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Fernando Martín, la cara del engañoso milagro económico que llevó a la crisis financiera

Fernando Martín, la cara del engañoso milagro económico que llevó a la crisis financiera

En menos de dos años el empresario de la construcción pasó de tener una inmobiliaria con activos por valor de 12.000 millones a protagonizar uno de los mayores concursos de acreedores de España, con una gestión salpicada por la corrupción del caso Gürtel y la amnistía fiscal

Un empresario de la construcción admite 25 millones de mordida para Francisco Correa y el PP de Arganda del Rey

El boletín del director - 'El área 124, la intrahistoria de una gran corrupción'. Por Ignacio Escolar

“Yo no tengo ningún miedo.

Soy libre y vivo libre. Ni he robado, ni tengo queridas, ni cosa parecida. Mi vida es clara y transparente y nadie puede sacarme algo raro porque nada raro hay en ella”. Pocas personas ejemplifican mejor el fraude del milagro económico que condujo a la gran crisis financiera e inmobiliaria de 2008 como Fernando Martín Álvarez (Trigueros del Valle, Valladolid, 1947), ex presidente de la constructora Martinsa Fadesa y ex presidente del Real Madrid. Las palabras que encabezan este artículo corresponden a una entrevista de Martín Álvarez en El Confidencial que desencadenó su defenestración como presidente del equipo blanco en un juego de tronos que propició Florentino Pérez en 2006. Menos de dos años después, el imperio inmobiliario que Martín Álvarez había construido se desmoronó en una de las mayores quiebras de la historia económica española.

Aunque entonces aseguró que no tenía nada que ocultar, Martín Álvarez declaró ante el juez esta semana que pagó 25 millones de mordida para Francisco Correa y el PP de Arganda del Rey en una de las piezas del caso Gürtel. No es lo único que mantuvo bajo un oscuro manto de supuesta integridad. También se descubrió que fue uno los beneficiados por la amnistía fiscal que puso en marcha el Gobierno de Mariano Rajoy.

La imagen de Martín Álvarez ante el tribunal del caso Gürtel escenifica la desubicación temporal del juicio. En el momento de los hechos, él era un hombre de 57 años, con una dilatada y exitosa carrera en los negocios al que todavía no había llegado su periodo de mayor exposición pública, la Presidencia del Real Madrid. Pese a las complicaciones que sufrió por el Covid en marzo de 2020 se ha presentado, dos décadas después, como una persona bien conservada pero ya lejos de aquella plenitud.

El escrito arranca con un “desde finales de los años noventa…” y continúa en el siguiente párrafo: “en una fecha que no es posible precisar habida cuenta del tiempo transcurrido”. Un empresario de otro tiempo, en una corrupción de otra década, y en un juicio que llega demasiado tarde. Fernando Martín será condenado por hechos ocurridos en 2004. En el pacto con la Fiscalía han pesado, a su favor, las dilaciones indebidas.

Con la tranquilidad del pacto, Fernando Martín reprodujo el pasado martes los puntos principales de su texto. Explicó que Francisco Correa se acercó a Martinsa sabedor de su interés por la Unidad de Ejecución 124, la parcela donde se construyeron los pisos del pelotazo. “Yo personalmente puse 7 millones [de euros]”, explicó con tranquilidad.

En total, el pelotazo de Arganda es el mayor de todo el caso Gürtel, 25 millones de euros. Martín Álvarez está acusado de una lista de delitos que componen la espina dorsal de la corrupción: prevaricación, fraude a las Administraciones Públicas, cohecho, y dos delitos contra la Hacienda Pública.

El empresario ingresó el pasado año a la Agencia Tributaria más de medio millón de euros por la responsabilidad civil de los delitos fiscales que se le atribuyen. Esta circunstancia, junto a las dilaciones del proceso y la confesión, constituyen las atenuantes con las que evitará el ingreso en prisión ya que ninguno de los delitos por los que previsiblemente será condenado conlleva más de dos años de prisión.

Los destinatarios de la comisión fueron Francisco Correa, el ex presidente de Repsol Ramón Blanco Valín, por una parte, y por otra los políticos que maniobraron para que Martinsa obtuviera la adjudicación, el ex alcalde de Arganda Ginés López, del Partido Popular, y el responsable de la sociedad del suelo de la localidad Benjamín Martín Vasco. Los casi 5 millones restantes los pusieron los empresarios Amando Mayo y Manuel Salinas. Fernando Martín tenía dos cuentas en Mónaco desde las que hizo las transferencias a una sociedad de Correa en Panamá. Las cuentas de Fernando Martín en el Lloyds TSB Bank tenían por nombre ‘Finca’ y ‘Tierra’.

Del cielo al infierno en dos años

Como otros empresarios españoles del sector inmobiliario, Fernando Martín Álvarez tejió una carrera en la que se entrelazaron la actividad política, la construcción y el mundo del fútbol, siguiendo la estela de Florentino Pérez. La gran diferencia con el presidente de ACS es que Martín Álvarez salió perdiendo en sus aventuras deportivas y empresariales. Licenciado en Químicas, fue secretario general de la UCD en Valladolid hasta 1982, partido en el que coincidió con Florentino Pérez.

Con la experiencia política en el bolsillo, abandonó las lides electorales para centrar sus esfuerzos en el mundo del dinero. Primero entró a trabajar en la inmobiliaria Prehogar, donde se curtió en la compraventa de suelo. En 1991 creó el grupo inmobiliario Martinsa. El negocio iba sobre ruedas, pero la situación económica se iba a disparar para las constructoras con las medidas de liberalización y desregulación de la vivienda y el suelo que puso en marcha el Ejecutivo de José María Aznar en 1996. Fueron los cimientos de un milagro económico que transmutó en un gran fraude.

En esos años, se unió al equipo de Florentino Pérez que se presentó a las elecciones de la presidencia del Real Madrid. A la primera pedieron frente a Ramón Mendoza. Pero a la segunda oportunidad, consiguieron la presidencia del equipo en el año 2000. Martín Álvarez pasó a formar parte del consejo de administración del club. El negocio inmobiliario no paraba de crecer año tras año, pero el Real Madrid estaba en una crisis de resultados y financiera que provocó en 2006 la dimisión de Florentino Pérez como presidente. El designado a dedo para sustituirle fue Martín Álvarez. No llegó a entender que solo era el hombre de paja de Pérez. Duró dos meses. Se marchó de vacaciones a Miami y cuando volvió ya le habían hecho la cama. Florentino Pérez tenía controlada la junta general del club que le obligó a dimitir.

Apeado del club por la puerta de atrás, decidió dar el gran salto con su empresa. Eran tiempos de una bonanza económica irracional. Se construían en España 700.000 viviendas al año, más que Alemania, Francia, Reino Unido e Italia juntos. Con su compañía Martinsa había protagonizado algunos de los pelotazos inmobiliarios del momento como las promociones de Montecarmelo y Las Tablas, en Madrid. Parecía que el dorado de la construcción no tenía fin.

Con esos mimbres, en 2006 Martín Álvarez decidió un movimiento arriesgado: comprar la inmobiliaria Fadesa al empresario Manuel Jove por 4.000 millones de euros financiados con préstamos bancarios. Como otros, parece que no llegó a ver la profundidad de la crisis que se avecinaba, aunque él mismo ya olía que el negocio no iba del todo bien. En una entrevista en el diario El País en marzo de 2007 aseguró: “En crisis es cuando más se gana, y es cuando las compañías tienen que demostrar su solvencia y su capacidad. No hay ninguna preocupación porque el sector vaya mal. El ciclo se va a moderar y eso es necesario, conveniente y bueno para los ciudadanos y para los empresarios”.

Un año después llegaría el más absoluto de los desastres. La crisis financiera arrasó con todo. Martinsa Fadesa contaba con 26 millones de metros cuadrados edificables para hacer 300.000 viviendas. El problema es que los ciudadanos dejaron de comprar pisos y los bancos se negaron a financiar. Martín Álvarez se encontró con un mercado paralizado y una deuda que ascendía a 7.000 millones. El 14 de julio de 2008 presentó concurso de acreedores con la idea de resucitar la empresa, pero nadie quería entonces ladrillos ni terreno. 900 trabajadores acabaron en la calle mientras los activos del que se suponía que era uno de los gigantes inmobiliarios de la Unión Europea se iban liquidando cada año con menos valor. Si en 2007, el propio Martín Álvarez aseguraba que su empresa tenía activos valorados en 12.000 millones, en 2015 no alcanzaban los 2.000 millones.

A pesar de las dudas de la operación de la compra de la empresa de Manuel Jove, en 2011 un tribunal exculpó a Martín Álvarez y a los gestores de la constructora como responsables de los concursos de la empresa y de sus seis filiales. El juzgado determinó, junto a la administración concursal y el dictamen del fiscal, que las quiebras fueron “fortuitas”.

Años después se desestimó una demanda que interpuso en 2011 contra Manuel Jove en el que le acusaba de sobrevalorar los activos de Fadesa. Martín Álvarez pedía 1.576 millones de indemnización en otro intento desesperado por sustentar una compañía que todo el mundo daba por muerta. Los bancos ya habían cerrado entonces completamente el grifo. Hoy todavía hay deudas impagadas por Martinsa Fadesa, de hecho, es una de las principales empresas morosas a Hacienda. En el último listado de la Agencia tributaria correspondiente al ejercicio de 2023 la empresa sigue con una deuda de 5.9 millones de euros.

Ahora bien, Fernando Martín Álvarez sí que consiguió superar el concurso de acreedores al que se acogió como persona física. Pese a que con sus firmas patrimoniales tenía una deuda que superaba los 120 millones de euros, logró el voto favorable de los acreedores titulares del 96,9% del pasivo total, donde la mayoría eran entidades financieras. Curiosamente, solo la Agencia Tributaria se abstuvo en la votación. El empresario consiguió el respaldo a su plan de pago con quitas de más del 60% por el abono en efectivo o pago en especie (inmuebles y acciones) de las deudas.

En 2013, el ministro de Hacienda del Gobierno de Mariano Rajoy, Cristóbal Montoro, tuvo que admitir en el Congreso que Fernando Martín Álvarez era una de las personas imputadas en el caso Gürtel que se habían beneficiado de la amnistía fiscal que puso en marcha su Ministerio. Montoro aseguró que en el caso del constructor se trataba de la regularización tras el ingreso de 342 euros para aflorar 3.420 euros como parte de los rendimientos de una cuenta de 58.000 euros que tenía el constructor en Mónaco.

Desde entonces, el empresario optó por quitarse de en medio y por mantener un perfil bajo, sin apenas apariciones en los medios como aquellos años de vinos y rosas que precedieron a la crisis financiera. Esta semana se ha cerrado otro capítulo del fallido milagro económico español que se sustentó en la corrupción y en la codicia del ladrillo.

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