El olor a quemado y el humo que cubre la Chiquitania han espantado a los turistas en esta región boliviana castigada por el fuego, donde las llamas han impedido sus festivales de música y teatro, heredados hace siglos de los jesuitas, y amenazan también los de flores y de aves.
Concepción es una ciudad emblemática por preservar el mayor archivo de música barroca del país y mantener viva la tradición de las misiones jesuíticas.
Pero el fuego no da tregua a su alrededor, donde están movilizadas las Fuerzas Armadas de Bolivia y de países como Argentina.
Los días en Concepción están marcados por la polución y en los amaneceres todavía persiste una humareda que cubre las serranías y el cielo, que suelta el olor a hollín característico de la vegetación que continúa ardiendo en los alrededores.
Los incendios han afectado "enormemente" las actividades turísticas, lamentó en declaraciones a Efe la responsable de Turismo y Cultura de Concepción, Zarka Israel.
A mediados de agosto pasado las emergencias y la declaración de desastre en Santa Cruz, el departamento oriental en que se encuentra Concepción, obligaron a cancelar un importante festival de música y teatro misional, emblemático en toda la región, justo en la época alta de afluencia de visitantes.
"Teníamos hoteles llenos", reservados por agencias de turismo con un año de anticipación, pero el fuego provocó un "bajón" de turistas pese a que se ofreció un programa alternativo de conciertos y representaciones, mencionó la funcionaria.
"Este desastre que estamos viviendo en nuestro municipio ha afectado en todo sentido la actividad del pueblo", lamentó Alejandro Abacucu, profesor de música del Coro y la Orquesta Municipal de Concepción.
La suspensión del festival significa un dolor para los chiquitanos, que "llevan la música en la sangre" y que se preparan a lo largo del año para interpretar las partituras centenarias que heredaron de los misioneros jesuitas durante los siglos XVII y XVIII, con las que "conquistaron los corazones" de los lugareños, aseguró este maestro.
Pero no únicamente las actividades musicales han perdido brillo, sino que también está en riesgo el Festival Internacional de las Orquídeas, que es "una de las actividades icono" de Concepción, mencionó la directora municipal de Turismo y Cultura.
El festival incluye la contemplación de orquídeas en áreas cercanas, especialmente de la especie que florece sobre las piedras y que destella con un violeta vivo, al mismo tiempo que en el poblado y las comunidades se desarrollan actividades culturales.
"En la comunidad indígena de El Carmen íbamos a lanzar como novedad el sendero Las Pampitas, ese sendero se quemó", indicó Israel, que todavía tiene la esperanza de que una lluvia próxima haga que las flores rebroten en las siguientes semanas para impulsar una nueva versión del festival.
Los incendios en la Chiquitania, un área de transición del Chaco a la Amazonía, superan las 700.000 hectáreas, según las autoridades bolivianas, aunque la Gobernación de Santa Cruz asegura que el desastre afecta a más de dos millones.
El fuego ha afectado también a varias comunidades indígenas y reservas naturales en las que crecen árboles de copaibo, cusi y motacú, de los que se extraen aceites con propiedades medicinales y para el embellecimiento de la piel.
Lo que sí está casi descartado por completo es el Festival de Aves Migratorias, que como el de la orquídea combina la contemplación en el medio natural con muestras culturales.
Concepción es el centro migratorio de veinte especies de aves rapaces, que hacen su paso en esta época y que posiblemente no se vean con normalidad, espantadas por el humo y el fuego que persisten.
A juicio de Israel, "el contexto no da" para emprender estas actividades, más cuando se mantiene la emergencia departamental y cuando varios sectores de Bolivia exigen al Gobierno un pronunciamiento para declarar el desastre de nivel nacional.
Si bien sitios patrimoniales como las misiones jesuíticas, entre las que figura la esplendorosa catedral de Concepción, no han sufrido daño alguno por los incendios, no pasa lo mismo con el patrimonio natural de reservas naturales y comunidades indígenas.
Gabriel Romano