Más allá de la idealizada y bucólica imagen de las librerías como la puerta de entrada a un mundo de conocimiento, aventuras y belleza existe una realidad en la que miles de pequeños propietarios sufren cada día por cuadrar las cuentas en un sector en el que cada vez ganan más terreno los gigantes de Internet como Amazon.
Para tratar de reivindicar esta problemática, la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL) ha decidido que este día 8 de noviembre se celebre el día de las librerías, que, bajo el lema “Las librerías nos tocan”, pretende poner en evidencia los avatares a los que tienen que hacer frente este tipo de negocios y defender la importante labor que llevan a cabo estos establecimientos.
Si se mantienen las condiciones actuales, “cada día tiene que haber menos librerías”, advierte la presidenta de la Federación de Librerías de Galicia, Pilar Rodríguez Álvarez, que, en declaraciones a Efe, expone la cruda situación que atraviesa el sector en este territorio, asolado por jubilaciones y por el cierre de locales con décadas de historia a sus espaldas.
La responsable de la federación que representa a un 85 % de las librerías gallegas, que llegó a tener más de 200 socios en su época de esplendor, advierte de la falta de relevo generacional en muchos negocios familiares y lamenta que -a su juicio- “la gente lee mucho menos” que antaño ante la mayor competencia de otras formas de ocio.
Por este motivo, pide a los ciudadanos que sean “conscientes de lo que supone la compra en esas grandes plataformas” y demanda a las Administraciones públicas que sean comprensivas con la situación de las pequeñas librerías y tomen las medidas necesarias para defender un “sector estratégico”.
Sin embargo, este diagnóstico no es compartido por muchos de los miembros del sector, que discrepan con que haya descendido el volumen de lectores, sino que -indican- se han transformado sus hábitos y adaptado a una nueva realidad.
Así lo detalla Lourdes, una de las trabajadoras de Follas Novas, una de las librerías más icónicas de Santiago de Compostela, que asegura que “la gente lee igual que siempre o más, porque ahora además de en libros leemos en pantallas”.
“Yo creo que ese no sería el problema. A lo mejor es un problema económico del sistema en el que vivimos. No creo que tenga que ver con el mundo del libro o con el mundo de la lectura”, añade, antes de admirar las apuestas de otros compañeros de profesión que, en una ciudad del tamaño de la capital gallega -poco más de 90.000 habitantes- deciden abrir tiendas especializadas en poesía, literatura feminista o libros en portugués.
Del mismo modo, aunque le concede a los gigantes de Internet las ventajas de “mayor disponibilidad” y “comodidad”, enfatiza el valor del “trato humano y la atención al cliente” de los establecimientos convencionales, que creen que no deberían centrarse en competir directamente con estas grandes firmas, inalcanzables a nivel logístico, sino en dar una “atención más personalizada”.
En una línea similar argumenta Pablo Couceiro, responsable de la histórica librería familiar abierta por su padre en 1969 en un local de la singular rúa de San Pedro y que hoy ocupa un edificio de cinco plazas en la visitada Plaza de Cervantes, quien manifiesta que “la única vía de resistencia -ante los oligopolios del sector librero- es la especialización”.
Couceiro fue una de las primeras librerías en especializarse en libros en gallego, así como en ejemplares antiguos y de ocasión, además de las pioneras a la hora de celebrar presentaciones de obras y encuentros con lectores en Santiago de Compostela; lo que -en palabras del actual propietario- es una de las causas de su éxito.
Pese a ello, no obvia que el sector está “muy mal” y lamenta la pérdida en los últimos años de establecimientos tan especiales como Abraxas, Encontros o Galí, está última, situada en la rúa do Vilar y cerrada en 2006, llegó a ser la librería sin reformar más antigua de España
Sin embargo, no todo sin cierres y, pese a la crisis, surgen oportunidades para nuevos negocios que transforman la visión tradicional de las librerías, como es el caso del proyecto colectivo y autogestionado Numax, que integra en su interior una librería, un cine y un laboratorio de diseño, comunicación y producción audiovisual.
La responsable de esta librería, Irma Amado expone que “las iniciativas que están surgiendo se dan cuenta de que hay que aportar un valor añadido al proyecto librero más allá de tener una selección de libros”, que en el caso de Numax pasa por cumplir con un papel de “dinamización cultural” en su entorno mediante su participación en todo tipo de iniciativas.
De igual forma, valora los avances logrados en la visibilidad en Internet de su establecimiento gracias a portales como todostuslibros.com, a pesar de que el comercio en línea sigue representando una cifra “bastante baja” de su volumen de negocio e insiste en que la venta física sigue siendo “la más importante” y donde más se puede apreciar el factor diferencial del pequeño comercio.
Javier Ramos