Es habitual que para comprar una vivienda, un coche o algunos de los electrodomésticos más caros que una persona o una familia tenga que acudir a los préstamos para pagarlos a plazos. Sin embargo, un ciudadano francés, por ejemplo, y uno español afrontarán costes diferentes para devolver estos créditos a las entidades que se los concedan. Y el que saldrá más perjudicado será el segundo.
Así lo muestran las estadísticas del Banco Central Europeo (BCE), en las que se concluye que tanto en las hipotecas como en los préstamos al consumo, los españoles pagan intereses por encima de la media de la zona euro.
Si una familia compró su vivienda en julio –último mes con datos recopilados por el BCE– y acordó una hipoteca a más de 10 años, contrató un tipo de interés medio del 2,28%. Es, de lejos, un precio más barato que el que habría tenido que firmar hace seis años, en plena crisis, cuando se superaba holgadamente el 5%. Sin embargo, la rebaja continua, ligada a que los tipos oficiales no han dejado de caer, no ha sido suficiente para igualarse a la media comunitaria.
De media, un ciudadano de los países de la zona euro firmó su hipoteca en julio con un interés del 1,57%. Es decir, siete décimas menos que el coste que afrontaron los españoles. En la comparativa, las familias españolas salen todavía peor paradas respecto a las francesas, que pagan un 1,34%, o las alemanas, que abonan un 1,35%. Hay que acudir a países como Eslovenia o Lituania para encontrar tipos de interés más altos.
Lejos de reducirse la distancia entre las hipotecas españolas y las europeas, se ha ampliado en lo que va de año. En enero la diferencia apenas superaba el medio punto. Y si miramos un poco más lejos, en 2015, España y la zona euro estaban prácticamente igualadas.
Desde entonces, los precios en España, con oscilaciones, se han mantenido en un rango similar, mientras que en Europa la evolución ha sido descendente. Paralelamente, desde ese año, en España empezó a tener un crecimiento continuado la concesión de hipotecas a tipo fijo. Si entonces suponían apenas el 6% del total, hoy son ya casi 5 de cada diez hipotecas firmadas (44%), marcando su récord histórico en junio.
Con un euribor, el tipo de referencia de las hipotecas variables, a la baja y sin expectativa de subida, los bancos han apostado por ofertas para atraer a sus clientes hacia tipos fijos. Y esto ha tenido un efecto sobre el precio de estos préstamos, ayudando a mantener la media en unos niveles similares a hace cuatro años. Las hipotecas a tipo fijo son más caras que las variables. Según la estadística del INE, las primeras están en el entorno del 3% y las segundas ligeramente por encima del 2,2%.
Las grandes diferencias, en el consumoPero las diferencias más amplias respecto a Europa no se encuentran en las hipotecas. Donde peor salen parados los españoles es cuando contratan un préstamo al consumo. Se trata de aquellos créditos destinados a comprar cualquier bien de consumo como un coche, un electrodoméstico, muebles, etc. Estos préstamos, con menos tiempo para su devolución y sin un bien como garantía, tienen un precio más alto que las hipotecas.
En agosto, un español que comprase uno de estos productos y contratase un crédito para devolver en entre uno y cinco años pagó de media un 8,04%, según las estadísticas del Banco Central Europeo. Sin embargo, entre los países con el euro como moneda se pagó un 5,09%. Es decir, tres puntos más.
Pero las diferencias no quedan ahí. España sale todavía peor parada si la comparación es con algunos países concretos entre las principales economías europeas. Por ejemplo, en Francia la media se situó el mismo mes en el 3,77%, menos de la mitad que en España, y en Alemania, en el 4,51%. Incluso los italianos, que también están por encima de la media, pagan de media dos puntos menos que en España. Hay que acudir a países como Estonia, Letonia o Lituania para encontrarse registros superiores a España.
Este negocio ha vivido un boom importante en los últimos años para los bancos, con crecimientos que superó el 15% en 2018, según Asnef. No en vano, frente a la actividad hipotecaria que apenas ha crecido, este negocio más rentable para la banca no ha dejado de crecer con la mejora de la capacidad de los hogares para consumir. Tal ha sido el incremento que el Banco de España ha hecho diferentes alertas ya que siendo más rentable, es también un negocio con más morosidad.