De esta forma, lo que es un prado se transforma en un manantial perfecto para inmortalizar con la cámara. "Mis sueños y esperanzas se rompieron en mil pedazos al descubrir que 'el agua' bajo las Puertas del Cielo es solamente un trozo de cristal bajo un iPhone", lamentaba la profesional.

Esta misma práctica fue señalada previamente por el youtuber Antarik Anwesan, que mostró en un vídeo el ya popular "truco del espejo". Pero no solo eso, también reveló cómo de codiciada es esta postal para los turistas: son capaces de guardar una larga cola con tal de obtenerla. Una vez finalizada la espera, solo queda posar bajo las estructuras con una postura de yoga mientras un lugareño captura el momento.

No es el único sitio icónico alterado a gusto del consumidor. Como recopilan en National Geographic, son muchos los lugares que solo existen en Instagram. No porque sean inalcanzables de otra forma, sino porque son producto de filtros y retoques que los transforman en escenarios completamente diferentes. Es el caso de la Montaña de Siete Colores de Perú, que es mostrada con unos tonos tan intensos que parece sacada de un cuento de hadas. Solo si hace sol pueden apreciarse estos colores y, además, aun contando con el buen clima, en ningún caso aparecerán tan saturados. Pero en redes sociales es lo que importa.

"Las personas que mantienen este comportamiento, que termina siendo adictivo, colocan su autoestima en función de los likes. Esto es un problema, evidentemente. Quienes inventan o editan situaciones y luego las comparten en manera de fotos online suelen ser personas con baja autoestima y alta necesidad de reconocimiento, de aprobación y de aceptación", explica a eldiario.es Trinidad Núñez, psicóloga social y docente en la Universidad de Sevilla.

Esta obsesión por la aceptación online no es exclusiva de Instagram. También se encuentra en lo que decimos en Twitter o en las imágenes de Tinder, a pesar de que la aplicación tiene su propio algoritmo elaborado según la lógica patriarcal para definir la belleza y el coeficiente intelectual. Quizá el usuario no tiene tanto poder como imagina, pero puede que algunas instantáneas ayuden. Por ejemplo, una en las islas Phi Phi de Tailandia correteando por sus arenas blanquecinas sin nadie alrededor, como Leonardo DiCaprio en la película La Playa. Los hechos son bien diferentes: el gobierno tuvo que cerrarla indefinidamente el pasado 2018 debido al daño medioambiental causado por el exceso de turistas.

En busca de la aprobación online

"Estamos en una sociedad donde la aprobación del resto de personas ha pasado a ser online frente a la aprobación offline", valora Núñez, quien además apunta que "la autoestima requiere de autogestión" y que si esta se coloca fuera, en los demás, entonces "dejas de tener control de ti mismo".

Puede que esta sea una de las razones que hayan llevado a Instagram a tomar ciertas medidas. La más reciente, todavía en fase de prueba en algunos países, es la de ocultar el número de 'me gustas' recibidos en las publicaciones. La cifra es visible para el usuario que los reciben, pero no para sus seguidores. "Queremos que las personas se preocupen un poco menos por la cantidad de ‘me gusta’ que obtienen y pasen un poco más de tiempo conectándose con las personas que les importan", explicó Adam Mosseri, jefe de Instagram.

Pero ¿es esta externalización de la autoestima algo exclusivo de los entornos digitales? ¿O ya existía antes? Según Trinidad Núñez, la aparición de las redes sociales es un potenciador de ello: generan un feedback inmediato, lo cual ayuda grandemente a esa sociedad del 'hedonismo urgente'. Esta de 'lo quiero y lo tengo', de la inmediatez, termina yendo más allá de la compra de productos de consumo, afectando y permeando en las formas de actuar. Las gratificaciones inmediatas hacen que la tolerancia a la frustración sea cada vez más pequeña".

La experta en psicología añade que lo online tiene "una potencia extraordinaria porque juega con estos elementos: inmediatez, sencillez y anonimato". No se trata tampoco de caer en la crítica tecnófoba de los entornos digitales, pero sí de conocer sus posibles efectos y consecuencias. Algunas de ellas son mostradas a modo de sátira en el capítulo Nosedive de Black Mirror, donde su protagonista es tratada por su alrededor según su ranking de Instagram. Se trata de una distopía, pero, como tantas otras, funciona precisamente por representar una parte de la realidad.