ARCO 2020 no ha empezado con buen pie esta edición: ni el discreto aumento de galerías españolas -seis más que en la anterior edición-, ni el mayor compromiso con la igualdad -este año el 32% de los artistas son mujeres, frente al 26,9% del año pasado- ha conseguido que la polémica haga menos ruido que las buenas intenciones.
La semana pasada, la Justicia condenaba a la feria por hacer una selección arbitraria y discriminatoria de galerías. Una sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid había dejado al descubierto un sistema ilegal de selección de participantes en la feria de arte contemporáneo más importante del país en la que, en realidad, imperaba la opacidad y el favoritismo.