Estarán dentro de Indómitas, un espacio del evento literario dedicado a 50 editores que se encuentran fuera de los círculos comerciales habituales. Participarán solamente el primer fin de semana y el domingo 2 de junio emprenderán el camino de vuelta a Euskadi. “Vamos a dormir en casa de un familiar. Los precios están desorbitados. Para las independientes, entre lo que cuesta el stand, dormir en el centro y los gastos, hay que vender muchos libros para compensar”, afirma a este periódico. En su caso, han tenido que pagar “más de 200 euros y menos de 300” por su hueco en la Feria, a la que han traído 25 ejemplares de diez de sus libros de fondo y 90 de su nueva publicación, Vamos bien, de Luis Safah.
“Nunca sabes cuáles son los libros que más se van a vender. Puede ser que de repente uno se agote el primer día y es una pena. Pero nosotros no tenemos ningún bestseller, nuestros volúmenes son para un público minoritario”, describe sobre sus ejemplares.
Raúl Uzón, de editorial independiente Xordica, llegó a primera hora este jueves de la mañana desde Zaragoza. “Ya estamos en la caseta montando”, explica a este periódico. Este año van a compartir puesto con otra editorial aragonesa, Contraseña. Ambas se enfrentan al mismo problema, la coincidencia por fechas de la Feria del Libro de Madrid y la de Zaragoza. Ellos estarán hasta que el evento eche el cierre el domingo 16 de junio. “El esfuerzo económico es importante, porque aparte del pago de la caseta (2.500 euros en su caso), estar 17 días fuera de casa implica unos gastos de alojamiento y dietas”, explica.
Irene Yunes y Elisabeth Pérez, de Bonito Ediciones, llevando sus libros a MadridÉl también va a alojarse en el piso de un amigo. “Esto nos permite ahorrarnos los gastos de hospedaje, sino con los precios de los hoteles y los hostales que hay ahora en Madrid, sería prácticamente imposible estar aquí tantos días”, comenta. Y más en una semana como esta, en la que los dos conciertos que ha dado Taylor Swift han aumentado la demanda de alojamientos en la capital, por la cantidad de swifties que han viajado desde fuera de Madrid para ver a la estrella del pop en directo.
El editor de Xordica suma al factor económico, el “desgaste psicológico” de estar “al pie del cañón, en tensión, intentando vender libros, convenciendo a los lectores de que lo que les ofreces es bueno”. Eso sí, asegura que el balance es positivo: “El esfuerzo a todos los niveles es muy importante, pero merece la pena”.
“Un escaparate extraordinario”“A pesar del esfuerzo que tenemos que hacer las editoriales de fuera de Madrid, nos sale a cuenta”, reconoce Raúl Uzón, que lo califica como “un escaparate extraordinario para dar a conocer a la editorial, nuestro fondo, el catálogo y las novedades”. Y no solo por el contacto que establecen con los lectores que se acercan al Retiro durante las dos semanas que dura el evento literario; también por los vínculos que permiten estrechar con otras figuras como libreros, traductores e ilustradores de todos los rincones de España, y también de fuera. De su colección compuesta por 260 libros, han traído en torno a 1.200 ejemplares de 80 títulos.
El antes del montaje de la caseta de Ediciones Ekaré La caseta de Ediciones Ekaré para la Feria del Libro 2024, montada“En los últimos años, sobre todo, está yendo muy bien. Hubo un tiempo que sí que era lo comido por lo servido”, celebra. Eso sí, durante estos 17 días el trabajo en su oficina en Zaragoza se paraliza. “Al volver tendremos 2.000 correos y habrá que ponerse las pilas. Ahora vamos a estar aquí a tiempo completo”, comparte. Pedro Larraguibel, de Ediciones Ekaré, relata a este medio que llevan desde 2004 acudiendo a la gran cita literaria ininterrumpidamente, desde Barcelona.
“Es una maravillosa manera de exponer el fondo de la editorial”, comenta. Para el editor, la mezcla que se da en la Feria del Libro entre casetas de editoriales y librerías es “maravillosa”, por cómo este modelo permite la convivencia entre las primeras, en las que impera una “gran variedad de novedades”; y las segundas, para las que es una “fantástica forma de exponer los fondos y que los lectores que estén interesados, puedan indagar en ellos”.
“Nosotros ofrecemos libros cuya primera edición data de 1980. Esto es más difícil de encontrar en una librería que en la caseta de una editorial de la Feria”, apunta. Ediciones Ekaré comparte una caseta de 11 metros con otros sellos como Takatuka y Sílex: “Pagamos 3.000 y pico euros por cada tres metros”, describe.
Rentabilidad no solo basada en números“Por muy buenas ventas que haya están los gastos de desplazamiento y de la caseta, no supone un negocio como quizás algunos piensan, pero es fundamental para promocionar el catálogo de la editorial”, expone. Pedro Larraguibel celebra la oportunidad que la muestra madrileña da a los editores de establecer contacto directo con el público. “Es algo que rara vez tenemos, y aquí podemos hacer de libreros por unos días. Darte cuenta de lo difícil que es vender un libro, constatar la variedad. Es muy entusiasmante a la vez que un baño de humildad”, indica.
Su editorial, que publica ejemplares para jóvenes, aprovecha a su vez para hablar con profesores. “Nunca vendemos directamente a colegios pero sí nos gusta tener contacto con quienes trabajan con libros en el aula”, señala. En su stand van a tener a una librera que estará todos los días, mientras que cada fin de semana viajarán un compañero distinto de la editorial, para turnarse los gastos derivados de acudir a la Feria.
“Quizás los números dirían que no vayas, pero se paga con otras cosas”, reconoce. Además, la previsión meteorológica para este año, tras un 2023 que concluyó como la edición más lluviosa desde el 2000, es soleada y con temperaturas que alcanzarán los 30 grados. “Nos ha tocado sol, pero afortunadamente se han instalado unos parasoles para tener igualmente sombra”, detalla.
El equipo de Bonito Ediciones, ultimando su caseta en la Feria del Libro“Una vez vendamos 50 libros comenzaremos a tener beneficio”, explica Elisabeth Pérez desde Bonito Editorial, que afirma que hasta este año siempre habían acudido a la Feria a través de la librería madrileña Panta Rhei. “Vamos muy despacito, desarrollamos actividades paralelas relacionadas con la promoción de la lectura y la formación”, explican sobre cómo desempeñan su labor. “Usamos papeles especiales en las publicaciones que elevan los costes de producción y las acciones de promoción son muy limitadas. Pero por respeto a los autores tenemos que hacer ferias y mover los libros, las que escogemos son reducidas y concretas. Muchas veces es ir a ciegas, no sabes si vas a tener beneficio”, relata.