan estar, no estaremos. Ahora mismo, vivir sin sentirte libre es de locos. Cuando hemos lanzado un mensaje es porque nos sentíamos con la libertad de decirlo, porque nos sentíamos a gusto. Tanto a la hora de hacer canciones o ir a tocar donde quieras ir a tocar. Es que si no, no seguiríamos haciéndolo.
G.G.: El tiempo define lo que vas haciendo, cómo vas pensando y actuando. Durante ese camino hay gente que se suma y que se baja. Pero esa ambivalencia y ambigüedad constante en una carrera larga, va en contra de la imagen que eso puede dar de una banda. Estoy convencido de que habrá gente que no esté de acuerdo con ciertas cosas que decimos, incluso hay quien dice cuando Pucho habla en los conciertos: “Dedicaros a hacer música y ya está”.
Respeto que piensen así. Son libres para no venir a los conciertos. No me parece criticable su postura. No puedes gustarle a todo el mundo. Y si tu intención es gustarle a todo el mundo, llegará un momento en el que revientes porque no puedes dar a basto para intentar complacer a toda la gente que te rodea.
¿Sienten que ahora se les exige más su opinión?
J.G.: Es una pena que por tener una opinión sobre algo tengas que tener un enemigo.
G.G.: Como artistas siempre nos han pedido opinión. A veces tienes que tener la prudencia de decir: “Opino hasta donde sé de lo que sé”. Tampoco por ser artista tengo que ser un boca chancla y comentar cosas que se escapan a lo que controlo o puedo aportar.
J.G.: O a lo que sientes.
G.G.: Tenemos que asumir lo que nos toca, y lo que nos toca es que siendo una banda o una personalidad pública, tienes los micros puestos muchas más veces que una persona normal. Forma parte de esto. Es saber gestionarlo y usarlo cuando te quieras expresar como consideres.
¿En qué medida han cambiado los conciertos? En sus inicios no había la oleada de móviles grabando.
J.G.: Hubo un boom de gente grabando que ha bajado muchísimo. Algo muy especial que está pasando en los conciertos desde hace un año es que cada vez veo a más adolescentes y niños en las primeras filas. Parece que la generación de cuando empezamos le han ido poniendo a sus hijos nuestras canciones canciones. Esos chavales han ido creciendo con esa música y forman parte de su vida. Es con lo que me quedo.