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'Polvazo', la novela que lleva el 'Ulises' de Joyce a un centro de atención telefónica a turistas descontentos

A tenor de sus dos primeras novelas, publicadas en España por Anagrama, se diría que la escritora alemana Katharina Volckmer ha tenido un aprendizaje similar al de Amat y lo ha sabido plasmar con sabiduría en el papel. Si en La cita (2021) ya dejaba testimonio de ese humor gris oscuro casi negro que llega a incomodar, en Polvazo (2025), su nuevo trabajo, el tono cómico alcanza unos tintes de patetismo digno de algunos pasajes de La conjura de los necios de John Kennedy Toole.

En conversación por correo electrónico, Volckmer reconoce una clara intencionalidad subversiva en su uso de la comicidad. “Para mí el humor es un espacio anárquico, no sabemos realmente qué pasa cuando nos reímos, y creo que es una herramienta muy interesante para explorar las emociones, así como las reacciones personales”, explica y agrega que los lectores de sus libros a menudo le dicen que “no están seguros de si es adecuado reírse de ciertas cosas que les suceden a los personajes”.

Para Volckmer, esa incomodidad moral que generan sus textos, entre la crueldad, la ternura y la provocación gratuita, es la constatación de que consigue su objetivo

Para Volckmer, esa incomodidad moral que generan sus textos, entre la crueldad, la ternura y la provocación gratuita, es la constatación de que consigue su objetivo. “Ahí es cuando la cosa se pone interesante”, asegura dando la razón a Colm Tóibin cuando escribe, en la solapa del libro, que Polvazo “está lleno de energía oscura”.

Cosas que hacer en un 'call center' cuando eres pobre, obeso y medio italiano

“Polvazo es un libro para cualquiera que alguna vez se haya sentido incómodo en su cuerpo y abrumado por su trabajo”, asegura Volckmer, que reconoce que le gusta más el título que tiene el libro en España que el original que le dio su editorial inglesa: Calls May Be Recorded for Training and Monitoring Purposes (Las llamadas pueden ser grabadas con fines de capacitación y monitoreo).

“Polvazo es simplemente perfecto; me encanta que exista una palabra así [polvazo] en español”, suelta la novelista, que desvela que “el título original de la novela era Wonderfuck y también que se mantuvo para las ediciones en francés e italiano”. Y ello a pesar de que la historia que cuenta Volckmer podría definirse como una suerte de anti-polvazo.

“Es la novela de cualquiera a quien alguna vez le hayan roto el corazón”, apunta. Pero para evitar el sentimentalismo, incide en la vertiente humorística del libro: “Está escrito sobre todo para personas a las que les gusta reírse de todas las absurdidades dolorosas que conforman nuestra vida diaria”. Y es que la vida de Jimmie, un joven precario, medio italiano medio inglés, gay y con serios problemas de sobrepeso, es el triángulo perfecto entre lo cómico, lo patético y lo absurdo.

Un Ulises precario

La novela relata, en sus escasas 150 páginas, un día en la vida de Jimmie, y más concretamente una jornada laboral de este Ulises moderno en un sórdido centro londinense de atención telefónica a turistas descontentos, donde estos le cuentan a nuestro héroe sus enajenadas quejas, a las que él suele dar respuestas no menos delirantes.

Volckmer apunta, entusiasmada por la comparación con la novela de Joyce, que al igual que a Augustus Bloom –protagonista de la misma–, a Jimmie “también lo acompañamos durante un solo día mientras lucha con un mundo que lo hace sentir invisible e insignificante y se enfrenta a ese mundo a su manera”. “Otro paralelismo”, añade la autora, “sería que Bloom también está confundido por sus propios orígenes”, ya que si bien Jimmie solo es medio inglés, el protagonista del Ulises, como judío, duda de su sentimiento irlandés.

Entre llamada y llamada de mujeres que se quejan de no ser acosadas por los camareros en su hotel de Marraquech, o de escritores frustrados que culpan al polvo de los cajones de no poder concentrarse para escribir su gran obra maestra, Polvazo nos presenta no solo las cuitas de Jimmie, sino también a sus compañeros de trabajo, entre los que destaca Wolf, un alemán tan rígido como entrañable, o Helena, una catalana sofisticada y hedonista, hija repudiada de un eminente empresario del sector porcino. “Tuve la oportunidad de viajar a Barcelona para la publicación de mi primera novela y me intrigaron mucho las personas que conocí allí y las historias que escuché sobre la vida y la cultura catalanas”, suelta sobre este personaje.

Volckmer teje el tapiz de una generación precaria, sin futuro y que aparenta despreocupación por todo aquello que no vaya a suceder en las próximas doce horas

Así, Volckmer teje un tapiz de una generación precaria, sin capacidad de planificar su futuro y que aparenta despreocupación por todo aquello que no vaya a suceder en las próximas doce horas. “Jimmie pertenece a una generación que ya no puede reproducir la riqueza de sus padres y creo que, si dejamos de lado la crisis climática, muchas de las preocupaciones que afectan a los jóvenes de hoy giran en torno a esta falta de seguridad”, comenta la escritora.

No obstante y dadas las circunstancias, Volckmer defiende la despreocupación con que sus personajes afrontan la incertidumbre: “A Jimmie le preocupa no poder permitirse el lujo de pagar la atención sanitaria de su propio cuerpo o no poder permitirse dejar el piso de su madre, pero al mismo tiempo también es consciente de que algunas formas de seguridad pueden ser una carga. Mirar al pasado no tiene por qué ser necesariamente nostálgico, también puede ser asfixiante.”

Radiografía de una generación global

Volckmer sí cree que Jimmie podría llamarse Santiago o Jaques y desarrollar la misma historia que cuenta Polvazo en Madrid, París o cualquier otra ciudad de Europa, pues es la radiografía de una generación tan maltratada como global. De hecho, casi ninguno de los personajes que acompañan a Jimmie en su jornada laboral es inglés, la mayoría procede de Suecia, Francia, Dinamarca, Alemania, España, Portugal, Austria...

Tal vez por ello, y a pesar de su extravagancia, Jimmie resulte a los lectores un personaje tierno y cercano. “El tipo de tristeza existencial que experimenta Jimmie es un sentimiento muy universal”, añade al respecto Volckmer. “La mayoría de las personas se ponen tristes cuando piensan demasiado en sus vidas y todos nos sentimos atormentados por versiones de nosotros mismos y de nuestras vidas que no podemos lograr”, agrega.

Yo solía trabajar en un centro de llamadas similar, también tengo sobrepeso y soy inmigrante en este país, así que comparto muchas de las frustraciones y ansiedades de Jimmie

Katharina Volckmer, autora de 'Polvazo'

Preguntada sobre cuánto de Katharina Volckmer hay en Jimmie, la autora reconoce que no poco. “Es un personaje ficticio, pero como yo solía trabajar en un centro de llamadas similar, también tengo sobrepeso y soy inmigrante en este país, comparto muchas de sus frustraciones y ansiedades”, apunta.

Un relato contra el fascismo

Finalmente, a la pregunta de si cree que el mundo precario y cortoplacista que relata su novela es un motor para el apoyo de los jóvenes a la extrema derecha, responde que le ha llamado la atención que en las últimas elecciones alemanas el voto ultra proviniera sobre todo de los hombres jóvenes. Apunta que, de todos modos, “no es sorprendente, pero sí preocupante”.

Y proclama: “Me niego a tener miedo, eso solo favorecería a cualquier movimiento de extrema derecha y yo creo que el optimismo es esencial en la lucha contra partidos como la AfD, porque si uno sale al exterior verá que el mundo no es tan aterrador y está tan roto como les gusta pintarlo a esa gente”.

“Es hora de que creemos una visión de un mundo no fascista”, subraya Volckmer, que también advierte, sin embargo, de que el pensamiento ultra no es un problema exclusivo de Alemania o EEUU: “Los disturbios del año pasado en Southport han demostrado que aquí [Reino Unido] también se pueden encontrar el mismo tipo de movimientos e ideologías de extrema derecha”.

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