La Feria del Libro de Fráncfort, una de las grandes citas literarias del año, abrió hoy sus puertas al público con la presencia de 7.450 expositores de 104 países y con un amplio programa de debates políticos y de discusiones sobre el mundo de la edición.
El cambio climático se ha metido este año en la Feria y el centro de debates políticos tiene como tema principal el llamado antropoceno, la edad en la que vivimos en el que el medio ambiente ha sido moldeado hasta tal punto por los seres humanos que se plantean nuevas relaciones entre la cultura y la naturaleza.
"¿Está la cultura por encima de la naturaleza?", fue el título de un debate celebrado hoy con participación de la escritora noruega Maja Lunde.
Otros temas, como el "Brexit" o el 70 aniversario de la Constitución alemana le agregan otros elementos políticos a la Feria y abonan la pregunta acerca de lo que pueden hacer el libro y la literatura frente a los retos actuales.
El escritor noruego Karl Ove Knausgard, que participó hoy en un debate con el director de la Feria, Jürgen Boos, no se ha cansado en estos dos días de subrayar la lentitud con que se produce la literatura y también con la que esta hace efecto, no sólo en las sociedades sino en los lectores individuales.
Es decir que, según Knausgard, la importancia y la eficacia de un texto muchas veces no se puede apreciar sino hasta años e incluso, en casos extremos, siglos después de su publicación.
La Feria, sin embargo, es una Feria de títulos actuales y que esperan tener importancia hoy, al menos desde un punto de vista comercial.
Los agentes literarios son los protagonistas de la Feria, con su compra y venta de derechos en una zona especial a la que sólo se puede entrar con cita previa.
Sus interlocutores preferidos son los grandes grupos literarios aunque recientemente parecen estar descubriendo también la importancia de las editoriales independientes en el mundo de lengua española.
A ese respecto Valeria Bergalli, editora de la editorial Minúscula, en un acto en el pabellón español relató algunas dificultades que tenía en el pasado para convencer a los agentes de que un título podía estar en buenas manos en una editorial independiente.
"Las agencias tienden a creer que un gran grupo puede mover mejor un título pero se equivocan", dijo.
Muchas veces un gran grupo compra los derechos de un autor pero sólo vende sus libros en países donde cree que puede tener gran salida.
"Un gran grupo no va a llevar un libro a un país donde puede vender 300 o 400 ejemplares. Para nosotros en cambio eso va sumando", dijo.
El papel de las editoriales independientes es otro de los temas importantes en Fráncfort, tras años de concentración en el sector, con sus ventajas -como la de poder crear lo que Bergalli llama "itinerarios de lectura"- y desventajas.
Santiago Tobón, de la editorial mexicana Sexto Piso, dijo que los años de trayectoria en ese sello le han permitido ver que podía hacerse realidad un sueño que tuvo inicialmente con sus compañeros que era poder colocar libros en distintos lugares del mundo hispano.
"Eso era para nosotros no sólo un deseo sino una condición de supervivencia", dijo.
Curiosamente, según Tobón, para Sexto Piso ha sido más fácil vender libros en otros países latinoamericanos desde España, desde que tienen una sede allí, que desde México.
El apoyo a las editoriales independientes es algo que la Feria de Fráncfort está llevando a cabo desde hace varios años con un programa de invitaciones a pequeños sellos que, antes de presentarse en la Feria, participan en diversos seminarios sobre edición.
Mínúscula y Sexto Piso, como editoriales ya consolidadas, no forman parte de ese programa de invitaciones.
Rodrigo Zuleta