La meteorología condiciona aspectos físicos y psíquicos que influyen de manera determinante en la economía local, especialmente en el sector turístico y en el que se basa en productos gastronómicos muy ligados a épocas determinadas del año, hasta el punto de que el comienzo de la temporada o su éxito puede depender de que el frío o la lluvia lleguen o no a tiempo.
“Si en mayo hace un calor de muerte, la temporada de playa comienza antes, y si el 20 de junio hace un tiempo primaveral, lo hace después, lo mismo que es fundamental la nieve en Sierra Nevada”, razona en una conversación con Efe el portavoz de la Asociación de Fabricantes de Anisados y Licores de Rute, Anselmo Córdoba.
Pero no sólo para ir a bañarse al mar o a esquiar, ya que “en Andalucía, Extremadura y otras comunidades autónomas se organizan actividades propias de la época”, como son las excursiones a centros de atracción turística que conjugan diversos centros de interés, como es el caso de Rute, donde cuatro museos privados generan más de ochenta mil visitas en una temporada navideña que comienza el 12 de octubre y que se cierra el 6 de enero.
Para Córdoba está claro que “hay un rol de invierno y un rol de verano” y que ese es el factor determinante que hace que “en verano bebemos tinto de verano, y gazpacho, vamos a la playa, en bañador y vestimos pantalón corto y que en invierno nos apetece la cuchara y buscamos la gastronomía, los productos de la matanza, la carne de caza, el fuego de leña, los licores de guinda, los anisados y el turismo de interior”.
Antes de afectar al ánimo para fomentar los desplazamientos -“todos los sectores turísticos, de una u otra forma, dependen de la meteorología”, dice Anselmo Córdoba-, el tiempo incide en una de las producciones alimentarias de temporada y de referencia de Rute, el mantecado.
Los diecinueve litros por metro cuadrado caídos los días 13 y 14 de septiembre pasados, tras cuatro meses sin precipitaciones en el municipio, y la bajada de la temperatura, dio paso al inicio de la elaboración de los primeros mantecados.
“Con las primeras lluvias, los obradores empezaron la elaboración de las nuevas presentaciones de los mantecados, para los que son fundamentales la temperatura”, dice el portavoz de la organización empresarial, que recuerda que están hechos con harina, manteca y almendra y que “cada vez se utiliza más la cobertura de chocolate”, por lo que el calor le afecta aún más, lo que no incide en las confituras, que se comenzaron a producir en agosto.
Rute ha construido su relato turístico alrededor de cuatro iniciativas privadas. Los museos del anís, el del chocolate, donde se presenta cada año un belén construido con este producto, que tiene también una extensión al turrón, con maquinaría de los siglos XVIII a principios del XX, el del azúcar, con figuras y monumentos hechos con este elemento, y el del jamón.
El pionero es el Museo del Anís, dirigido por el propio Anselmo Córdoba, que este año cumple su veinticinco aniversario, cinco lustros en los que “ha cambiado la fisionomía de la ciudad”, que llega a acumular tantos turistas en alguna de las jornadas de las doce semanas de la temporada principal como habitantes, 9.857 personas según los datos de 2018, y en donde hay dificultad para encontrar un sitio para comer durante los fines de semana, puentes y festivos en esos meses.
Canadienses, franceses, británicos, belgas y austriacos son los extranjeros que más visitan generan a lo largo de la temporada, cuyo punto álgido es el último fin de semana de noviembre y que en esta ocasión tendrá, aparte de las actividades que les acompañan habitualmente, las de la celebración del aniversario del Museo del Anís.
Álvaro Vega