Maxim Renahy (Grande-Synthe, 1978) trabajó de espía para los servicios secretos franceses en Jersey, uno de los "peores paraísos fiscales" del mundo, según los términos de la Red para la Justicia Fiscal. Renahy trabajó en esa isla británica situada en el Canal de la Mancha para el gabinete de abogados Mourant. También estuvo al servicio de Mourant en Luxemburgo. Pensando en que las autoridades francesas perseguirían a las empresas que recurrían a esos paraísos fiscales para cometer actividades fraudulentas, entregó información comprometedora a la que él tenía acceso al servicio de la Dirección General de la Seguridad Exterior de Francia (DGSE), los servicios de inteligencia galos.
Renahy se topó con la "pasividad" del Estado francés ante las irregularidades que cometían las empresas galas. Convencido de que los esfuerzos franceses – y también los del resto de grandes países europeos – contra los paraísos fiscales son insuficientes, escribió un libro relatando su experiencia hasta 2013 en el oscuro mundo de las finanzas en los paraísos fiscales. El volumen se titula Là où est l'argent o Donde está el dinero (Ed. Arènes, 2019). En él, da cuenta de los muchos usos que se siguen dando a esos considerados agujeros negros de las finanzas que son los paraísos fiscales. Es un auténtico ejercicio de whistleblowing a la francesa.
Usted quería entrar en el mundo de las finanzas para, estando dentro, ponerse al servicio de los servicios de inteligencia. ¿Por qué?
Cuando empecé, en 2007 había muy poca información sobre los paraísos fiscales. Tenga en cuenta que 2007 es mucho antes de que hubiera revelaciones como las del Luxleaks o gente como Edward Snowden, gente capaz de descubrir al menos parte del anverso de la escena política y económica internacional. Puede parecer azaroso que yo trabajara en el sector. Pero muchas cosas hicieron que yo trabajara como espía allí.
Yo tenía un fuerte deseo, desde siempre, de ponerme al servicio de mi país y, segundo, había algo que me intrigaba mucho en el secreto de los paraísos fiscales. Esos son los motivos por los que acabé trabajando para el gabinete de abogados Mourant, el mas grande de la isla. Estaba abierto a este tipo de aventuras, incluso si mi formación no tenía que ver con ese mundo tuve la oportunidad de cumplir ese sueño de trabajar para los servicios de inteligencia franceses.
Haciendo público en su libro su trabajo al servicio de la DGSE, ¿Hasta qué punto se ha convertido en un whistleblower?
En mi libro he tratado de mostrar cómo funciona el mundo de las finanzas, la corrupción de políticos y de multimillonarios. También he tratado de explicar la implicación del estado francés en los paraísos fiscales y cómo los servicios secretos defienden, para bien o para mal, los intereses franceses. También he querido dejar algunas pistas para ver cómo se puede servir mejor los intereses franceses y de Europa a través de una mejor gobernanza.
Esa corrupción de la que habla, no es sólo evasión fiscal, ¿verdad?
Los paraísos fiscales también sirven para todo tipo de fraude, ya sea malversación, uso de información privilegiada, creación de monopolios o estructuras offshore para disimular una estructura accionarial, o llevar a cabo liquidaciones fraudulentas en empresas. Sobre esto último, los paraísos fiscales se pueden usar para hacer creer que en Francia, España o Italia, por ejemplo, un centro de producción de una empresa no es rentable, cuando en realidad lo es, para así justificar una deslocalización sin pagar planes sociales, por ejemplo.
Luego están cuestiones como el pago de retrocomisiones o de inversiones prohibidas hechas a través de paraísos fiscales. Hay bancos y empresas de seguros francesas que pasan por los paraísos fiscales para hacer cosas que están castigadas por la ley, como, por ejemplo, evitar tener suficientes reservas de dinero. Hay 15.000 razones para que las empresas usen los paraísos fiscales.
El argumento más utilizado a la hora de justificar esos usos de paraísos fiscales es que se utilizan para competir mejor en los mercados internacionales.
Esa es la excusa que dan las multinacionales para justificar el estar presentes en los paraísos fiscales. Por experiencia propia puedo decirle que cada vez que he visto a multinacionales o multimillonarios pasando por un paraíso fiscal era para cometer fraudes, pero le hablo de fraudes a todos los niveles. La evasión fiscal nunca va sola. Ésta se suma a otras muchas cosas. Hacer uso de un paraíso fiscal no es algo que se haga únicamente por la evasión fiscal. La excusa que dan las empresas es que van a esos paraísos fiscales por 'obligación', porque la 'globalización les obliga'. Pero esa es una falsa excusa. Van ahí para evitar que se vean los fraudes que realizan.
Cuando usted se pone a disposición de los servicios de inteligencia franceses, ¿pensaba que éstos actuarían contra los actores económicos que usted denunciaba en sus informaciones?
Sí, porque yo he sido educado pensando que el Estado francés hacía su trabajo, porque Francia tiene un Estado fuerte. Pero en realidad eso no es así. Si el Estado francés hiciera bien su trabajo – aunque no es el caso – haría falta que los ciudadanos que lo desean pudieran ayudar al Estado francés. Éste no es omnipotente, por mucho que desde la administración se invite a pensar lo contrario. Un estado que hace bien su trabajo sería honesto, haría las cosas correctamente y pediría ayuda a los ciudadanos. Esto es algo a lo que el estado no se atreve. Parecería que hay un miedo. Habría que crear partenariados informales entre el estado y los ciudadanos, pagados o no. Yo trabajaba gratuitamente.
¿Qué es lo que más le ha llamado la atención del comportamiento de las autoridades frente a los paraísos fiscales?
Lo siguiente: ante las empresas que hacen liquidaciones fraudulentas de centros de producción, ante estas empresas, cuando son extranjeras, el Estado francés no se ocupa para nada, o si lo hace lo hace muy poco. No se les persigue y esto es algo completamente inaceptable. En el proceso, nos roban las patentes, la industria, por ejemplo. Además se ponen en la calle a miles de personas, que pierden sus trabajos. En contra partida, el Estado francés no hace nada para que los responsables de esas acciones rindan cuentas ante la justicia. Esto es lo mínimo que se tendría que hacer.
Por eso dice usted en su libro que los paraísos fiscales están asociados a “catástrofes sociales”.
Exacto.
¿Pero no hubo acciones de la DGSE contra ilegalidades en su tiempo al servicios de la administración?
Sí, las hubo. Una información que yo pasé la DGSE la hizo llegar a diferentes estructuras de la Hacienda francesa y otras haciendas extranjeras y así se logró que hicieran pagar impuestos a clientes nuestros [en Mourant]. Sin embargo, me parece insuficiente cuanto la administración llevó a cabo.
¿Cuál ha sido el comportamiento de las autoridades fiscales que usted ha visto, por ejemplo, frente a Google?
Hay estructura empresariales, como en Google, que son completamente ilegales pero que se consideran legales porque hay funcionarios que dicen: "bueno, es ilegal, pero... la empresa emplea, por ejemplo, 3.000 personas aquí". Por eso, dentro del Estado francés también hay paraísos fiscales, algo comparable a la 'City' en Londres. Y esto es algo que hay que cambiar para que haya una auténtica justicia fiscal.
En Francia, hay un laissez-faire a través de lo que se llama el 'Candado de Bercy' [un sistema de la administración modificado a finales de 2018 que ponía en manos de altos funcionarios y no de la justicia decisiones relacionadas con la persecución del fraude fiscal]. Pero es que hay casos en los que el derecho internacional no se respeta en Francia. En la legislación francesa está recogida la iniciativa de la OCDE cuyas siglas son BEPS. Está destinada a la lucha contra la evasión fiscal. La iniciativa tendría que llevar a condenar a Amazon y Google. La ley, se supone, prohibe enviar la facturación a Irlanda, entre otras cosas.
¿Cómo ve usted la lucha a nivel europeo contra los fraudes de los que usted da cuenta en su libro?
Lo que yo veo es que Francia no es una excepción en Europa. Tiendo a pensar que en España, Italia, Gran Bretaña o Alemania, pasan las mismas cosas que en Francia.
Hacía usted alusión a Google o Amazon, pero, exactamente, ¿de qué empresas estamos hablando cuando se trata de recurrir a paraísos fiscales con fines fraudulentos?
Podría darle el nombre de decenas de empresas, francesas y extranjeras, implantadas en Francia. Pero siendo la difamación, según la ley francesa, no decir cosas falsas, sino decir cosas que pueden afectar a la reputación y al honor de una persona moral o física, prefiero evitar dar nombres y las consiguientes medidas legales contra mí.
Pero el mensaje de su libro es claro: se deja a las empresas recurrir a paraísos fiscales incluso cuando hay informaciones de los servicios secretos de que allí habrá actividades ilegales.
Eso es, sí. Esas informaciones existen, no sólo por espías o por whistleblowers, sino también por el trabajo de funcionarios que hacen bien su trabajo, porque no todos lo hacen mal. Yo estoy en contacto con un grupo de funcionarios dentro del Ministerio de Finanzas francés que trabaja bien. Ahora bien, yo no quiero echarle toda la culpa a los políticos, pero hay una gran responsabilidad de los políticos en esto. Me refiero a los políticos que, por ejemplo, en España llaman "la casta".
Puede resultar violento ver que hay quienes gozan de un trato de favor por las autoridades, cuando entre el resto de los ciudadanos, por ejemplo, pueden sufrir económicamente, también por causa de la presión fiscal.
Así es. Esto crea mucha violencia. En Francia, por ejemplo, yo apoyo el movimiento de los Chalecos Amarillos, concretamente un grupo que lucha por la justicia fiscal. Pero también, tengo que decírselo, yo me veo en una paradoja: denunciar estas actuaciones de la oligarquía es una forma de ayudarles. El día que haya otra crisis financiera, no sé si todo el mundo tendrá la paciencia que yo tengo para hacer revelaciones puramente factuales. Haciendo revelaciones, en realidad, estamos ayudando también a que quienes viven con el fraude vuelvan al camino de la legalidad.