El ministro de Justicia surcoreano, Cho Kuk, dimitió este lunes por sorpresa en medio de una investigación sobre posibles prácticas corruptas que lo involucran a él y a su familia, y que ha deparado protestas multitudinarias y minado la popularidad del Gobierno.
El presidente surcoreano, Moon Jae-in, había nombrado ministro a Cho, de 54 años, el pasado 9 de septiembre con la misión de reformar de arriba a abajo la fiscalía, un órgano que en el país asiático cuenta con un enorme poder e influencia, y que precisamente ha sido muchas veces pieza clave en muchos casos de corrupción.
"He sido simplemente la chispa para reformar a la fiscalía.
En su mandato de 35 días como ministro, Cho presentó una batería de medidas para reformar el Ministerio Público, entre ellas la de otorgar más poder a la policía en lo que se refiere a las pesquisas previas en el marco de una investigación.
El propio Cho desgranó esas medidas en una rueda de prensa celebrada apenas horas antes de anunciar su dimisión.
El político liberal habla de "labor cumplida", y menciona en el comunicado las investigaciones que le afectan a él y a su entorno.
"Me he sentido mal para con el pueblo en lo que se refiere a las investigaciones sobre mi familia, pero lo he dado todo cada día como ministro de Justicia para reformar la fiscalía. Ahora mi labor llega a su fin", explica.
"Espero dejarlo todo y cuidar de mi familia, que está pasando por el más difícil y doloroso de los momentos", concluye.
La fiscalía ha imputado a la mujer de Cho por falsificar documentos para que la hija de ambos estudiara Medicina y a su vez investiga al propio exministro y a familiares por sus participaciones en un fondo de inversión que pudo lucrarse gracias a la influencia del político cuando era secretario presidencial.
Muchos sostienen que la fiscalía ha emprendido una caza de brujas contra él, al haber sido el arquitecto del plan para reformar al propio ministerio público.
Aún así, Cho no ha mencionado en su texto de despedida la tremenda erosión que su nombramiento ha generado para la popularidad del Gobierno y del presidente Moon, cuya tasa de aprobación está en su mínimo nivel desde que llegó al poder en 2017.
En las últimas semanas se han producido en Seúl varias manifestaciones, en contra y a favor de Cho y su plan de reforma, que han superado siempre el millón de asistentes.