No solo los más evidentes, como El francotirador o Gran Torino. Títulos menores y más recientes como La mula (2018) o Sully (2016), lograron más de 100 millones solo en la taquilla de EEUU. Por eso ha sorprendido que desde Warner, que le deben varios éxitos, haya decidido estrenarla allí en solo 50 copias y con el creciente rumor de que, desde la empresa, no reportarán sus datos de taquilla. Los medios de EEUU apuntan a que el nuevo responsable del estudio, David Zaslav ha sido el responsable de esta decisión tras el fracaso de su anterior filme, Cry Macho.
Sea por el motivo que sea, es doloroso ver que una película de Clint Eastwood no tiene el espacio que se merece. Aunque ese espacio sea solo para equivocarse. No es la primera vez que Warner traiciona a uno de sus directores en cartera. La negativa de la empresa a estrenar en salas tras la pandemiaTenet, el filme de Christopher Nolan, provocó que el director les cambiara por Universal en Oppenheimer, lo que culminó con siete premios Oscar y una taquilla que casi mil millones de dólares. Warner habría, según Variety, intentado recuperarle para su nueva película con una suculenta oferta que Nolan ha rechazado, quedándose en Universal.
Más allá del ataque a Clint Eastwood por sus méritos, sorprende porque su nueva película Jurado Nº2 -que también se estrena en España- es una película estupenda. Un thriller inteligente que apuesta por el cine adulto para adultos, algo que cada vez es más difícil encontrar, pero que es donde se está abriendo un nicho de público que está volviendo a las salas. La pasada semana un filme de corte similar como Cónclave sobrepasaba las expectativas y lograba un estreno de casi 7 millones en EEUU.
Es cierto que Conclave tiene una supuesta carrera por los Oscar por delante que el filme de Eastwood no va a tener, pero este sí que podría provocar un boca a boca entre un público transversal para que funcionara de forma más que decente. El estreno en 50 salas bloquea esa posibilidad por completo.
Jurado Nº2 cuenta a su favor con una premisa original y sorprendente. Un hombre ideal, futuro padre de familia, y marido perfecto es elegido como jurado popular. Cuando llegue al caso se dará cuenta de que él fue el culpable de la muerte de la víctima, por lo que el acusado por asesinato es inocente. La duda es si entregarse o no, pero el guion de Jonathan A. Abrams le da una vuelta de tuerca para que el espectador asista a cómo el protagonista intenta convencer al resto de jurado popular de no condenarle sin tener que entregarse. Todo mientras se mantiene el suspense sobre cuál será el veredicto y la duda sobre si descubrirán su mentira.
J.K. Simmons, otro de los miembros del jurado popular en 'Jurado Nº2'Eastwood no desaprovecha una idea tan potente, y a pesar del limitado talento dramático de Nicholas Hoult, consigue mantener al espectador en la butaca sin saber realmente por dónde va a avanzar. Un filme que bebe de clásicos como 12 hombres sin piedad, pero que consigue su propia autonomía. Eastwood, además, lo lleva a su terreno para abordar varios de sus temas preferidos, como la moral, la culpa o un sistema judicial fallido. Temas que se encuentran en varios de sus filmes más populares como Mystic River.
El veterano director, que ya tiene 94 años y asegura que todavía tiene cuerda para dirigir al menos otro filme, aprovecha el thriller para plantear preguntas interesantes sobre una sociedad sin valores, una donde un hombre rico tiene más posibilidades de salvarse que uno pobre; donde la justicia se basa en prejuicios y primeras impresiones y donde no hay un sistema fiable. Una visión pesimista que se asegura en mantener en su ambiguo plano final, que no da respuestas y que deja al espectador que complete como desee.
El estilo clásico de Eastwood se mantiene. Sin alardes, fiable y al grano, aunque le puedan ciertas obviedades visuales -enfocar una estatua de la justicia ciega cada vez que hay una duda moral es algo que debería estar superado-. La ambigüedad moral de sus personajes se traslada también al filme, y es ahí donde todo resulta algo más incómodo, ya que a Eastwood se le ven sus costuras conservadoras. Mientras que acierta en destruir a ese hombre perfecto (y creyente), que antepone su interés personal al colectivo, Eastwood recurre a tópicos reaccionarios para describir al resto de personajes.
Para el director los negros siempre están enfadados y quieren llegar a casa porque la vida les pasa por encima; y se hace poco hincapié en que el acusado, culpable o no, sea un maltratador de mujeres. Detalles que no empañan del todo este thriller disfrutón, que recupera el aroma a clásico de los 90, y que uno hasta puede entender como marcas de la casa de un director conservador que a estas alturas y con 94 años tampoco va a cambiar.