En los diccionarios de valenciano —o de catalán—, hay una acepción para honorable que dice así: “Tractament donat als membres dels governs i dels parlaments de diversos països o als membres del cos consular”. Pero también hay otra, por lo general la primera, que define honorable como “digne d’honor”. Y motivos para ser digno de honor (“Qualitat moral que emmena algú a no fer res que el pugui desmerèixer en l’estima dels altres o en la pròpia”, “Bona reputació, prestigi”, “Estima, distinció, pel mèrit d’algú”) le van quedando pocos a Carlos Mazón.
En la lírica culta, el pareado sirve lo mismo para un roto que para un descosido, tanto para lo sublime como para lo banal. “La primavera ha venido, / nadie sabe cómo ha sido”, decía Antonio Machado. “Ver otro cielo, otro monte, / otra playa, otro horizonte”, escribió Alfonsina Storni. “Las hijas de las madres que amé tanto / me besan ya como se besa a un santo”. versificó Ramón de Campoamor.
En la lírica popular valenciana, se acaba de producir una innovación. Han inventado el pareado redundante, o el pareado insistente, o el pareado desdoblado, o el pareado tríptico. Ya no tiene solo dos pies, lleva tres. “Mazón dimisión y a prisión”, han comenzado a decirle en las movilizaciones al aún presidente de la Generalitat.
