Ya en el apartado musical, cabe destacar las actuaciones de Olof Dreijer y Diva Cruz, Toya Delazy, Sevdaliza, Aïza Devi y el productor italiano Folamour entre otros, en una primera jornada que no cuenta con Sónar de Noche, que se celebra en el recinto ferial de Gran Vía, a tres kilómetros de distancia.
Generando pánico?El título del debate inaugural lo decía todo: Generating Panic? Referencias claras al arte y la música generativa, es decir ayudada, o completamente realizada con herramientas de AI. La interrogante final es realmente el eje de la conferencia: ¿es la inteligencia artificial un peligro inminente para los creadores y sus derechos? Para Eduard Alarcon, profesor de Ingeniería Electrónica de la UPC y moderador del debate junto con Antònia Folguera, directora del Sónar+D, “la IA es una herramienta ambivalente, un arma de doble filo que puede ser muy útil pero también peligrosa para el gremio”.
Folguera, por su parte, ha destacado la audacia de muchos artistas en el uso de la IA, pero también ha resaltado que viene a ser “una caja negra que puede escapar a su control”. Una visión distinta ha ofrecido Rebecca Fiebrink, profesora de Informática Creativa en la University of the Arts London, para quien la IA no tiene por qué ser necesariamente peligrosa o dañina. Ha puesto el ejemplo de algunos programas generativos de música por IA que están ayudando a los profesores de música a vincular a los alumnos con la materia de un modo muy positivo.
La mesa del debate inaugural del Sónar 2024También Artur García, investigador del Barcelona Supercomputing Center (BSC), quiso relativizar los miedos. “No vamos a poner bombas nucleares en manos de la IA, así que no creo que hablar de pánico sea lo correcto” ironizo respecto al nombre del debate. También opinó que “la gente cree que las tecnologías tienen un crecimiento exponencial, y esto se piensa de la IA, pero realmente los que trabajamos en computación sabemos que los progresos son mucho más lentos”.
Por su parte, la periodista Marta Peirano, que suele escribir advirtiendo de los peligros de la tecnología relacionada con los intereses del capitalismo, quiso dejar claro desde un principio que el peligro no es la tecnología (la IA) en sí sino la industria que hay detrás de ella. “Los modelos de IA existentes no son un producto sino un servicio que te da respuestas a preguntas, y tu crees que lo usas pero en realidad te usa él sacándote información”. A este respecto los ha comparado con las actitudes polémicas de Google y otras grandes corporaciones digitales.
Peirano también se mostró refractaria respecto la extensión de las aplicaciones de IA: “lo que hace la IA es recolectar palabras y asignarles números para luego combinar eso números”, dijo y señaló que en este sentido: “no tienen contacto con la realidad humana, sus respuestas son simplemente del mundo ideal de las matemáticas”.
IA en la Project AreaAdemás de en los debates y conferencias, la IA manda también entre las empresas e iniciativas que este año se presentan en el área de proyectos del festival. Cris Checa, comisaria de la llamada Project Area, explica que “organizamos un buzón abierto para que la gente de todo el mundo nos mandara sus propuestas, y se llenó en poco tiempo con iniciativas tanto privadas como de escuelas y universidades de países tan diversos como Dinamarca, Corea o EEUU”.
Seleccionaron una parte de las propuestas presentadas y reservaron una parte para las iniciativas que ellos deseaban que estuvieran presentes, procurando que “50% de las iniciativas presentadas fueran locales”. Las hay que juegan con el arte generativo, como el Museo de Arte Generativo, una organización sin ánimo de lucro que alberga obras generadas por distintas tecnologías de programación y las aloja en un edificio virtual que se encuentra en el metaverso.
La Project Area del Sónar, dedicada a proyectos de inteligencia artificial.“Cada tres meses cambiamos de exposición y vendemos algunas de las obras generadas, que se entregan a la persona compradora en tecnología digital NFT”, explica Xavier Hernández, ingeniero de telecomunicaciones y uno de sus fundadores. Aseguran que el dinero conseguido va destinado en su integridad al mantenimiento de las obras. “Se precisa de ordenadores muy potentes y costosos para mantener el museo”, añade Hernández.
También el Barcelona Supercomputing Center (BSC) presenta algunos de sus proyectos realizados junto a artistas en los que emplea inteligencia artificial. Uno de ellos es el del italiano Filippo Nassetti, llamado Breathing Architecture y que utiliza patrones de estructuras pulmonares cedidos por hospitales para estudiar cómo se ensancha este órgano. Nassetti asegura que “la estructura que genera a partir de los datos la IA puede servir en el diseño de productos”.
Otro proyecto del BSC es Electric Atmospheres, en colaboración con Richard Vijgen, en el que se construyen mapas de interferencias electromagnéticas en ámbitos urbanos a través de la IA, para luego estudiar la instalación de antenas de telecomunicaciones. Y finalmente un tercer proyecto es Impossible Larynx, que trabaja con la voz de la cantante Maria Arnal para a partir de IA concebir la estructura de su laringe. La idea es luego ver cómo las modificaciones en el ordenador de esa estructura generan distintas voces artificiales.
Tecno y ritmos africanosEn el plano musical las ofertas han sido en la primera jornada ricas y variadas, destacando las actuaciones que tuvieron lugar en el escenario principal, como la del productor y disc jockey sueco Olof Dreijer, que junto a la percusionista de origen colombiano Diva Cruz organizaron una sesión memorable que a ratos parecía un duelo entre las habilidades el sueco con los sintetizadores y la capacidad rítmica de la colombiana, que trajo los mejores ritmos afro de su país.
Fue una sesión que navegó entre los aromas de los trabajos de Frederic Galliano y las alucinaciones sonoras de Bill Laswell en el disco Imaginary Cuba, pero que supo también mantener el ritmo festivo que todo evento afroadescendiente debe mantener para lograr su éxito. Al éxtasis de de Dreijer y Cruz le sucedió el terremoto de la rapera zulú sudafricana Toya Delazy, que trajo su peculiar estilo, que ella misma ha bautizado como afrorave.
Toya Delazy durante su actuación en el Sónar 2024. ¿Quién dijo que Sudáfrica no tenía la bomba atómica?Consiste en una mezcla de drum'n'brass, jungle, dancehall y otros ritmos urderground de la noche londinense que habita Delazy en los últimos años. A base de ritmo, descaro y un sonido que parecía una sala de pachinko de Tokio transportada a Johanesburgo, se ganó al público, que se mantuvo fiel durante los 40 minutos de potente concierto.
Paralelamente a la exhibición de energía de la sudafricana, tuvieron lugar otros conciertos más intimistas y brumosos, como el de la artista iraní Sevdaliza, un icono LGTBI que emplea en sus canciones desde el trip-hop al r&b o el tecno más industrial para sus exuberantes actuaciones, en las que tanto puede recordar al Marc Almond más oscuro como a los himnos de las divas de la música disco.
Y una mención especial merecen dos actuaciones que se situaron más cerca de la performance que de la música propiamente dicha. La primera es la que desarrollaron la artista digital canadiense Myriam Bleau y la coreógrafa también canadiense de origen taiwanés Nien Tzu Weng. Ambas desarrollaron una especie de diálogo hipnótico a oscuras entre ellas y entre distintos soportes con diodos LED que se activaban al contacto de sus dedos.
Aïsha Devi durante su actuación.Por otro lado, la artista, productora y vocalista suiza Aïsha Devi desarrolló una peculiar sinfonía sonora sintetizadores y ordenador en la que jugó con sonidos que iban desde el metal industrial a las nieblas del trip-hop más portuario. Su perfomrance se vio acompañada del montaje del escenógrafo Emmanuel Biard: un alucinante decorado de telas estampadas que resaltaban sus colores con la iluminación ambiental.
Cerró la noche de la primer jornada el disc jockey francés Fulamour, considerado uno de los mejores productores de house de su país y acaso de toda Europa continental. Ofició de demiurgo para la sesión final, con el público ya bien macerado en alcoholes y sustancias varias, presto a bailar los ritmos de soul, funk, cumbia y afrobeat que el galo propuso.