Las familias de los empresarios que se enriquecieron durante el franquismo deberían pedir perdón por cómo aumentaron su patrimonio, un proceso de reparación moral que en España ni se ha iniciado. Esa es la tesis del periodista Antonio Maestre en su libro "Franquismo S.A.".
Los herederos de aquellos empresarios -con apellidos como Oriol y Urquijo, Villalonga, Villar Mir, Entrecanales, March, Muñoz Ramonet, Espinosa de los Monteros, Barrié de la Maza, Fierro, Sagnier, Muro, Domecq o Marsans- siguen conformando el núcleo del poder en la actualidad, sin que se haya producido el necesario proceso de desfranquización.
En Alemania sí se ha realizado una desnazificación y algunas de las familias más poderosas, vinculadas con el nazismo, han pedido perdón públicamente, como es el caso de los dueños de BMW, la familia Quant.
Aunque en el caso de Alemania nos llevan 30 años de adelanto, reconoce Maestre, que ha tardado cuatro años en completar un libro con el que pretende poner su granito de arena para iniciar un verdadero proceso de reparación limitado a una Ley de Memoria Histórica que por el momento se ha quedado en papel mojado.
El Gobierno socialista ha tardado casi un año en exhumar los restos de Franco del Valle de los Caídos, una decisión importante pero también simbólica, a la que deberían seguir muchos otros pasos, desde ese perdón público a la devolución del patrimonio conseguido durante la dictadura.
Es algo que afecta a la familia de Franco y a las de los empresarios que se enriquecieron durante los cuarenta años del régimen dictatorial y cuyos herederos siguen hoy en día al frente de las grandes empresas del país.
Cuando Franco llegó al poder, devolvió muchos favores a los empresarios que le ayudaron a ganar la guerra. Se hicieron ricos y poderosos y el estatus de sus familias en la actualidad se debe a lo que hicieron en aquella época, recuerda Maestre.
"La conciencia individual nace de la conciencia colectiva", resalta el periodista, que considera que eso hace necesaria una acción por parte de las autoridades para forzar a esa reparación moral, sin la que será imposible pasar página a esta parte del pasado de España.
Algo que en su opinión solo puede hacer un Gobierno del PSOE, por lo que la subida de la extrema derecha de VOX puede hacer peligrar un proceso que está costando mucho tiempo y esfuerzo.
"Si en la sociedad no hay conciencia de que algo estuvo mal, es imposible solucionarlo. Hay que empezar a hablar de ello", reflexiona Maestre, para quien "la mayor resistencia a la reparación cultural, política o moral es económica".
Viene de esos empresarios que empezaron a enriquecerse en el 39, año en el que se produjo un cambio de guardia empresarial.
Esa nueva aristocracia empresarial sustituyó a la de la República, pero cuando Franco murió no se produjo un cambio. Pese a que algunos de esos empresarios estaban acusados de crímenes, corrupción o tráfico de influencias, ellos o sus herederos "siguen ahí hoy en día".
Cita el caso de Iván Espinosa de los Monteros (Vox). El hermano de su bisabuelo, Eugenio Espinosa de los Monteros, se encargó de los campos de concentración temporales en los inicios del franquismo.
O el del empresario y expresidente de Telefónica Juan Villalonga, cuyo tío abuelo Ignacio Villalonga contribuyó decisivamente al levantamiento de Franco desde su puesto de presidente de CEPSA.
Familias que "desarrollaron sus fortunas gracias al capital heredado y conseguido gracias al apoyo de Franco" y que viven en una endogamia social que hace que sigan siendo un círculo muy reducido.
Tanto que en la actualidad hay muy pocas excepciones a esa herencia franquista en el mundo empresarial.
El ejemplo más importante de un empresario hecho a sí mismo sin las herencias de la dictadura es el de Amancio Ortega, que ha hecho de Zara un imperio sin cuentas pendientes con el pasado.
Es uno de los pocos -y el más paradigmático- que no tiene que asumir unas responsabilidades que sí han heredado otros empresarios, que no lo reconocen porque tampoco existe una legislación que les obligue a ello.
Por eso, para Maestre, lo primero sería remodelar la legislación de manera profunda, aunque se muestra escéptico: "Cuando tenga 90 años igual habremos avanzado".
Alicia García de Francisco