De estas cosas me acuerdo ahora, leyendo el último libro de mi querido Eduardo Bravo; un tipo peculiar que se marca unos textos muy bizarros y que curiosea en los lados más extremos de la narrativa cuando la narrativa tiene algo que contar. Podría seguir escribiendo grandezas de este singular periodista, pero prefiero hablar de su último trabajo. Se titula Cecilia 2 La historia del disco que no pudo ser y viene publicado por Lengua de Trapo.
Eduardo Bravo nos acerca hasta la figura de una artista tan original como lo fue Cecilia, cantante folkie de aquellos tiempos en los que Franco estaba más muerto que vivo y sus herederos empezaban a repartirse la herencia de sangre y mierda. Ya sabemos lo que pasa en un país cuya delicatessen gastronómica es la morcilla. Pues eso. Y ahora volvamos a Cecilia 2.
En un primer momento, el disco de marras no iba a llamarse así, sino Me quedaré soltera. Toda una declaración de principios para un álbum cuya cubierta se pensó con una foto donde Cecilia apareciese embarazada. Una imagen tan políticamente incorrecta para aquellos tiempos de gris marengo que, al final, no pudo ser. Y el fotógrafo Pablo Pérez-Mínguez se quedó con las ganas de participar en una transgresión que prometía ser histórica.
Eduardo Bravo nos va contando estas y otras cosas del disco maldito de Cecilia, una cantante a reivindicar en estos días de regatón y ruidos industriales. Y a reivindicar por el lado bueno de la historia, no por el lado malo, pues hay que recordar que los fachas de Vox utilizan una de las canciones de Cecilia para su puesta en escena. Mi querida España, se titula. Seguro que ustedes la han escuchado más de una vez.
Volviendo al libro de Eduardo Bravo, si algo me llama la atención, ese algo ha sido la diversidad de géneros que toca a partir de la figura musical de Cecilia. Por ejemplo, gracias a la lectura de este libro me he enterado de que el Gipsy rock fue idea de Pepe Nieto, el arreglista de Cecilia. Y que tuvo lugar cuando Nieto cogió una grabación de Antonio Mairena, un tema titulado Las campanas de Carmona y lo mezcló con bajo eléctrico y batería. Le dio la idea a José Luis de Carlos y allí empezó todo.
Mientras Carrero Blanco alcanzaba los cielos de Madrid, el productor José Luis de Carlos y el arreglista Pepe Nieto cambiaron el rumbo de nuestra música. Para siempre.