Los síntomas de recesión (de contracción de la actividad económica) son manifiestos en la eurozona y, con la inflación bajando, el Banco Central Europeo (BCE) se ha quedado sin razones para seguir subiendo los tipos de interés oficiales, después de ejecutar el ciclo de austeridad monetaria más agresivo de su historia.
La institución que preside Christine Lagarde empezó a aumentar el precio del 'dinero' en julio de 2022 desde el 0%. Desde entonces, ha ordenado 10 incrementos consecutivos, en cada una de las reuniones que celebra su consejo de gobierno cada 6 semanas, hasta el 4,5%.
Es el método de "matar moscas a cañonazos", que acuñó Nacho Álvarez, referente económico de Sumar. Austeridad monetaria que, sin complejos, buscaba efectivamente una recesión que los datos ya muestran inevitable para Alemania (todas las previsiones apuntan a que su PIB retrocederá en 2024) y también, aunque más leve, para el conjunto de la eurozona (así lo reflejan los indicadores adelantados de los últimos meses), con la excepción destacada de España.
Una realidad que hace que, aunque "Lagarde haya hecho suya la sentencia del presidente de la Reserva Federal [Fed, el banco central de Estados Unidos], Jerome Powell, de que 'los tipos de interés se mantendrán altos durante un largo tiempo', y la repita como un loro, más bien va a ser por 'cierto tiempo', incluso menos de lo que indican todas las expectativas", asegura Víctor Alvargonzález.
"En general, las proyecciones de crecimiento para la eurozona se están deteriorando, según los principales indicadores. El crédito bancario se está contrayendo en toda la región [se firman menos préstamos]. [Además], es probable que el aumento de la incertidumbre debido a la inestabilidad geopolítica reduzca la demanda agregada, sin necesidad de aumentar más los tipos", resume Eric Dor, director de estudios económicos del IESEG School of Management. "Por lo tanto, el escenario plausible es que, en la reunión [de su consejo de gobierno] de este jueves, el BCE decida una pausa", añade.
En la misma línea, el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, que tiene voto en el consejo de gobierno de la institución, aseguró recientemente en una entrevista concedida a Financial Times que el BCE ya ha subido los tipos de interés lo "suficiente". Aunque insistió en el mantra de que “mantener el nivel actual de los tipos de interés durante un período suficientemente largo será ampliamente consistente” con alcanzar el objetivo de inflación del 2% de la institución.
Las subidas de precios se moderaron hasta el 4,3% en septiembre, respecto al mismo mes del año pasado. Es la tasa más baja desde 2021 y se explica en su mayor parte por el encarecimiento de los carburantes y de los alimentos.
"El efecto del reciente aumento de los precios del petróleo y del gas en las decisiones del BCE es ambiguo. Por un lado, esto podría inducir un aumento de la inflación y alentar a la institución a incrementar aún más los tipos de interés. Pero, por otra parte, la subida de la energía pesa sobre los presupuestos de los hogares y reduce la demanda de otros bienes y servicios, que ya pueden considerarse desinflacionarios. En cualquier caso, la eficacia de la política monetaria es muy incierta frente a una inflación excesiva provocada por un aumento del precio de la energía importada", aborda Eric Dor.
Ineficaz y actúa con retraso. La austeridad monetaria, que tiene en la escalada del Euríbor —el índice de referencia para las hipotecas— su consecuencias más visible para las familias, seguirá mellando los ingresos de los trabajadores endeudados a tipos de interés variable y dificultando el acceso a los préstamos en general durante meses, incluso aunque el BCE cambiara de rumbo y decidiera bajar el precio oficial del dinero. Sin remedio, el encarecimiento de la financiación seguirá trasladándose poco a poco a la economía real.
"No solo se trata de las familias, también lo sufren las empresas, sobre todo las pequeñas y las medianas, que necesitan crédito para funcionar, lo que se está viendo claramente en Alemania, tanto en la industria como en los servicios", recalca Víctor Alvargonzález.
España surge como la economía más resistente de la eurozona por tener un mayor peso en la actividad de sectores menos intensivos en energía, especialmente por la explosión del turismo, por el despliegue más rápido del Plan de Recuperación y por "los efectos de la política económica adoptada en los últimos cinco años por el Gobierno de coalición, y en concreto por la reforma laboral", según admitió este mismo miércoles la OCDE.
Los dos principales argumentos que han justificado la agresividad del BCE desde julio de 2022 han sido que reaccionó tarde a la crisis de inflación y que, por esta misma razón, desprotegió el tipo de cambio del euro con el dólar. Es decir, como la Reserva Federal comenzó a subir los tipos de interés antes, desde principios del año pasado, atrajo dinero de la eurozona a activos financieros denominados en la divisa estadounidense y favoreció la depreciación de la moneda común.
Esta caída del euro respecto al dólar encarece automáticamente el petróleo y otras materias primas primas que se importan en la divisa estadounidense. Un hecho que ocurrió más significativamente en el peor momento, en el verano y el otoño de 2022, con la energía disparada en todo el mundo por la invasión rusa de Ucrania. Pero ahora, "con la inflación bajando, este argumento ya no sirve", señala Víctor Alvargonzález.
Por su parte, Eric Dor, opina que este jueves el consejo de gobierno del BCE "seguramente discutirá la posibilidad de otras medidas de ajuste monetario [al margen de los tipos de interés], con sus ventajas y desventajas".
"Estas posibles medidas incluyen la reducción acelerada del stock de bonos [de deuda de los Estados y empresas] en poder del Eurosistema, o un aumento en el coeficiente de reserva requerida de los bancos, y todas reducirían el exceso de liquidez del sector financiero", continúa el economista francés.
"La reducción del stock podría lograrse abandonando las reinversiones del programa PEPP [el programa de emergencia por la pandemia] o vendiendo los bonos mantenidos en el marco del APP [el programa anterior, que se diseño para apoyar la salida de la crisis de 2008]. También en este caso, aunque siempre es posible una sorpresa, es más probable que el BCE posponga cualquier decisión hasta al menos diciembre", concluye.